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Colombia en el mercado y el circuito del arte

ARTBO se ha transformado de ser una mera plataforma comercial a un verdadero punto de encuentro cultural. Con la participación de expertos y personas del sector, en el reciente conversatorio del Magazín Cultural se reflexionó sobre cómo esta feria está redefiniendo el coleccionismo y el acceso al arte en Colombia.

01 de octubre de 2024 - 11:00 a. m.
Feria Internacional del Arte de Bogotá.
Feria Internacional del Arte de Bogotá.
Foto: Óscar Pérez

A propósito de los 20 años de la Feria Internacional de Arte de Bogotá, que se celebraron durante cuatro días en el Ágora Centro de Convenciones, el Magazín Cultural organizó un conversatorio para dialogar sobre el mercado y el circuito del arte.

Los invitados a los “Diálogos del Magazín” fueron Nicolás Jaramillo, subdirector de la Galería La Cometa, Laura Montañés y Manuela Rodríguez, fundadoras de The Latin American Art and Culture Consultancy (The LAAC), quienes reflexionaron sobre la importancia de ARTBO para el arte en Colombia, así como en las transformaciones que se han evidenciado en las dinámicas de consumo en este mercado durante los últimos años.

El impacto de ARTBO

Para esta edición, se presentaron galerías nacionales e internacionales de trayectoria, emergentes y con propuestas de vanguardia, seleccionadas por un comité conformado por figuras destacadas de la escena artística. Sin embargo, más allá del componente comercial, la feria decidió abrir nuevos escenarios para también servir como una ventana de exposición al trabajo de los artistas.

Laura Montañés resaltó ese cambió en el paradigma de ARTBO, ya que consideró que esto implica que más personas se involucren y se relacionen con el mercado artístico, no solo desde el acto de comprar. “ARTBO ha puesto en el ojo de Latinoamérica a Colombia. Inicialmente, era algo que se creía un asunto comercial, pero para este año tuvo ocho secciones en donde participaron artistas sin representación comercial, y con esto se trató de involucrar a más gente en el mundo de arte, pues ante se creía que allí solo asistían quienes iban a comprar, pero hoy es un espacio de aprendizaje y de recreación”, señaló.

Algunos de los escenarios que referenció Montañés fueron: la Sección Principal, que le abrió las puertas a una selección de galerías nacionales e internacionales. Luego, estuvo el espacio de Referentes, en el que se presentaron obras de artista que rompieron paradigmas de la historia del arte y que se han convertido en referentes del arte contemporáneo.

Otra de las secciones fue Artecámara, un espacio en el que 30 artistas emergentes exploraron las nuevas formas de vida y las relaciones políticas y ambientales que dan sentido a un mundo cada vez más complejo. Mientras tanto, en Encuentros se reunieron curadores, directores de museos e instituciones, coleccionistas y expertos para dialogar e identificar tendencias emergentes, desafíos comunes y oportunidades en el mundo del arte.

Así, el crecimiento de la feria a lo largo de los años ha permitido que exista una conversación entre los diversos actores del circuito artístico. Esa fue una de las virtudes que Montañés encontró en lo que respecta en el evento en el que cada vez se involucra no solo artistas, curadores o galeristas, sino que también empieza a existir un lugar para los académicos e investigadores.

Tanto Nicolás Jaramillo como Manuela Rodríguez coincidieron con lo dicho por su colega, pues ambos destacaron la posibilidad que gestaba este espacio para atraer un público nuevo y que se sensibilizara con el arte. “ARTBO logra convocar a un público que normalmente no atiende a la cultura, porque se ha convertido en un plan en el que la gente conversa y participa de escenarios que son amenos para todos”, resaltó Rodríguez.

El perfil del coleccionista

Aun con esas transformaciones, los coleccionistas se mantienen como el corazón de este tipo de eventos; sin embargo, esos cambios también ha generado una renovación en el perfil de aquellos que adquieren arte. Aunque para Jaramillo el coleccionismo es un asunto de no muy vieja data en el país y que se encuentra en crecimiento, sí reconoció que ya no solo las personas de avanzada edad coleccionan, sino que hay jóvenes que se interesan por ello.

“Hoy en día el significado de la palabra coleccionista, en el contexto colombiano, es mucho más amplio; y no solo por la edad del personaje, sino por el tipo de cosas que acumula y por las diversas formas en las que se aproxima a aprender sobre lo que compra”, puntualizó. A eso, Montañés sumó que el coleccionismo en Colombia es un asunto que está estrechamente ligado a la pasión, teniendo en cuenta los bajos incentivos tributarios que existen para hacerlo: “Es muy valioso que en Colombia tengamos todavía coleccionistas de arte, porque más allá del incentivo y de tener un activo económico, es una muestra de amor por lo artístico y la cultura, así como un gesto de admiración por el artista, porque los incentivos no son iguales a los que podría recibir alguien en Estados Unidos, por ejemplo”.

Para Rodríguez, en cambio, el coleccionismo es algo que ya llevando ocurriendo en Colombia, principalmente ejercido por empresas e instituciones privadas, solo que hubo una pausa en su práctica debido a las condiciones socioeconómicas. Sin embargo, sí evidencia un resurgir que, dijo, tiene que ver con el papel que también juegan los comercializadores: “Nos hemos concientizado de la importancia de educar en el coleccionismo. Uno no puede como comercializador, simplemente venderle a alguien por venderle, al precio que sea, sin darle un contexto de cuánto es un precio justo y por qué se paga lo que se paga. Creo que entre todos estamos tratando de abrir estos espacios para que los nuevos coleccionistas aprendan sobre cómo coleccionar”, aseguró.

Los tres panelistas también discurrieron sobre el impacto de las nuevas tecnologías en estas dinámicas y todos coincidieron que esta era una herramienta que permitía derribar fronteras geográficas, idiomáticas y de tiempo y espacio, para acceder a los espacios artísticos o a la misma obra. No obstante, afirmaron que esto no significa el remplazo de los escenarios físicos, sino una puerta de entrada a ellos. Por tanto, identificaron que el perfil de los coleccionistas es ahora el de alguien joven.

Los retos del arte en Colombia

Ante la pregunta por las estrategias para impulsar el mercado del arte nacional, Jaramillo aseveró que desconfía que sea el Estado se vuelva en un agente activo en este ecosistema. Mientras que Montañés hizo énfasis en la importancia de que un artista trabaje en conjunto con un galerista.

“Si los artistas supieran realmente la labor de un galerista, en cuanto el posicionamiento o la visibilidad de la obra, podría haber mayor exposición. De hecho, su carrera se va a ir beneficiando en la medida en la que un galerista esté respaldando su gestión. Pero para que eso ocurra, se debe entender cuál es el rol de cada uno de los agentes, porque actualmente hay una ruptura en todo el ecosistema. No hay articulación”, puntualizó Montañés.

Por su parte, Rodríguez hizo énfasis en la urgencia de mayor inversión y mejores recursos. “Aquí los trabajos en el arte son muy mal pagos y no hay financiación a la cultura ni desde el sector público, ni desde el privado, por algo nosotras somos independientes”, concluyó.

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