Colombia, un país que nunca se olvida
Dos madres expatriadas crearon un libro para enseñar a sus hijos lo que significa ser colombianos, sin importar si nacieron allí. Una de las autoras habló sobre este “regalo” que les entregan a sus pequeños con la convicción de que crezcan reconociendo sus raíces y su historia.
Samuel Sosa Velandia
Dicen que una de las primeras sensaciones al emigrar es el extrañamiento. Salir del hogar en busca de nuevos horizontes puede implicar el sacrificio de cargar con el peso de la ajenidad y la soledad. Sin embargo, Lorena Lumbaque reconoce que ella no experimentó eso.
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Dicen que una de las primeras sensaciones al emigrar es el extrañamiento. Salir del hogar en busca de nuevos horizontes puede implicar el sacrificio de cargar con el peso de la ajenidad y la soledad. Sin embargo, Lorena Lumbaque reconoce que ella no experimentó eso.
Salió de Colombia hace cerca de ocho años y, por mucho tiempo, vivió completamente desapegada del país que la vio crecer. Sin embargo, eso cambió cuando se convirtió en mamá. Tras tener a su primogénita en Dubái, ciudad a la que se mudó debido a una oferta laboral para su esposo, sintió la necesidad de conectar con sus raíces.
La maternidad no solo significó criar, sino también la responsabilidad de enseñarle a su hija que venía de un país lejano, pero fundamental en su historia. Un país que le pertenecía tanto como a ella.
La mejor forma que encontró para compartirle esa parte de su vida, que para Lumbaque va más allá de lo geográfico y se adentra en lo profundo del ser, fue a través de un libro. “Un regalo llamado Colombia” es el título de este proyecto, que coescribió junto a Daniela Ruiz, otra madre que quería mostrarles a sus hijos que son tan colombianos como cualquier otro nacido en Colombia. Aunque ecuatoriana, Daniela está casada con un colombiano y sabe reconocer a quienes provienen de este lado del mundo, pues asegura que hay algo único en una persona nacida en estas tierras.
Ambas madres coinciden en que “ser colombiano es un regalo con el que naces, solo para ti, pero que quieres compartir con el mundo”.
¿Cómo nace el libro? ¿Cuál fue la pregunta o la necesidad que dio origen a todo?
Nos conocimos con Daniela hace seis años, cuando ambas llegamos a Dubái porque nuestros esposos recibieron una oferta laboral. Ninguna de las dos era madre en ese entonces. Cuando ella tuvo a sus hijos y yo a mi hija, sentimos que era necesario transmitirles lo que significaba ser colombianos, sobre todo en un lugar como Dubái, donde todos somos extranjeros. Nos preguntamos cómo defenderíamos nuestra identidad, así que empezamos a buscar libros que pudieran ayudarnos, pero no encontramos ninguno que contara la historia que queríamos compartir. La mayoría de los libros sobre Colombia se enfocan en la naturaleza, pero eso no es suficiente cuando quieres defender lo que realmente significa ser colombiano. Como expatriadas, descubrimos que había muchas facetas de la colombianidad que no estaban representadas, y fue entonces cuando decidimos crear nuestro propio libro.
¿Cómo fue el proceso de creación? ¿Alguna de ustedes tenía experiencia en literatura?
Las dos somos creativas, pero en campos diferentes. Yo soy publicista con más de 20 años de experiencia, por lo que la narrativa no me es ajena, aunque nunca había escrito un libro. Daniela, por su parte, es diseñadora de interiores y está muy vinculada al mundo editorial, ya que sus hijos son grandes lectores. Nuestra primera herramienta fue nuestra experiencia profesional y nuestra comprensión de lo que significaba ser madre. La historia está inspirada en nuestras hijas, María y Eva, y en los relatos de muchos padres colombianos que viven fuera del país. A medida que recopilábamos diferentes perspectivas, me di cuenta de que ciertas características que creía propias de los colombianos, Daniela las identificaba también. Luego, comenzamos a crear el borrador y nos asesoramos con editores, incluyendo a una colombiana. Queríamos que esos elementos estuvieran presentes en todo el proceso, desde la creación hasta la edición, pero el proyecto fue completamente independiente. Somos autopublicadas.
El libro no se enfoca en la biodiversidad, sino en los rasgos de la personalidad, ¿cómo lo retrataron? ¿ A qué recuerdos apelaron?
