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Colombia y Francia: dos siglos de relaciones en tres fechas

En los 200 años de relaciones entre Colombia y Francia, que se conmemoran por estos días, hay historias no tan conocidas de colombianos que han tejido vínculos con este gran país. En este texto, una por cada siglo.

Olga L González*, especial para El Espectador
19 de octubre de 2024 - 06:00 p. m.
Fotografía de junio de 2023, en el saludo protocolario del presidente francés Emmanuel Macron al de Colombia Gustavo Petro, a su llegada a participar en el New Global Financial Pact Summit en Paris. (Francia) EFE/EPA/YOAN VALAT
Fotografía de junio de 2023, en el saludo protocolario del presidente francés Emmanuel Macron al de Colombia Gustavo Petro, a su llegada a participar en el New Global Financial Pact Summit en Paris. (Francia) EFE/EPA/YOAN VALAT
Foto: EFE - YOAN VALAT
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Por estos días se está celebrando la primera misión consular de Francia en Colombia. Aunque las relaciones entre nuestro territorio y Francia fueron estrechas desde los años del Virreinato (hubo comercio y contrabando, hubo intercambio de ideas y, para empezar, la Declaración de los Derechos del Hombre fue traducida al español en América por primera vez en nuestra tierra en 1793 por Antonio Nariño), las relaciones con la República de Colombia propiamente dichas empiezan en 1824.

Ese año llegó el primer cónsul comercial francés a Colombia, Benoît Chassériau. Del personaje no se conoce mucho. Una biografía reciente cuenta que fue jefe de la policía en el Estado libre de Cartagena en 1813, que le salvó la vida a Bolívar en Jamaica y que fue espía en la joven república de Colombia. Y no menos importante, fue uno de los primeros franceses naturalizados como colombianos.

Así es que ese año 1824 marca el inicio de dos siglos de relacionamiento económico, diplomático, intelectual y cultural entre los dos países. Pero ante todo, las relaciones entre Francia y Colombia son una historia de intercambios humanos, de figuras que han marcado a generaciones, de referentes políticos y simbólicos.

Figuras francesas han inspirado a Colombia: hacia 1848, pleno fervor de las sociedades democráticas en nuestra tierra, el poeta romántico y revolucionario Lamartine inspiró a toda una generación. Un siglo y veinte años después, sucedió el revés: Cien años de soledad maravilló a los lectores franceses. Artistas colombianos se han hecho en Francia (para citar solo a una, mencionaré a Emma Reyes, cuya obra pictórica es más conocida en Francia que en Colombia). Grandes intelectuales están enterrados en Francia (pienso en los hermanos Cuervo, homenajeados por Fernando Vallejo). A la par, intelectuales franceses lograron salvar su vida gracias a Colombia (Paul Rivet). Y un arquitecto francés, Gaston Lelarge, que murió en Colombia, diseñó varios edificios administrativos de Bogotá (Palacio Liévano, Palacio de Nariño, cúpula de la iglesia San Pedro Claver de Cartagena…).

La historia de los intercambios humanos es, pues, en extremo rica. En estos días de conmemoración, sólo quiero recordar tres fechas 1824, 1924, 2024: de los primeros colombianos, espiados por la policía francesa, a los solicitantes de asilo de hoy, pasando por un colombiano que escribió una novela en francés situada en la selva colombiana… Cada siglo cuenta algo de la historia particular de esta vieja relación.

Primer momento: 1824

La monarquía estaba de vuelta en Francia. Desde 1824, un nuevo rey, Carlos X, había sucedido a Luis XVIII (éste, a su vez, había sucedido a Napoleón desde 1815). Ese nuevo soberano, Carlos X, vigilaba a los españoles y a los americanos que residían en Francia. La policía se la pasaba espiando desde la época de Napoleón, que soñaba con conocer cada circunstancia de la vida de los habitantes del territorio francés. Le interesaba mucho a esa policía saber si esos colombianos se iban a juntar con los españoles refugiados, que no querían que el rey Fernando VII, de nuevo instalado en el trono de España, se convirtiera en un monarca absolutista.

Estos primeros colombianos (para ser exactos, neogranadinos como el científico Joaquín Acosta o el diplomático Manuel José Hurtado) buscaban obtener el reconocimiento de las repúblicas que recién habían obtenido su independencia. Tenían plena conciencia de la coincidencia de su pedido con el de los representantes de otros jóvenes países. Mexicanos, argentinos, venezolanos, ecuatorianos… trabajaban de concierto en aras de una misma causa: lograr que Francia y otros países de Europa enviaran representantes a sus países, a América, a reconocerlos como entidades soberanas. Se movían con cautela, disimulaban sus simpatías políticas, se disfrazaban de hombres de negocios para no despertar sospechas…

Era un mundo de intrigas, de espías, de delaciones, y también un mundo de princesas, duques, ministros y nobles europeos… El historiador Daniel Gutiérrez ha mostrado cómo la causa de la independencia era no solo de los americanos; también de extranjeros que estaban al servicio de la diplomacia colombiana. Pero defender las revoluciones americanas les podía costar el destierro, o incluso penas aún más duras. Lo cierto es que esos primeros colombianos tejieron lazos con otros latinoamericanos, con españoles rebeldes, con franceses y con otros europeos aliados. Tenían, sin duda, más conciencia de pertenecer a una gran causa política latinoamericana que hoy en día.

Ilustración 1: Barrio de los primeros colombianos en París. Realizado por Daniel Gutiérrez Ardila, El reconocimiento de Colombia.

