Claudia Hakim y los sesenta años del MAMBO
A propósito de la exposición “Viceversa” en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, su directora habló del presente y el futuro de la institución.
La exposición “Viceversa”, que se presenta en el Museo, exhibe más de 400 obras de la colección del MAMBO. ¿Cómo fue el proceso de selección de los artistas y de las obras para esta exposición que rinde homenaje al Museo?
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La exposición “Viceversa”, que se presenta en el Museo, exhibe más de 400 obras de la colección del MAMBO. ¿Cómo fue el proceso de selección de los artistas y de las obras para esta exposición que rinde homenaje al Museo?
Hablamos de 60 años de historia ininterrumpida: desde 1963 hasta 2023. Cuando pensamos en hacer esta exposición, pretendimos mostrar una mirada diferente de la colección y de lo que ha sido el transcurrir del tiempo artístico en Colombia. Durante la existencia del Museo se han recibido importantes obras de filántropos. De igual manera, muchos artistas, por petición del MAMBO, donaron obras suyas. Hoy nuestra colección tiene alrededor de 5.000 obras. Se le dio el nombre de Viceversa pues es un diálogo entre los inicios de la colección, las obras más contemporáneas y las últimas recibidas. Este caminar nos permite hacer un recorrido dinámico por la exhibición, llevando al espectador hacia atrás en el tiempo. No es una exposición cronológica, es una muestra por temas. El visitante puede deleitarse admirando 430 obras del patrimonio del museo.
¿Cuál es el tema de la exposición?
Hay tres ejes principales: Memoria, que explora el contexto cultural de la colección, centrándose en la historia social del país; Identidad, en donde se proponen reflexiones sobre la singularidad de la colección MAMBO, destacando las condiciones que la moldearon, y Disonancias, que se dedica específicamente a examinar las características innovadoras, radicales y visionarias que el Museo ha incorporado a la expresión artística del país.
En estos ejes se encuentran también secciones que abordan temáticas específicas: desde ‘obras fundacionales’, las primeras piezas que ingresaron a la colección, hasta, por ejemplo, ‘la obra multiplicada’, siendo esta una detallada selección de obra gráfica de distintos artistas, tales como Francis Bacon, Wilfredo Lam, René Magritte, Pablo Picasso, artistas destacadísimos del arte moderno, que dialogan con, por ejemplo, Esteban Peña y Marta Granados; el primero, colombiano y contemporáneo y la segunda, artista que diseñó uno de los primeros afiches de las exposiciones del MAMBO en los años setentas.
La finalidad de estas secciones es la de tratar de contar cómo la colección se ha transformado a lo largo de estos doce lustros. Por otro lado, con el ánimo de darle un ‘toque del hoy’, comisionamos piezas a tres exponentes de distintas nacionalidades: Giuseppe Stampone, artista italiano que se caracteriza por sus dibujos con esfero BIC sobre papel; con esa técnica realizó la obra titulada Saludos desde Bogotá: imaginando estar en el techo del Museo, mirando el paisaje y la ciudad, dibujó lo que desde allí se podría observar. En asocio con Bienalsur, Bienal Internacional de Arte Contemporáneo, comisionamos una obra a la argentina Adriana Bustos. Le pedimos que estudiara la colección del Museo y que hiciera una lectura crítica sobre aquellas obras que le llamaran la atención. Minuciosamente sacaba detalles de las obras que le significaran algo, sin conocer mucho la historia de la pieza, y de este modo realizó una intervención que representaba lo que ella sentía de la colección del museo. Adriana investigó, utilizando el concepto de ‘genealogía’ para cartografiar sus orígenes, mientras cuestionaba las políticas aplicadas con relación a la diversidad, a la inclusión y a la equidad. El otro proyecto de ‘sitio específico’, fue pedido al artista colombiano Juan Uribe, quien hizo una intervención sobre la carrera sexta. Su obra está relacionada a la crítica a través del humor y de la ironía, y a partir de eso la realizó en el espacio exterior del Museo.
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¿Cómo surgió la idea de fundar el Museo de Arte de Bogotá y quiénes son sus fundadores?
