“Colombia tiene un gran potencial en danza”: Juan Pablo López
Hoy comienza la sexta Bienal Internacional de Danza de Cali. Su director habló sobre los diferentes géneros que se presentan y cómo Cali es la ciudad de la danza.
Andrea Jaramillo Caro
¿Cómo llegó a ser el director artístico de la Bienal Artística de Cali?
Estudié periodismo en Cali y después de esto trabajé con la Secretaría de Cultura de Cali, con Germán Patiño, que fue el creador del Festival Petronio Álvarez. Así comencé a entender el impacto que tienen los festivales en el desarrollo cultural de unos municipios, después estuve 10 años como director cultural de la Alianza Francesa de Cali y luego trabajé en el Ministerio de Cultura, donde dirigí la parte artística de la Bienal.
¿Qué implica ser el director artístico de una bienal de danza?
Ser director artístico de una bienal de danza es tener una gran responsabilidad, porque es poner en escena, con recursos públicos y privados, una programación que sea de vanguardia, pero que también se conecte con los intereses de un territorio. Ser director de una bienal es primero una gran responsabilidad con el público, con los sponsors, una gran responsabilidad con los artistas, pero sobre todo, una gran responsabilidad con el país, porque es posicionar una programación de primera línea que responda a los intereses del territorio y que no sea una programación mainstream solamente para traer lo que programan otros sectores de danza en el mundo, sino que en realidad sea una apuesta para buscar otros mundos y otras danzas.
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¿A qué se refiere cuando dice que Cali se debatía entre la salsa y el ballet?
Hay que tener en cuenta que la salsa, en Cali todos bailamos salsa, es como el tango en Argentina, es un tema democrático, es un tema que forma parte de su cultura y, obviamente, la salsa está presente porque la salsa sabemos que llegó por Buenaventura, no se creó como esa salsa estilo caleño y hay toda una cultura mítica de esta. Eso no lo podemos desconocer. El ballet, por su parte, es una técnica en la que Cali es pionera, porque allí hace 43 años se creó el Incolbalet. Este tuvo mucha influencia de la escuela cubana y, por tanto, los bailarines de Cali tienen una gran formación y técnica, una gran técnica. Todo esto se dio mucho hacia la época en la que nació el Festival Cali es Danza, y en ese momento estaba muy marcado por esos dos géneros.
Entonces, por eso era importante abrirle un espacio a la danza contemporánea...
Le abríamos el espacio a grupos de danza contemporánea, a grupos no tan conocidos en diferentes espacios y, luego, nos juntamos las dos instituciones para crear el Festival Cali es Danza, porque no había un eco, no había un espacio en Cali para la danza contemporánea. Creamos ese festival para que el nicho de la danza contemporánea tenga el espacio de representación y de diálogo.
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Y Cali es el escenario perfecto para que se encuentren todos estos géneros...
Cali es una ciudad que baila y es una ciudad de la danza donde tienes el ballet, tienes las escuelas de salsa, pero tienes un ecosistema de danza folclórica, que es en realidad impresionante, pero también tienes un grupo de danza urbana que cada vez está más cualificado. La capital de la danza colombiana es Cali, en ese sentido creo que la visión del trabajo conjunto con esos otros festivales ha conllevado a que en realidad sea una ciudad que abraza a todos los géneros y ya no es solamente la ciudad de la danza y el ballet.
¿Cómo se desarrolló su interés por la danza?
Vuelvo un poco al background, a lo que te conté al inicio, trabajé primero con Germán Patiño. Él es una figura mítica de la cultura caleña, y pienso que el Festival Petronio y a mí me tocaron los primeros Petronios, y ahí entendí. Imagínate que era un festival en el cual a Germán, cuando hacía las reuniones, la gente de la cultura caleña le decía: pero, ¿por qué va a crear un festival de música del Pacífico? Él le decía: en la Cali que vivo hay un gran porcentaje de población afro-descendiente, no sé en dónde usted vive. Esa influencia de Germán Patiño para mí fue vital, porque él era investigador y estaba viendo el futuro de la ciudad, estaba viendo cómo una ciudad debería abrazar a su público y a su población. No era una visión no de élite, sino una visión de realidad, de comunidad, y a mí eso me marcó muchísimo.
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¿Qué representa la danza en su vida?
Para mí la danza representa, primero, mucha esperanza en el país, porque me ha tocado viajar a lugares recónditos en el Urabá antioqueño, de Chocó, del Pacífico, donde tú llegas a la hora que llegas y los chicos han estado viajando, en el caso del Urabá, hasta seis horas para llegar a los estudios de danza. Colombia tiene un potencial en danza que me hace realizar mi trabajo con una gran alegría y una gran esperanza. El potencial que tiene Colombia en danza está apenas por verse. La danza está dejando de ser un accesorio de la música.
