Claudia Morales: sembrando por la niñez
Descubrió el universo de la literatura infantil cuando nació su hija, Isabela, y el martes pasado cumplió uno de sus anhelos al abrir Árbol de Libros, una librería que se dedicará a plantar las semillas de la lectura en los niños y jóvenes de Armenia.
Laura Camila Arévalo Domínguez
Hay nociones básicas de humanidad. La condición humana ha demostrado ser impredecible, cruel, mezquina y desmemoriada. Sin embargo, se asume que la piedad, la empatía y la consideración con el otro se imponen. Que prima el respeto por la vida y que se puede confiar en las garantías a los derechos fundamentales. Pero no. La realidad pega con fuerza y descoloca. La tierra nos recuerda que es necesario hablar y hacerlo fuerte. Que entablar diálogos que se enfoquen en lo sagrado de vivir, pero sobre todo de morir, es fundamental. Que decir que el tiempo es corto y se termina en un parpadeo es necesario. Que las creencias deben convertirse en convicciones y las convicciones en cotidianidad. Que en el mundo hay tesoros que parpadean a diario y necesitan que los recuerden porque son invaluables. Que cuando lo sepan les expliquen a los demás. Son vitales las voces narradoras. Trasciende lo que nos transforma. Nos transmutan los libros.
Claudia Morales lo entendió cuando cumplió doce años. Desde ese momento no ha parado. Devoró y devora libros. Sabe que su evolución depende de ello. Es ansiosa, curiosa. Es exploradora, investigadora. Ahora tiene 45 años y es madre de Isabela, que cumplirá nueve. Cuando la niña nació, Morales pudo entender esa famosa conexión de la que hablaban las madres. Le dio a su hija el acceso a otros mundos con la literatura infantil. Entre letras e ilustraciones que hablaban de fantasía, pero también de la vida real a la que Isabela tendrá que enfrentarse, pudo verlo. Ella también se estaba convirtiendo.
Desde muy joven tuvo un sueño. Lo veía lejano. Al procesar lo que ocurría con su hija, y después de una larga y productiva carrera como periodista, se decidió a cumplirlo. Sabía que debía plantar las semillas del hábito lector y que ella, pero sobre todo su hija y la generación que la acompaña, recogerían la cosecha. Sembró un árbol de libros. Cuando lo vio fortalecido y lleno de frutos lo puso a disposición de la población de Armenia, ciudad que ahora disfrutará de la librería que Morales abrió el 3 de julio en el centro comercial Portal del Quindío.
Lo que logró a través de la voz y el relato de las historias a su hija quiso compartirlo. Árbol de Libros, la librería, se enfocará en ofrecer literatura infantil y juvenil. El país entero y, en este caso, el departamento del Quindío tienen necesidades culturales y sociales urgentes. Hay un déficit de lectura presente en Colombia. Una de las contingencias de esa urgencia será la librería de Morales, quien concretó un proyecto al que atenderá como una extensión de su casa junto a su esposo y, claro, su hija.
Enfrentará el gran reto de convencer de que invertir en libros es valioso. Retará a las cifras que afirman que en Colombia la gente no lee. Ella no cree en esos números. Está convencida de que a la gente hay que darle la oportunidad creándole los espacios. Cuando en Armenia se celebra el outlet de libros, la gente acude en masa. Sí, la población del Quindío, que está dentro de esas desoladoras cifras de creciente desempleo, compra libros por montones.
Morales pasó por numerosos medios de comunicación. Trabajó en La Prensa, CM&, RCN, Caracol Radio, La Luciérnaga y Semana, y es columnista del diario El Espectador. Fue jefa de prensa de la Embajada de Colombia en Washington en el gobierno de Andrés Pastrana y jefa de prensa internacional en el gobierno de Álvaro Uribe. Sus penurias rara vez fueron por falta de ubicación laboral. Ahora decidió que el empleo lo generará ella, y no sólo en su librería, sino con los humanos que se formarán con algunos de los libros que ella ofrezca y que más adelante se convertirán en los empresarios que idearon su forma de sostenimiento.
Los padres o acompañantes de los niños también tendrán un espacio dedicado a ellos. Habrá oferta para los adultos y también serán atendidas sus necesidades. Uno de los objetivos de Árbol de Libros es que los adultos se apropien de su papel como guías e influencias de la niñez. El trabajo no será sólo por los pequeños. El esfuerzo es por el país.
Las bibliotecas, editoriales, librerías, maestros, colegios, universidades, padres y adultos han sido retados por la tecnología. Los dispositivos electrónicos, la inmediatez y alternativas del ocio de los niños y los jóvenes se imponen. Lo que Morales busca es seducir a estos infantes y adolescentes como, por ejemplo, lo hizo Mario Mendoza con su creatividad y empatía. Sus libros los conquistaron y él se convirtió en una figura. Los inspira e insiste en que lean, pregunten, se cuestionen, no traguen entero. Un escritor que los incomoda y los estimula a que formen su criterio.
El principal objetivo de la librería de Claudia Morales será cautivar. Pretende atraer mentes curiosas que estén dispuestas a vivir en varios universos. Trabajará por la complejidad. Romperá con la idea de “los libros que deben ser leídos porque sí son literatura” y les abrirá la puerta a las alternativas, la diferencia y las historias que narren la vida. Se fundirá, junto con su familia y los asistentes que acudan a su llamado, en la posibilidad de cambiar la realidad impuesta por la elegible. La de colores. La diversa. La digna.
