Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El primer acercamiento que tuvo Juan Camilo Rincón con México y su arte fue a través de los relatos y conversaciones con su padre, quien le contaba sobre las películas de Pedro Infante y Agustín Lara. Esto se fue nutriendo con las canciones de Juan Gabriel y Vicente Fernández, así como pasó, unos años más tarde, con las bandas de rock Culebra y Café Tacvba. Luego llegó la literatura, donde Rincón encontró en Comala un espejo de su país, pues el pueblo de Pedro Páramo era cualquier otro pueblo de Colombia. Comala es el dolor, la violencia y la resistencia del Catatumbo, el Chocó o Putumayo. Además, supo que Gabriel García Márquez había escrito Cien años de soledad mientras habitaba tierras mexicanas.
Este libro es el resultado de la curiosidad por las relaciones y similitudes que existen entre estos dos países desde hace años. En el libro nos encontramos con historias y entrevistas de pintores y escritores como Juan Villoro, Diego Rivera, William Ospina, Mario Mendoza, Elena Poniatowska, Fernando Botero, Manuel Zapata Olivella y Álvaro Mutis, entre muchos otros, que se encargaron de exportar e intercambiar su arte entre estas dos naciones, confirmando así que las dos han sido vasijas receptoras de la cultura de la otra.
Además, ambas culturas han sido artífices de una generación de escritores que han fortalecido los lazos entre ambos países. Por ejemplo, para Rincón, esto se ha visto plasmado en El asedio animal, de Vanessa Londoño: “Esta obra ha sido muy bien recibida en México y elogiada por autoras como Margo Glantz. También pienso en la obra del mexicano Emiliano Monge, el cual se ha convertido en un referente esencial en la academia colombiana cuando se habla de migraciones y fronteras”.
Rincón fue desdibujando los límites geográficos que hay entre México y Colombia en su libro, pues para él “estos límites físicos que los separa no han estado siempre. En la pangea, las costas de estos dos países estaban unidas, y esto es lo que busco con el libro, que desde la cultura estos límites se acaben. Son países que desde hace varios años están unidos por el cine, la música, la pintura y la literatura”.
El también autor de Viaje al corazón de Cortázar realizó algunos viajes a México en los que tuvo la oportunidad de hablar con algunos autores de allá y una de las entrevistas que ayudó a darle un norte a este libro fue la de Elena Poniatowska, pues Rincón se encontró con ella en su casa, que para él también fue encontrarse con Colombia.
Sobre las baldosas de la casa de la escritora mexicana reposan las plantas que le dejó Mercedes Barcha para que las cuidara, así como una biblioteca con libros colombianos que, además, tienen dedicatorias y firmas que confirman la cercanía entre los escritores de ambos países.
“La señora que la cuida nos ofreció té y galletas; Elena me preguntó si estaban ricas, y le dije que sí. Me contó que ella misma las había hecho. Luego, guardó algunas en una servilleta y me las dio para que me las llevara. Verla y escucharla fue volver a la literatura de García Márquez, de Octavio Paz. En ella están los dos países calcados”.
Este libro es el telar que han ido construyendo las plumas y los pinceles de artistas que estuvieron a la vanguardia del siglo XX y parte del XXI. En él podemos encontrar la historia de cómo varios escritores fueron piezas fundamentales en el desarrollo de la cultura de cada país, permitiendo así que, poco a poco y a pesar de las cosas negativas como el narcotráfico y la violencia, esta fuera avanzando y evolucionando.
Macondo y Comala siempre estarán unidos por la sangre y la palabra.