El permanente camino geométrico
El círculo y el cuadrado son dos formas con las cuales podemos descifrar los elementos que constituyen nuestra “realidad”. Asimismo, replicados en pinturas, dibujos, fotografías, instalaciones, retículas, mallas y redes, constituyen una certera y perfecta metáfora de las gramáticas visuales y las prácticas estéticas que hacen importantes preguntas para el arte de hoy.
Úrsula Ochoa
La inscripción de la geometría en el arte del siglo XX fue, sin duda, la gran aventura de la modernidad, desde la conquista de las imágenes abstractas, cuyos orígenes se remontan a los paisajes y bodegones de Paul Cézanne, la interesante y creativa rivalidad entre Braque y Picasso, quienes aproximaron a las formas estéticas el llamado cubismo analítico, hasta las más radicales muestras de abstracción geométrica de Malévich, Sophie Taeuber-Arp, Sol LeWitt o Barnett Newman, llegando al arte óptico en obras como las de Bridget Riley o Víctor Vasarely, para quien la geometría era capaz de representar las leyes del universo y cuyo camino estaba en el interior de la naturaleza; un pensamiento sin duda afianzado en las ideas de Cézanne. “La geometría dormitaba bajo la tierra o soñaba en el resplandor del sol: el gnomon de los antiguos griegos o de los babilonios la despertó poco a poco a lo largo de las formas singulares comunes a la sombra y a la luz”, afirmaba Michel Serres.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
La inscripción de la geometría en el arte del siglo XX fue, sin duda, la gran aventura de la modernidad, desde la conquista de las imágenes abstractas, cuyos orígenes se remontan a los paisajes y bodegones de Paul Cézanne, la interesante y creativa rivalidad entre Braque y Picasso, quienes aproximaron a las formas estéticas el llamado cubismo analítico, hasta las más radicales muestras de abstracción geométrica de Malévich, Sophie Taeuber-Arp, Sol LeWitt o Barnett Newman, llegando al arte óptico en obras como las de Bridget Riley o Víctor Vasarely, para quien la geometría era capaz de representar las leyes del universo y cuyo camino estaba en el interior de la naturaleza; un pensamiento sin duda afianzado en las ideas de Cézanne. “La geometría dormitaba bajo la tierra o soñaba en el resplandor del sol: el gnomon de los antiguos griegos o de los babilonios la despertó poco a poco a lo largo de las formas singulares comunes a la sombra y a la luz”, afirmaba Michel Serres.
Le sugerimos: “Territorios Barichara”: dependiendo de los ojos, cambia el paisaje
Sin embargo, es necesario aclarar que si bien la modernidad tiene como vínculo estético el poder de la geometría, incluso desde la arquitectura, pues sus formas “simples” dieron paso a las más ambiciosas utopías del siglo XX, el arte contemporáneo tiene como referencia el uso de la geometría, ya no como una respuesta formal a los cambios de paradigmas estéticos que incluían interesantes debates sobre el papel del espectador frente a las obras y a los nuevos objetivos apartados de toda naturaleza representativa a favor de una autonomía formal, sino que es usada como una metáfora que intenta cuestionar y reflexionar sobre algunas utopías perdidas o desde el interés en las matemáticas como fenómenos numéricos autónomos, cuyo enfoque estético es marcado por operaciones concretas en algunas obras o incluso por el azar.
“Círculo y cuadrado”, exposición que actualmente se encuentra en la galería Espacio Continuo, que abrió sus puertas al público en el 2014 y este año debutó en su nueva sede con esta exposición, tuvo la curaduría de la investigadora Julia Buenaventura y la organización de Casa Hoffmann. El proyecto reúne a un conjunto de artistas modernos y contemporáneos para quienes la geometría ha sido esencial en sus reflexiones, abordando intereses tan diversos como las composiciones geométricas de la ciudad o las probabilidades del azar en la obra de Ramón Laserna, el estudio de las dimensiones espaciales y el estudio de modelos constructivos desde la arquitectura en la obra de Andrés Moreno Hoffmann, la posibilidad de los sistemas matemáticos como sistemas de representación visual en el trabajo de John Mario Ortiz, los espacios geométricos desde una mirada cotidiana en las pinturas de Martha Rivero, la observación de la ciudad como escenario de relaciones entre el tiempo, los fenómenos naturales y el universo en la obra de Yorely Valero, o la arquitectura como superficie y objeto complementado a través de la mirada y el diseño desde estéticas funcionales en el trabajo de Andrés Valles. Así, los modos de abordar la geometría entre los artistas modernos y contemporáneos que hacen parte de esta muestra marcan diferencias no solo estéticas, sino más bien procesuales y discursivas, donde artistas modernos como Fanny Sanín, Édgar Negret, Carlos Cruz-Diez o Eduardo Ramírez Villamizar han depositado su interés en las cualidades formales de las obras, como el color, la estructura, la composición, entre otras; es decir, como bien ha señalado su curadora Julia Buenaventura: “Para los modernos el arte geométrico está lleno de futuro, para los contemporáneos el arte geométrico está lleno de pretérito, de otro camino diferente a la utopía, a las matemáticas abstractas y a los números vacíos”.
“Círculo y cuadrado” plantea un interesante diálogo entre las obras de los artistas que representan el fortalecimiento de la modernidad con piezas de artistas contemporáneos, componiendo un diálogo que se efectúa no solo desde sus diversas reflexiones, sino con el espacio de exhibición, pues la arquitectura de la nueva sede de la galería es ideal para proponer recorridos y puntos de vista, incluyendo el proyecto en la vitrina, que durante la exposición ha sido intervenido por varios artistas, reforzando el dinamismo medial de este proyecto. El círculo y el cuadrado, como bien sabemos, son dos formas con las cuales podemos descifrar los elementos que constituyen nuestra “realidad”; así mismo, replicados en pinturas, dibujos, fotografías, instalaciones, retículas, mallas y redes, constituyen una certera y perfecta metáfora de las gramáticas visuales y las prácticas estéticas que hacen importantes preguntas para el arte de hoy.