La idea de fundarlo fue de Marta Traba. En Bogotá no existía un museo de este tipo. En nuestro país no teníamos la costumbre de visitar museos, coleccionar o entender la cultura a través del arte. Es allí donde surge la necesidad de crear un museo con esta nueva temática: la de arte moderno. El Museo lo fundan durante el gobierno de Rojas Pinilla, siendo ministro de Educación Nacional Aurelio Caicedo Ayerbe, con el pensar de que sería un museo público. Siento que le faltó algo de suma importancia: una sede. Después, en 1957, Marta Traba retomó el tema y creó un museo privado. No le parecía prudente que fuese público, para así poder manejar su contenido más libremente. Durante sus ocho años de directora´, el Museo pasó por cinco localidades. Le entregó a Gloria Zea la dirección y fue ella quien consiguió construir esta sede, proyecto que se hizo en dos etapas: en 1979 se construyeron dos pisos y en 1985 se concluyó la construcción, inaugurando la sede actual.
A lo largo de estos 60 años el Museo ha ido construyendo una colección que hoy cuenta con más de 5.000 piezas. ¿Cuáles son las obras y los artistas más importantes de la colección?
En 2016 salió publicado un libro en dos tomos. En uno se reúnen las 100 obras icónicas de la colección, seleccionadas por algunos curadores. Y el otro es un catálogo razonado de todo el resto de las obras. Entonces sí sentimos que tenemos alrededor de 100 obras icónicas: los maestros de la Escuela de la Sabana, después vienen los grandes maestros de la modernidad (Fernando Botero, Ramírez Villamizar, Enrique Grau, Edgar Negret, Alejandro Obregón) y muchos otros que conforman la era dorada del arte en nuestro país. Se hicieron muchas exposiciones de altísimo renombre en el Museo, y también digo que comenzó la carrera de muchos de esos maestros. El Museo de Arte Moderno de Bogotá realizaba tanto la bienal de Arte de Bogotá como el Salón Atenas, eventos de renombre internacional y con ellos el MAMBO tenía la oportunidad de hacerse con la obra ganadora, para sumarla a su colección.
Durante estos 60 años han pasado muchos artistas y muchas exposiciones han tenido lugar en este espacio. ¿Cuál es la mejor exposición que ha visto el MAMBO?
De ninguna manera puedo decir o afirmar cuál ha sido la mejor. Cada una en su momento, cada una en su temática, cada una a su manera ha sido bien expuesta, bien curada y representativa. Tengo en la memoria, y eso es por otras razones, una exposición de Julio Le Parc, artista argentino radicado en Francia. Estaba a punto de ingresar a la universidad y su arte óptico me llamó mucho la atención. Años después, ya en esta sede, presentaron una muestra de la extensa y maravillosa colección de arte de Patricia Phelps de Cisneros. Al comenzar mi dirección estaba una exposición llamada Atopía, obras que forman parte de la amplia colección de Francesca Thyssen, la hija del barón Thyssen-Bornemisza; era una colectiva de artistas europeos, hispanoamericanos y norteamericanos… Son exposiciones que me han quedado mucho en la memoria, sin dejar de decir que todas han tenido su propio argumento e interés. La de hoy es maravillosa.
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La sede actual del Museo fue construida con un diseño de Rogelio Salmona. En 2017 fue remodelado. ¿Qué gano y qué perdió con la remodelación?
No fue remodelado. Realmente el Museo volvió a su diseño original. El diseño inicial se había perdido por algunas divisiones hechas dentro del espacio para uso expositivo. Era muy complicado trabajar con las paredes de concreto abusardado. Algunas se readecuaron con drywall, por allá en 2004. La sala Marta Traba tenía una pared que la dividía y su uso y flexibilidad para exponer eran tortuosos. El acceso principal al museo estaba completamente sellado y se usaba una pequeña puerta que daba acceso a la tienda que se había improvisado allí, esto le hacía perder importancia y no se entendía el acceso al recinto. Se habían sellado unas ventanas, evitando la entrada de luz. Procedimos entonces a destapar ventanas, quitar paredes y remover cielos rasos, dándole mayor altura y originalidad a la construcción. No remodelamos: renovamos y conservamos el diseño de Rogelio Salmona. En lo único en lo que no volvimos al diseño original fue con algunas paredes de concreto.
¿Cuáles son los cambios más importantes que ha tenido el Museo desde su fundación?