El libro nació de vivencias personales y de observarnos a nosotras mismas en cómo nos comportamos estando fuera de Colombia. Por ejemplo, para un colombiano expatriado, la Navidad lo es todo. Aunque vivas al otro lado del mundo, la celebras a la manera colombiana, lo mismo con el Día de las Velitas. Aunque mencionamos la biodiversidad, lo hacemos a través de metáforas, como que las ideas salen de nuestra mente como mares, con animales y otros elementos que representan a Colombia, pero de forma simbólica. Queríamos capturar no solo las memorias, sino también la manera en que somos percibidos y cómo podemos aprovechar nuestras fortalezas. Por eso, el objetivo del libro es empoderar a los niños.
¿Y cómo llegaron al nombre? ¿Siempre fue ese?
Al principio, el libro iba a llamarse “Un Lugar Llamado Colombia”, con la intención de transmitir esa visión del país desde afuera. Sin embargo, mientras desarrollábamos el libro, encontramos una frase muy bonita que dice: “Ser colombiano es un regalo con el que naces, para ti solo, y aun así lo quieres compartir con el mundo entero”. Esta frase aparece en una página donde mencionamos a personas muy reconocidas, como Shakira, Caterine Ibargüen, Gabriel García Márquez, Fernando Botero y Diana Trujillo, entre otros, que reflejan una historia de empoderamiento. Lo que tienes de valioso es también un regalo para los demás, para cualquier persona que tenga la oportunidad de conocerte.
¿Ya ha compartido el libro con su hija? ¿Cómo reaccionó al ver que ella es la protagonista?
Con mi hija pasa lo que en Colombia se dice “en casa de herrero, cuchillo de palo”. Durante todo el proceso, ella ni siquiera le echó un vistazo al libro. Cuando tuvimos el primer ejemplar impreso, ni lo miró. Ella sabe que es uno de los personajes, pero no le interesó mucho. Sin embargo, ha sido ahora, en estos últimos días, cuando hemos estado en eventos, que se ha mostrado más interesada. He notado que el libro es una pieza conversacional, con elementos que facilitan la interacción de los padres con los niños más pequeños. Además, es un libro que puedes revisitar a medida que creces y cada vez tendrá un significado distinto. Lo más sorprendente ha sido ver cómo los adultos, especialmente los colombianos, se han emocionado al leerlo. Muchos nos han dicho que al leerlo sintieron que su país estaba ahí, reflejado en las páginas.
Cuando escribía el libro, ¿qué descubrió sobre Colombia o sobre lo que la representa, que quizás antes habías ignorado?
Siempre supe lo que quería hacer, pero nunca supe cómo. Creo que este libro fue una catarsis, porque, como colombiana viviendo fuera, te enfrentas a muchos comentarios desagradables. A pesar de todo lo que hemos logrado, a veces es difícil hablar de Colombia desde un lugar positivo. Me cuestioné mucho sobre cómo eliminar las tensiones que me generaba hablar de mi país y cómo transmitirle a mi hija una historia bonita. Ahora me llena de orgullo saber que somos conscientes de quiénes somos, y de una manera muy hermosa.
Este es un libro para niños, pero trata temas profundos como el desarraigo y la identidad. ¿le preocupa que los niños puedan no entenderlo completamente?
Hay personas que nacen en un lugar y luego se mudan a otro, y dicen: “No soy lo suficientemente estadounidense para los gringos, ni lo suficientemente colombiano cuando voy a Colombia”. Estos niños a menudo viven en un limbo, sin ser de aquí ni de allá. En el libro representamos esa tensión. El nudo del libro plantea: “¿Ser colombiano es solo nacer en Colombia?” Ninguno de nuestros hijos nació allí, pero son colombianos por herencia. Hay colombianos de varias generaciones que siguen sintiéndose colombianos y desean reforzar esos lazos. Además, hay personas que, sin serlo por sangre ni por nacimiento, migran a Colombia y se sienten más colombianos que nadie. Estamos democratizando los aspectos positivos de la colombianidad, permitiendo que cualquier persona se sienta colombiana, sin importar su origen.
¿Y en la cotidianidad hay alguna forma en la que le recuerde a su hija su colombianidad?
Cuando me convertí en madre, entendí que tenía la responsabilidad de transmitirle ciertos valores. Aunque no sentí nostalgia por Colombia cuando me fui, entendí que debía contarle a mi hija sobre un país del que ella se enamorara, uno de que se sintiera orgullosa, y que, aunque estuviera fuera de Colombia, siguiera contribuyendo a su crecimiento.