“Colombia se ha dado mucho tiempo la espalda a sí misma”: Iván Argote
El artista bogotano fue nominado al premio de arte contemporáneo Marcel Duchamp y participó en la Feria Artbo en la sección “Referentes”, curada por Gabriela Rangel. Actualmente exhibe su obra en el Centre Pompidou de París.
Andrea Jaramillo Caro
El artista y cineasta Iván Argote, quien reside en París, lleva años explorando la relación con la historia, la política y la construcción de subjetivos a través de su obra, que abarca medios como videos, performance, instalación, fotografía, entre otros. Nació en 1983 en Bogotá, estudió diseño industrial en la Universidad Nacional de Colombia y recibió su título en 2004. La vida lo llevó a Francia, donde estudió en el École des Beaux Arts en París, luego de ganar en 2005 el primer premio en el Salón Nacional de Arte Joven. Su obra ha sido expuesta en países como Italia, Francia, Brasil, República Checa, Reino Unido, entre otros.
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El artista y cineasta Iván Argote, quien reside en París, lleva años explorando la relación con la historia, la política y la construcción de subjetivos a través de su obra, que abarca medios como videos, performance, instalación, fotografía, entre otros. Nació en 1983 en Bogotá, estudió diseño industrial en la Universidad Nacional de Colombia y recibió su título en 2004. La vida lo llevó a Francia, donde estudió en el École des Beaux Arts en París, luego de ganar en 2005 el primer premio en el Salón Nacional de Arte Joven. Su obra ha sido expuesta en países como Italia, Francia, Brasil, República Checa, Reino Unido, entre otros.
¿Podría describir cómo fue este proceso de estar nominado al Premio Marcel Duchamp?
Es un premio creado por una asociación de 500 coleccionistas, quienes votan una vez por año por los artistas que les parecen más pertinentes del momento. Los cuatro artistas mejores votados son los nominados. Muchas veces fui casi nominado, desde hace ya tal vez ocho años, lo que es bonito; hay quienes con pasión apoyan y defienden nuestras obras y carreras. Este año, cuando menos lo esperaba, me avisaron de la nominación. Es un lindo reconocimiento. En particular, lo aprecio mucho porque no es fácil hacer una carrera aquí en Francia siendo inmigrante, haciendo el tipo de trabajo que hago, que es crítico, sin tener familia o allegados aquí y sin tener plata ni riquezas personales o familiares. Finalmente es un reconocimiento a muchos años de trabajo, pero sobre todo, y así tomé la nominación. Es una oportunidad clave para proponer una pregunta sobre el legado y el patrimonio colonial en la institución más central de Francia y una de las más importantes de Europa.
¿Cuál es la historia detrás de la obra que exhibe en el Centre Pompidou?
Es una trilogía de acciones y de filmes hecha en Roma, Madrid y París, alrededor de tres monumentos imperiales y coloniales de distintas épocas. En cada ciudad hice simulacros de desplazamiento de estos monumentos para generar la idea o mostrar la posibilidad de una transformación del espacio público. Cada acción tiene historias y temas en específico sobre la iconografía que celebra la colonización francesa en París, la iconografía colonial española en Madrid, y también va más allá, y analiza el legado de la apropiación cultural y la celebración pública de la dominación de otros pueblos. Luego la trilogía apunta a preguntar por qué nuestros espacios públicos están llenos de símbolos de dominación, militaristas y machistas, y propone tomar una pausa para pensar, para imaginar transformaciones.
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¿Qué elementos o ventajas ofrecen los medios con los que trabaja: instalación, video, fotografía, performance… que otros no?
Lo principal es la transmisión, el medio encuentra su camino. Mi trabajo se hace entre acción, intervención en espacio público, filme documental, filme ficción y con mucha investigación. Esos procesos generan imágenes, objetos, que son presentados a veces en forma de fotografías, dibujos y pinturas. Siento que el trabajo se manifiesta sobre distintos soportes que nacen de una espiral de investigación y acción. Cada medio tiene una especificidad y vida, las obras públicas viven en la calle, las esculturas de exterior a veces en medio de la naturaleza, las obras más delicadas viven en museos o entornos privados, y todas están encendidas, comunicando con su entorno y comunicándose entre sí… así me gusta imaginarlo.