Un museo, desde su fundación, es una institución importante en todo sentido. En este caso, no había un museo de arte moderno, se creó y pronto se convirtió en un referente nacional e internacional. Gloria Zea era miembro del consejo internacional del MOMA en Nueva York. Tenía mucha relación con la gente de esa ciudad y eso hacía que ese prestigioso museo mirara a Bogotá con la importancia que merece, lo que hizo que en varias ocasiones nos prestara obras para ser exhibidas aquí. El MAMBO, además, era como la casa del arte en Colombia. Se crearon bienales, salones, exposiciones individuales y colectivas de artistas nacionales e internacionales. Actualmente el Museo ha creado espacios y lugares que abre al público y lo continúan posicionando como un espacio importante para la cultura. Déjeme decir esto a manera de ejemplo: la iniciativa MAMBO Extramuros, que ha abierto el museo y lo ha llevado a nuevos espacios de la ciudad, como fue el caso en la Torre Atrio o la escuela de mediación, que es la más antigua del país y sigue trabajando para generar metodologías que acerquen el Museo al público.
De todas estas labores tan importantes para la cultura de Bogotá y del país, ¿cuál es la más importante o la más decisiva?
Cada exposición que se plantea tiene su fin. Hemos hecho exposiciones que interpretan los momentos sociales, políticos, de salud (en el caso de la pandemia), el trabajo con el cuerpo: performance. Creamos exposiciones planteadas en temas específicos. Un proyecto que no puedo dejar de resaltar y de calificar de espectacular fue el que realizamos durante la pandemia. Recordemos que todo estaba cerrado, el museo no podía realizar ninguna actividad; era un momento triste, obscuro, tenebroso y producía hasta miedo. Pensamos en la necesidad de mantener una relación entre los artistas y el público en general con la participación del Museo. Hablamos con los artistas para que expresaran y crearan una obra que expusiera el momento vivido y los sentimientos que este producía en ellos. Un periódico nacional acogió la idea y nos entregaba una página para mostrar la creación y otra para comentar la vida del artista y la explicación de su producción. Se vincularon sesenta artistas a la iniciativa del Museo, lo que resultó un éxito maravilloso. La gente esperaba la edición del fin de semana para hacerse a esta ‘colección’; momento inédito y espero irrepetible en la historia nuestra. Hicimos cincuenta cajas que compendian el total de las obras, que vendimos a coleccionistas y amigos del arte, para apoyar nuestra labor. Fue algo que no puedo describir… Lo más bello fue mantener la relación, la cercanía del arte con el público y con el Museo, manteniéndolo en la mente de todos. Unida a esta se realizó otra exposición con el nombre Quiero estar contigo, tema que se planteó por esa necesidad de no poder estar en contacto con las personas cercanas, la familia, los amigos, la vida en general. Se les preguntó a los coleccionistas de la cuidad de Bogotá si nos permitían visitar sus colecciones para seleccionar obras que dejaran entrever esa frase: ‘Quiero estar contigo’. Tuvimos una exposición lindísima con videos, instalaciones, esculturas y publicamos un libro sobre la exposición.
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¿Qué ha pasado con el proyecto de ampliar el Museo de Arte Moderno de Bogotá?
Que sigue en la mente de todos, en las ganas de nosotros. Es un tema que no puede parar ahí. El Museo debe ser ampliado: necesita espacios para exponer su colección. Ahora tenemos Viceversa y en otras ocasiones presentamos La pared de la colección, en donde se exhiben obras del Museo, pero no es suficiente. La gente que asiste pide ver la colección. Es un tema que el público reclama. Hubo un malentendido y se creía que el parqueadero sobre la carrera séptima era nuestro, pero nunca lo fue. El lote es propiedad del Estado, de la Sociedad de Activos Especiales (SAE). Por eso hablamos con el parqueadero del costado oriental, que le pertenece a un privado. Su propietario actual ha sido amable y abierto a hacer negocio y dispuesto a ayudarnos; pero no tenemos cómo comprarlo. La gente, nuestros visitantes, entienden que debemos hacernos a ese terreno y ampliar nuestras instalaciones para poder así tener un mayor escenario para hacer nuestras exposiciones y para que el público se pueda deleitar con todo lo que tenemos.
Usted ha estado al frente del Museo durante casi ocho años. ¿Cuál ha sido su mayor logro como directora del Museo?