Hay nociones básicas de humanidad. La condición humana ha demostrado ser impredecible, cruel, mezquina y desmemoriada. Sin embargo, se asume que la piedad, la empatía y la consideración con el otro se imponen. Que prima el respeto por la vida y que se puede confiar en las garantías a los derechos fundamentales. Pero no. La realidad pega con fuerza y descoloca. La tierra nos recuerda que es necesario hablar y hacerlo fuerte. Que entablar diálogos que se enfoquen en lo sagrado de vivir, pero sobre todo de morir, es fundamental. Que decir que el tiempo es corto y se termina en un parpadeo es necesario. Que las creencias deben convertirse en convicciones y las convicciones en cotidianidad. Que en el mundo hay tesoros que parpadean a diario y necesitan que los recuerden porque son invaluables. Que cuando lo sepan les expliquen a los demás. Son vitales las voces narradoras. Trasciende lo que nos transforma. Nos transmutan los libros.
Claudia Morales lo entendió cuando cumplió doce años. Desde ese momento no ha parado. Devoró y devora libros. Sabe que su evolución depende de ello. Es ansiosa, curiosa. Es exploradora, investigadora. Ahora tiene 45 años y es madre de Isabela, que cumplirá nueve. Cuando la niña nació, Morales pudo entender esa famosa conexión de la que hablaban las madres. Le dio a su hija el acceso a otros mundos con la literatura infantil. Entre letras e ilustraciones que hablaban de fantasía, pero también de la vida real a la que Isabela tendrá que enfrentarse, pudo verlo. Ella también se estaba convirtiendo.
Desde muy joven tuvo un sueño. Lo veía lejano. Al procesar lo que ocurría con su hija, y después de una larga y productiva carrera como periodista, se decidió a cumplirlo. Sabía que debía plantar las semillas del hábito lector y que ella, pero sobre todo su hija y la generación que la acompaña, recogerían la cosecha. Sembró un árbol de libros. Cuando lo vio fortalecido y lleno de frutos lo puso a disposición de la población de Armenia, ciudad que ahora disfrutará de la librería que Morales abrió el 3 de julio en el centro comercial Portal del Quindío.
Lo que logró a través de la voz y el relato de las historias a su hija quiso compartirlo. Árbol de Libros, la librería, se enfocará en ofrecer literatura infantil y juvenil. El país entero y, en este caso, el departamento del Quindío tienen necesidades culturales y sociales urgentes. Hay un déficit de lectura presente en Colombia. Una de las contingencias de esa urgencia será la librería de Morales, quien concretó un proyecto al que atenderá como una extensión de su casa junto a su esposo y, claro, su hija.
Enfrentará el gran reto de convencer de que invertir en libros es valioso. Retará a las cifras que afirman que en Colombia la gente no lee. Ella no cree en esos números. Está convencida de que a la gente hay que darle la oportunidad creándole los espacios. Cuando en Armenia se celebra el outlet de libros, la gente acude en masa. Sí, la población del Quindío, que está dentro de esas desoladoras cifras de creciente desempleo, compra libros por montones.
Morales pasó por numerosos medios de comunicación. Trabajó en La Prensa, CM&, RCN, Caracol Radio, La Luciérnaga y Semana, y es columnista del diario El Espectador. Fue jefa de prensa de la Embajada de Colombia en Washington en el gobierno de Andrés Pastrana y jefa de prensa internacional en el gobierno de Álvaro Uribe. Sus penurias rara vez fueron por falta de ubicación laboral. Ahora decidió que el empleo lo generará ella, y no sólo en su librería, sino con los humanos que se formarán con algunos de los libros que ella ofrezca y que más adelante se convertirán en los empresarios que idearon su forma de sostenimiento.
Los padres o acompañantes de los niños también tendrán un espacio dedicado a ellos. Habrá oferta para los adultos y también serán atendidas sus necesidades. Uno de los objetivos de Árbol de Libros es que los adultos se apropien de su papel como guías e influencias de la niñez. El trabajo no será sólo por los pequeños. El esfuerzo es por el país.
Las bibliotecas, editoriales, librerías, maestros, colegios, universidades, padres y adultos han sido retados por la tecnología. Los dispositivos electrónicos, la inmediatez y alternativas del ocio de los niños y los jóvenes se imponen. Lo que Morales busca es seducir a estos infantes y adolescentes como, por ejemplo, lo hizo Mario Mendoza con su creatividad y empatía. Sus libros los conquistaron y él se convirtió en una figura. Los inspira e insiste en que lean, pregunten, se cuestionen, no traguen entero. Un escritor que los incomoda y los estimula a que formen su criterio.
El principal objetivo de la librería de Claudia Morales será cautivar. Pretende atraer mentes curiosas que estén dispuestas a vivir en varios universos. Trabajará por la complejidad. Romperá con la idea de “los libros que deben ser leídos porque sí son literatura” y les abrirá la puerta a las alternativas, la diferencia y las historias que narren la vida. Se fundirá, junto con su familia y los asistentes que acudan a su llamado, en la posibilidad de cambiar la realidad impuesta por la elegible. La de colores. La diversa. La digna.