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Hablemos de los inicios de la Comisión Fílmica de Bogotá.
Este proyecto arrancó y sigue siendo un decreto de la Alcaldía Mayor de Bogotá y contempla tres objetivos: fortalecer la industria audiovisual, promocionar Bogotá como un destino fílmico y facilitar las filmaciones en el espacio público de la ciudad. El primer desafío que tuvimos fue crear un equipo transversal, claro y transparente para toda la ciudadanía para poder filmar en los espacios públicos de la ciudad, lo que dio origen al Permiso Unificado para Filmaciones Audiovisuales (PUFA). Eso implicó la articulación de entidades, el desarrollo de una plataforma y protocolo, sensibilizar al sector audiovisual para que el PUFA pudiera establecerse y para que hoy en día podamos decir que hemos emitido más de 12.000 permisos para filmar en los espacios públicos de Bogotá.
¿Qué criterios tienen en cuenta para otorgar los permisos de rodaje?
Para las aprobaciones hay todo un sistema de análisis de las solicitudes, dependiendo del tipo de la solicitud, la estudia determinado administrador del espacio público. Entonces lo que nosotros hacemos es recibir y orientar a las personas sobre cómo hacer las solicitudes. Son varios los criterios que entran en juego, como el número de días y personas, y el tipo de afectación (si se necesita o no cerrar una calle), entre otros. Lo que quisiera destacar es que todo se puede hacer, que la Comisión Fílmica de Bogotá a través del equipo de gestión del permiso hace acompañamiento y guía a todos los ciudadanos que quieran tramitar estos permisos, quienes por lo general son productores audiovisuales y estudiantes, porque ellos también hacen parte del ecosistema audiovisual.
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¿Para qué convertir a Bogotá en un destino fílmico?
Para visibilizar nuestra ciudad y resaltar todas sus cualidades: multifacética, eclética y diversa, y por lo tanto, trasmitir el mensaje de que en Bogotá se pueden narrar miles de historias diferentes. Además, esto beneficia no solo al sector audiovisual, sino también a los servicios conexos, como las empresas de alimentación y transporte, los alquileres de lo que se requiera, etc. Es decir, es una cadena de beneficios que se detonan gracias a que en Bogotá se sigan haciendo producciones audiovisuales.
¿Qué ha hecho la Comisión Fílmica de Bogotá por el sector audiovisual?
Hemos realizado más de 30 talleres de cualificación gratuitos en los que se han capacitado alrededor de 3.000 personas del sector audiovisual en diferentes campos, como gerencia de locaciones, asistencia de dirección, producción en línea, manejo de residuos y textiles; porque ahora estamos muy enfocados en ampliar la información y las herramientas para que las producciones audiovisuales empiecen a transformarse en ser amigables y sostenibles con el medio ambiente. Incluso hemos tenido talleres o cursos de inglés, porque las producciones internacionales que vienen a filmar a Bogotá necesitan un equipo de producción cualificado y capacitado.
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Relacionado con lo que mencionaba de la sostenibilidad, este año publicaron una guía sobre prácticas ambientalmente sostenibles en la industria audiovisual, que incluye talleres de formación…
Esta guía es producto de todo el contexto de lo que sucede en el mundo. El tema de la sostenibilidad va en tres vías: económica, social y ambiental. Lo que queremos hacer mediante esta guía y los talleres es brindar herramientas sobre cómo desde la cotidianidad se puede aportar y transformar, y volverlo alcanzable, porque a veces cuando escuchamos las cifras, lo vemos todo como un problema grande y nos dejamos apabullar y no nos damos cuenta de que nosotros mediante todas esas pequeñas acciones podemos aportar.
Me imagino que esa sostenibilidad en lo social está ligada con la guía ¡Gritemos Corte!, que publicaron en 2022 y está relacionada con la prevención de violencias en el set y la paridad de género…
Sí, nosotros queremos aportarle a la sostenibilidad social con esta guía de prevención y cuidado, en donde podemos hacernos preguntas más profundas sobre nuestro comportamiento en el set de grabación, sobre cómo nos relacionamos, los lenguajes y gestos que usamos, y cómo nos dirigimos hacia las personas. Esta primera versión está enfocada en las mujeres, pero el propósito y el objetivo es que podamos tener otra guía con otros tipos de enfoque.
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¿Qué necesidad identificaron para la creación de esta guía?
Esta guía también parte de experiencias personales. Yo estudié cine y soy productora audiovisual, así que he estado en sets de filmación y conozco cómo puede llegar a ser el comportamiento en estos lugares, en donde hay muchas veces ambientes hostiles y machistas. También vimos otras cosas desafortunadas que pasaron en el sector audiovisual relacionadas con demandas de abuso. Entonces nos dimos cuenta de que era importante hacernos preguntas, pero también brindar herramientas. Esos son los beneficios de hacer parte de esa política pública: que podemos producir herramientas y brindar información que aporte desde la reflexión y la práctica. También realizamos capacitaciones, que han funcionado para empezar a generar transformaciones en torno a nuestros gestos, lenguaje y pensamiento en relación con cómo tratamos a los demás, independientemente de que sea una mujer, hombre o una persona no binaria, porque trasciende a cómo nos relacionamos de persona a persona.