El Museo había entrado en una etapa de letargo y estaba olvidado, no era parte de la agenda de los bogotanos y hasta los artistas y la sociedad del arte se habían alejado de él. Cuando comencé, tenía varios proyectos en mente y para realizarlos debía activar los diferentes departamentos, darle más presencia y vida al Museo, con su contenido y comunicación. Fue así como mi principal objetivo se convirtió en que la fila de visitantes para acceder al recinto le diera la vuelta a la manzana. Lo estamos logrando. Hemos tenido exposiciones y actividades que han generado una fila enorme y larga, que a veces atraviesa el parque, baja hasta a la séptima y vuelve, a manera de serpentina… Este logro me emociona, pues significa que el Museo es reconocido, es apreciado y, por ende, muy visitado. El público, la ciudadanía, lo quiere y lo demuestra asistiendo al MAMBO. Es tan simple como eso, no se imagina el gran logro que esto significa para nosotros.
¿Cuál exposición sueña todavía con organizar?
No hay una que yo diga “la tengo que hacer”. No. Creo que las que se vienen este año serán de buen recibo. Hay una que me llama la atención: haremos una exposición y un reconocimiento a una ceramista de largo y bello recorrido, Nijolè Šivickas, la madre de Antanas Mockus. Fuimos a su casa a ver toda la obra y fue una experiencia, por decir lo menos, apasionante. Observar su hogar lleno de creaciones, el taller repleto de obras, el horno donde ella quemaba sus piezas y que ellos mismos construyeron fue sencillamente fascinante. La vamos a realizar en el segundo ciclo expositivo de este año.
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¿Cuál debe ser el papel de un museo de arte en general y del MAMBO en la Colombia de hoy?
Últimamente se habla mucho de transformación. Además debe ser un centro de educación, inclusión, confrontación, diálogo, reflexión, esparcimiento y encuentro. Considero que un museo desempeña un papel fundamental en estos aspectos a través de su libertad de expresión. Durante el tiempo reciente, para no ser históricos y a manera de ejemplo, hemos abordado temas fuertes con profundidad, como Stigmata de Carlos Motta, donde se expuso una investigación importante sobre el VIH, tema actual con el que a través de sus obras se hace un llamado a ponerle mucha atención. Expusimos arte de la precolonia, con artistas indígenas, otras con exponentes afrodescendientes, nos abrimos a la nueva tecnología con los NFT y la realidad virtual. El museo responde a las demandas del mundo, abriendo sus puertas para acoger y reflejar la diversidad. Todo lo que el mundo está pidiendo y el medio del arte puede y debe interpretar. Esto es la misión de un museo.El museo es un espacio neutral, los artistas no, el contenido de sus obras tampoco, lo que hace que se confronten dos sentimientos y dos realidades, sin que esto sea un obstáculo. El MAMBO, lo repito, es un espacio de diálogo y de experiencias. Por eso es un vehículo, una institución completa y que complementa. Me entristece y estresa la falta de recursos. Esto es un desafío diario; a pesar de nuestra creatividad, el no tener los medios nos impone restricciones.
¿Cuál quiere que sea su legado para el Museo?
Creo que ha llegado el momento de entregar la dirección del Museo. No creo prudente quedarse en una posición de manera extensa. Aprovechando mi perspectiva como artista, en mi gestión hemos buscado construir un puente para restablecer la conexión entre el público y la institución. El cambio en la dirección despertó curiosidad. Hemos conseguido que el Museo sea un punto de visita y parte de la agenda cultural de Bogotá. Dejo un equipo maduro, entusiasta, comprometido y conocedor de lo que es hacer empresa museográfica. El MAMBO es hoy una marca que la gente quiere tener cerca. Estoy segura de que la dirección que viene sabrá catapultar lo que hemos cimentado y lo llevará a niveles nacionales e internacionales de mayor reconocimiento. Si me lo permite quiero, y por su digno conducto, expresar a los comunicadores y periodistas mi profundo agradecimiento por la manera en la que se han expresado de nosotros y nos han ayudado a este reconocimiento. Toda la colaboración que hemos recibido ha sido inmensa y la manera como nos han presentado en la televisión, en la radio y en los medios impresos ha hecho que el MAMBO esté en la mente de quien vive y de quien visita nuestra bella ciudad de Bogotá, 2.650 metros más cerca de las estrellas.