Varias de sus obras incluyen monumentos coloniales y apuntan a que se haga una reflexión sobre el uso del espacio público, ¿de dónde salió su interés por este tema?
Nací y crecí en una familia de profesores de escuela pública con mucho compromiso social y político. Desde pequeño me enseñaron a estar atento a las dinámicas de poder, pero, sobre todo, me enseñaron a preguntar: ¿por qué las cosas están como están? Siempre fui callejero, de niño en mi barrio en la localidad de Kennedy vivíamos en la calle, en los parques, en potreros, teniendo aventuras. Luego, en mi adolescencia y en mi época universitaria, ya vivíamos por el centro y seguí con el mismo espíritu explorador, y bueno, no era difícil ver cómo se nos muestra la historia. Muchos monumentos de hombres bigotones importantes, nunca nadie como uno, nunca una o un trabajador, ni siquiera algo inesperado o distinto. Homenajes a quienes conquistaron Colombia, a quienes la han dirigido… una historia de vencedores que siempre nos mira desde arriba, que no incluye a nadie ni nada que nos recuerda la vida, la cultura, el paisaje, el amor, la amistad, el cariño. Entonces, desde muy joven, ha venido evolucionando una pregunta, ¿por qué? ¿Por qué una historia así y no la de otras y otros? ¿Por qué un bigotón allá encima montado? ¿Por qué esa relación con el país y con la institución así? Distante, arribista. A mí me cansa ver que el único monumento que celebra la Amazonia en Bogotá está en el Parque Nacional dedicado a Francisco de Orellana, supuesto “descubridor del Amazonas”. Creo que merecemos una ciudad, un espacio público y una historia en las que nos veamos reflejados, con nuestros problemas, con nuestras bellezas.
Durante el paro nacional de 2021 este fue un tema muy discutido, ¿cómo encaja su obra en este debate que no es exclusivo de Colombia?
Creo que en Colombia son también muchas y muchos los que están cansados de vivir en un lugar en que la institución y la historia no les ve, de ser parte de una sociedad que no les mira y reconoce. Colombia se ha dado mucho tiempo la espalda a sí misma, la institución vive en una fantasía aún colonial, mezclada ahora con algo un poco “wanna be” gringo y se olvidan de que somos mestizos, campesinos, indígenas, negros, blancos, gitanos, cholos, etc. Por vivir así hemos dejado de aprovechar el mayor tesoro que tenemos: nuestra increíble diversidad cultural. Y esto no solo es colombiano, pasa en todo el mundo. Mi obra es parte de una conversación generacional, local y global que se pregunta cómo nuestros sistemas productivos, nuestros sistemas de valores y de representación, nos hacen felices y no nos representan.
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¿Cómo es su proceso creativo para las diferentes obras que ha presentado en su carrera artística?
Investigación, mezclada con experiencias de vida. Escuchar mucho el contexto, ir a ver, a oír, a tocar. Preguntar, buscar, leer, luego experimentar. Trabajo mucho en instalaciones para el espacio público o filmes para los que hay que hacer estudios de campo, geológicos, arquitectónicos, pero también históricos. Igual hay que vivir los lugares, crear vínculos, aprender lenguas, dichos, escuchar músicas, bailar. Hay momentos de introspección, de concentración y aislamiento. Momentos de fabricación, construcción, con equipos grandes o en soledad. Cada minuto es parte de un proceso, es una conversación constante, que obviamente necesita descansos, silencios, distracciones, pero que está furtiva. A veces los proyectos se revelan como visiones, hay algo de brujería en esto, siento yo, así se trabaje sobre temas muy concretos o procesos muy conceptuales.
¿Qué influencias o referentes ha tenido y cómo ha incluido esto en su carrera?
Todas, desde la música que escuchaban mis padres, de tipo música protesta, salsa, o la música que escuchaba de niño en el barrio, Rodrigo D, metal… también de muy chiquito me gustaba el tango, Gardel fue mi primer ídolo. Hablando de arte, las primeras vanguardias del siglo XX, el dadaísmo, luego el situacionismo, Fluxus… descubriendo artistas como Dan Graham o Francisco Antonio Zea, un artista que tenía en el barrio la Soledad una casa invadida con una instalación de desechos. Mis amigos del movimiento “Etceterista”: Fabio Espinosa, Ricardo Gómez, Gabriel Alarcón, Rafael Zanabria, con quienes de jovencitos hacíamos acciones en los buses, museos, cines, discotecas o escalábamos monumentos. Pienso en Zenaida Osorio, profesora universitaria y amiga; Juan Ricardo Rodríguez, en París mis profesores Claude Closky, Guillaume Paris, Christian Boltanski, Giuseppe Penone. Mis colegas artistas con quienes compartimos ideas, conversaciones, exposiciones. Todo se mezcla y se retroalimenta, me cuesta ver la vida como una línea o una cadena de causas y consecuencias, es siempre más fluido.
