Claude Debussy, padre de la música moderna

El francés fue un compositor discutido, ya que su obra no se deriva de ninguna influencia musical anterior y se basaba en romper muchas de las reglas existentes.

Manuel Drezner
26 de marzo de 2018 - 04:01 a. m.
Claude Debussy nació el 22 de agosto de 1862. / Archivo
Claude Debussy nació el 22 de agosto de 1862. / Archivo

El 25 de marzo de 1918, hace cien años, moría de cáncer Claudio Debussy. Su muerte tuvo lugar durante los bombardeos a París por los alemanes en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial y el funeral transitó solitario por calles desiertas, como si hubiera sido un don nadie. La realidad es que fue uno de los músicos más influyentes de la historia, a quien muchos, entre ellos Boulez, consideran el padre de la música moderna, ya que fue el que buscó acabar con las tradiciones clásicas, en especial las de la armonía ortodoxa y las formas musicales del clasicismo, siguiendo los pasos de los románticos, que buscaban liberar la música de lo que consideraban una especie de camisa de fuerza que no les permitía expresarse con libertad.

Nació el 22 de agosto de 1862 y fue bautizado Aquiles Claude Debussy, aunque él invirtió el orden y decidió llamarse Claude Aquiles o simplemente Claude Debussy.

La suya fue una personalidad extraña. La cantante Mary Garden, que lo conoció muy bien y que reemplazó a la esposa de Maeterlinck en el estreno de Peleas y Melisenda (lo que hizo que el poeta se negara a ver la ópera basada en su drama y nunca le volviera a hablar a Debussy), describió al músico así: “Debussy jamás amó a nadie. Sólo amaba su música y quizá a sí mismo, tal vez porque estaba envuelto en su genio”.

Era un genio con gustos extraños. Defendía la música de Ricardo Strauss, antítesis de la suya, pero de Beethoven, a quien apodaba “el anciano sordo”, decía que tenía cosas muy profundas para decir aunque no sabía cómo decirlas, y Schubert y Mendelssohn eran considerados por él como músicos de notaría. Curiosamente, y contra lo que se cree, admiraba a Wagner y lo que hizo a la larga fue adaptar sus teorías al gusto francés. Al oír en la Exposición Universal de 1889 la música de Java, se enamoró de ella y comenzó a incorporar en su obra escalas y ritmos de esa cultura.

Sobre el impresionismo

Debussy fue un compositor discutido, ya que lo que hizo no se deriva de ninguna influencia musical anterior y se basaba en romper muchas de las reglas existentes. De hecho Saint-Saëns le escribió al director del conservatorio, refiriéndose a Debussy, que “debemos cerrar a toda costa las puertas del instituto a un hombre capaz de tales atrocidades que pueden compararse a los horrores de los cuadros cubistas…”.

Otros críticos bautizaron sus composiciones como impresionistas, en analogía con lo que hacían en esa época los pintores de esa escuela. Él rechazaba esa categorización, ya que afirmaba que el impresionismo se refería a la impresión que recibe el ojo, o sea que era algo visual que no se puede aplicar a la música. Sin embargo, nadie discute su afiliación a las escuelas simbolistas, que buscaban dejar de lado toda noción de realismo. El gusto del músico prefería más a los clásicos de la pintura que a sus contemporáneos. Su única ópera, Peleas y Melisenda, fue rechazada por los puristas, quienes se quejaban de su falta de melodías y su tiempo lento, o sea, de exactamente lo que hace de ella una ópera importante. Preludio a la siesta de un fauno fue calificado de música sin forma, además de obscena. Años más tarde, Boulez dijo que con esa obra había nacido la música moderna.

Debussy y las mujeres

Su vida privada se caracteriza por un desfile incesante de mujeres, conquistas que eran continuas y que hicieron que muchas veces fuera rechazado por la sociedad.

Un comentarista dijo que las mujeres eran para Debussy como buses: cuando dejaba una, siempre había otra al minuto siguiente. Cuando era joven, Madame Von Meck, la misma que mantuvo por tanto tiempo a Tchaikovsky, trató de ayudarlo, pero todo acabó cuando comenzó a seducir a la hija de ella. Dio clases de piano a la hija de un alto empleado de apellido Vasnier, pero Debussy mostraba más interés por la esposa que por la alumna. El marido se hizo el de la vista gorda y la señora guió a Debussy para que por fin le dieran el codiciado Premio Roma. Él pasaba de una a otra hasta que en 1889, cuando casi tenía 30 años, conoció a Gabriela Dupont, quien fue su compañera por mucho tiempo, así el músico sedujera durante su relación a cantidad de otras mujeres.

Debussy después comenzó una relación con Lili Texier, una modelo de pintores con la cual acabó casándose. Eso no le impidió tratar de conquistar a Ema Bardac, con la cual eventualmente se escapó y tuvo una hija. El comentario del esposo fue que “Ema busca la última moda en compositores, pero como yo soy el de la plata, ella volverá”.

Su legado

No sólo por su obra es importante Debussy, sino también por la influencia que en forma directa o indirecta tuvo en toda la música que vino después de él. Ravel confirmaba que era un seguidor de Debussy; Stravinsky dijo que sin la inspiración del francés, él no hubiera podido hacer lo que hizo, y prácticamente no hay músico importante que no reconozca que Debussy ha sido un factor crucial en sus creaciones. Quizá por esto es sorprendente que, mientras en el mundo entero hay festivales con música de Debussy y ésta se incorpora a programas de conciertos en todas las partes del mundo, este importante centenario ha sido ignorado entre nosotros. Es lástima, porque escuchar la música del gran creador francés es una experiencia artística de categoría y haber ignorado el centenario muestra que quizá en algunos aspectos aún somos algo provincianos.

Por Manuel Drezner

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