¿Cómo llegó a ser el director artístico de la Bienal Artística de Cali?
Estudié periodismo en Cali y después de esto trabajé con la Secretaría de Cultura de Cali, con Germán Patiño, que fue el creador del Festival Petronio Álvarez. Así comencé a entender el impacto que tienen los festivales en el desarrollo cultural de unos municipios, después estuve 10 años como director cultural de la Alianza Francesa de Cali y luego trabajé en el Ministerio de Cultura, donde dirigí la parte artística de la Bienal.
¿Qué implica ser el director artístico de una bienal de danza?
Ser director artístico de una bienal de danza es tener una gran responsabilidad, porque es poner en escena, con recursos públicos y privados, una programación que sea de vanguardia, pero que también se conecte con los intereses de un territorio. Ser director de una bienal es primero una gran responsabilidad con el público, con los sponsors, una gran responsabilidad con los artistas, pero sobre todo, una gran responsabilidad con el país, porque es posicionar una programación de primera línea que responda a los intereses del territorio y que no sea una programación mainstream solamente para traer lo que programan otros sectores de danza en el mundo, sino que en realidad sea una apuesta para buscar otros mundos y otras danzas.
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¿A qué se refiere cuando dice que Cali se debatía entre la salsa y el ballet?
Hay que tener en cuenta que la salsa, en Cali todos bailamos salsa, es como el tango en Argentina, es un tema democrático, es un tema que forma parte de su cultura y, obviamente, la salsa está presente porque la salsa sabemos que llegó por Buenaventura, no se creó como esa salsa estilo caleño y hay toda una cultura mítica de esta. Eso no lo podemos desconocer. El ballet, por su parte, es una técnica en la que Cali es pionera, porque allí hace 43 años se creó el Incolbalet. Este tuvo mucha influencia de la escuela cubana y, por tanto, los bailarines de Cali tienen una gran formación y técnica, una gran técnica. Todo esto se dio mucho hacia la época en la que nació el Festival Cali es Danza, y en ese momento estaba muy marcado por esos dos géneros.
Entonces, por eso era importante abrirle un espacio a la danza contemporánea...
Le abríamos el espacio a grupos de danza contemporánea, a grupos no tan conocidos en diferentes espacios y, luego, nos juntamos las dos instituciones para crear el Festival Cali es Danza, porque no había un eco, no había un espacio en Cali para la danza contemporánea. Creamos ese festival para que el nicho de la danza contemporánea tenga el espacio de representación y de diálogo.
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Y Cali es el escenario perfecto para que se encuentren todos estos géneros...
Cali es una ciudad que baila y es una ciudad de la danza donde tienes el ballet, tienes las escuelas de salsa, pero tienes un ecosistema de danza folclórica, que es en realidad impresionante, pero también tienes un grupo de danza urbana que cada vez está más cualificado. La capital de la danza colombiana es Cali, en ese sentido creo que la visión del trabajo conjunto con esos otros festivales ha conllevado a que en realidad sea una ciudad que abraza a todos los géneros y ya no es solamente la ciudad de la danza y el ballet.
¿Cómo se desarrolló su interés por la danza?
Vuelvo un poco al background, a lo que te conté al inicio, trabajé primero con Germán Patiño. Él es una figura mítica de la cultura caleña, y pienso que el Festival Petronio y a mí me tocaron los primeros Petronios, y ahí entendí. Imagínate que era un festival en el cual a Germán, cuando hacía las reuniones, la gente de la cultura caleña le decía: pero, ¿por qué va a crear un festival de música del Pacífico? Él le decía: en la Cali que vivo hay un gran porcentaje de población afro-descendiente, no sé en dónde usted vive. Esa influencia de Germán Patiño para mí fue vital, porque él era investigador y estaba viendo el futuro de la ciudad, estaba viendo cómo una ciudad debería abrazar a su público y a su población. No era una visión no de élite, sino una visión de realidad, de comunidad, y a mí eso me marcó muchísimo.
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¿Qué representa la danza en su vida?
Para mí la danza representa, primero, mucha esperanza en el país, porque me ha tocado viajar a lugares recónditos en el Urabá antioqueño, de Chocó, del Pacífico, donde tú llegas a la hora que llegas y los chicos han estado viajando, en el caso del Urabá, hasta seis horas para llegar a los estudios de danza. Colombia tiene un potencial en danza que me hace realizar mi trabajo con una gran alegría y una gran esperanza. El potencial que tiene Colombia en danza está apenas por verse. La danza está dejando de ser un accesorio de la música.