¿Cuál es el proyecto que más ha disfrutado realizar?
Todos… En Camerún hice una obra que está regada por toda la ciudad, interviniendo en las canalizaciones de aguas sucias que están descubiertas. Allí pusimos lozas con palabras que crean poemas que hablan de afecto, dignidad y solidaridad. En el desierto en Coachella, trabajando con gente de la comunidad chicana, construimos una pieza de land art… Ahora en el Pompidou, haciendo la instalación de videos y esculturas, en los rodajes en Indonesia, en Neiva, en pueblitos en Inglaterra, haciendo videos en la calle en Nueva York, en el metro en París, en el taller, en la casa. La verdad, vivo esto con mucha pasión.
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Para usted, ¿qué es el arte?
Una herramienta filosófica que se pregunta sobre el cómo pensamos, sobre el cómo sentimos, sobre el cómo vivimos y nos relacionamos. Es también una luz que nos muestra caminos. Es un ejercicio de honestidad con uno, con un entorno. Es un lugar para enfrentarse con el miedo. Es un deseo fuerte, un gran objeto político y discursivo. Un mecanismo para dialogar con el pasado, con el futuro, para intervenir en la marea eterna de las ideas.
¿Cómo han cambiado su estilo y perspectiva con el paso del tiempo?
Uno tiende a parecerse a uno mismo, uno les da vueltas y vueltas a las mismas preguntas, a veces no entiende bien las preguntas, toma tiempo generarlas en primera instancia. En esa espiral se van generando formas, estrategias y caminos no homogéneos, pero que se encuentran girando alrededor de los mismos polos de gravedad. A veces trato de evadir ese campo magnético, pero -y creo que nos pasa a muchos- recaigo en viejas obsesiones, visiones y entusiasmos. Con el tiempo he aprendido a apreciar algunas formas y maneras de hacer que creo que he comenzado a labrar y tienen algo de especificad. He aprendido a generar dinámicas más complejas, a colaborar con otras y otros artistas, de la música, o de la artesanía, o de la imagen, etc. Creo mucho en la cultura, cada vez más… en la cultura como motor de transformaciones… vuelve y juega, recaigo en esperanzas de antaño.
¿Cómo se describiría a sí mismo y a su obra?
Apasionado, concentrado, alegre… crítico… distraído... la obra, por ahí va.
¿Cuál es el futuro de su obra?
El futuro lejano, ni idea. En el futuro cercano hay varios proyectos de escultura para espacio público que abren en los próximos meses, estamos trabajando con el Museo del Banco de la República en una instalación exterior, también en Amberes, una instalación permanente más tipo land art para Dublín (Saint Anne’s Park). En 2025 abre una gran instalación para un parque público en Berlín (Spreepark), de aquí a allá hay también exposiciones en algunas instituciones en Francia, Italia, Brasil, todavía se están cuadrando las fechas. Para 2023 estoy preparando un nuevo filme sobre el fondo del río Sena, que voy a hacer con drones subacuáticos, va a ser bien interesante, hemos hecho mucha investigación y nos queda aún mucho por hacer. Estoy terminando la escritura de una película para cine(s) que habla justamente de historias políticas y familiares en la Colombia de los 70, que ojalá podamos rodar de aquí a un año y salga en 2024. Me gusta, como perspectiva, seguir trabajando en espacios públicos, haciendo escultura y paisajismo, haciendo filmes entre documental y ficción, y seguir haciendo obra íntima, de microescalas. Está el proyecto Espacio Temporal, un lugar de exposición e intercambio que hicimos en París con Sofía Lanusse, con el fin de mostrar artistas de Latinoamérica y el Caribe aquí, me gustaría que pueda seguir evolucionando y que se vuelva un puente entre escenas.
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