Segundo momento: 1924

En 1924, el editor Peyronnet publica en París un libro escrito en francés por un colombiano. Así lo presenta el editor: “En el corazón de la América virgen no es una novela de imaginación, sino el relato de una aventura vivida. El autor vivió durante cuatro años, de 1907 a 1911, entre los pueblos salvajes del Amazonas, donde aprendió su lengua, pudo conocer sus mores y conocer sus tradiciones. El corazón de la América del Sur no ha sido aún completamente explorado y quedan muchos misterios para los europeos y para todo el mundo civilizado, en general.”

El autor se llamaba Julio Quiñones. Aún hoy, sigue siendo casi totalmente desconocido en su país. Sabemos que se educó con los jesuitas en Pasto, que fue farmaceuta en la colonia militar del Putumayo y que convivió con la comunidad uitoto, entonces explotada y esclavizada por la Casa Arana, explotadora del caucho.

¿Por qué un autor colombiano publica esta novela en francés, en París? Ese mismo año, José Eustasio Rivera publicaba en Colombia La Vorágine, novela importante, novela de la selva, celebrada en su momento y aún hoy, con justa razón, 100 años después. ¿Por qué el repertorio literario nacional desconoce casi por completo a Quiñones?

Es bien posible que el hecho de haber vivido por fuera de Colombia (vivió en Londres, además de París) lo haya sacado del radar de sus contemporáneos. Sabemos que él tradujo su novela al español y que escribió otros libros (incluso alguno perdido). Su silencio sobre su infancia y los motivos de su instalación en Europa abren muchas preguntas… Una hipótesis que tengo al respecto es que provenía de una familia de bajos recursos, o quizá era un hombre “de color”, y buscó otros horizontes para poder desplegar sus talentos. En todo caso, en París consiguió un editor interesado, quizá un público. Su historia guarda relación con la de tantos colombianos que salen de su país para poder hacer lo que en el suyo se les niega.

Ilustración 2: Portada original de «En el corazón de la América virgen», de Julio Quiñones.

Tercer momento: 2024

En 2024, la comunidad colombiana en París es numerosa, diversa, dinámica. En otra oportunidad espero poder hablar de ella. Hoy quiero recordar que una parte la conforma el abultado grupo de los colombianos que ha tenido que salir de su país por causa de las violencias.

Alrededor de 1.700 colombianos piden el asilo cada año en Francia. Y si consideramos ya no solo a Francia, sino a toda Europa, Colombia es el quinto país en orden de solicitantes de asilo (aproximadamente 63 mil personas), solo superado por Siria, Afganistán, Turquía y Venezuela. Es decir que Colombia, pese a ser formalmente una democracia, obliga a muchos de sus nacionales a abandonar su país porque grupos armados de diferente índole los persiguen, hostilizan y amenazan.

Esta situación es un verdadero drama para Colombia: es constatar que, pese al proceso de paz, pese a las elecciones periódicas, la violencia se ha instalado como parte del paisaje y les impide a miles de personas llevar una vida digna.

La suerte de estos solicitantes de asilo en Europa no es fácil: es muy difícil obtener el refugio político, solo una pequeña fracción de los colombianos lo obtiene (alrededor del 15 % de los solicitantes). El endurecimiento de las reglas, la altísima cantidad de pedidos de nacionales de otros países, todo esto converge para dificultar las cosas.

Ilustración 3: Evolución de los solicitantes de asilo colombianos en Francia entre 1981 y 2022. Fuente: Informe del Office Français pour la Protection des Réfugiés et Apatrides, OFPRA, 2023.

Conclusión

La historia de las relaciones entre los colombianos y Francia tiene, por supuesto, muchas otras vertientes. En este breve artículo solo evocamos tres momentos, quizá no tan conocidos, de colombianos que han tejido vínculos con este gran país, que es también un país africano y asiático y europeo y americano, un país mestizo. Los colombianos también han transformado a Francia. Al lado de muchas otras nacionalidades que llegan al viejo país, han sido migrantes, han descubierto la lengua francesa, han tenido que afrontar reglas y papeleo para poder vivir allí, han escuchado las muchas lenguas que se hablan en sus calles. Muchas otras historias quedan pendientes de contar en este largo vaivén de espejismos, amores, encuentros, tropiezos y grandes descubrimientos entre los colombianos y Francia.

Para ir más allá:

-Sobre primeros colombianos, se leerá a Daniel Gutiérrez, Los primeros colombianos en París (1824-1830), Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. 36, N°. 1, 2009, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

-Sobre Julio Quiñones, se leerá este texto de J. Mauricio Chaves Bustos.

-Sobre la migración más reciente, próximamente se podrá consultar el trabajo que realizo con Celio Sierra-Paycha, apoyado por el Consulado de Colombia en París.

* Socióloga e investigadora, ha vivido en Francia durante varios años.

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Por Olga L González*, especial para El Espectador

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Watasabi(56195)19 de octubre de 2024 - 10:05 p. m.
Gracias doña Olga, muy bien escogidas las fechas y los hechos para una conmemoración diferente a los usuales copy- paste de libros escolares de historia universal
Dora(9m21a)19 de octubre de 2024 - 07:00 p. m.
Muy buena información doña Olga! Agradecimiento. No olvidemos que también Francia inició la construcción del Canal de Panamá, contrato firmado con Colombia en 1780? Los vínculos de Colombia con Francia son muchos.Recuerdo las tardes agradables que pasé en la Academia de la Lengua Francesa en Bogotá tratando de aprender ese lindo idioma.
  • Aforado(47752)20 de octubre de 2024 - 12:01 p. m.
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