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En la sexta novela se dio el encuentro entre el periodista y el escritor. Cuando Hernán Estupiñán escribió su primera novela “No pregunten por Katina”, quería transmitir la herida común de la guerra que envilece a Colombia. Ahora, después de una larga inmersión en la historia para desentrañar las razones que transformaron vidas ilustres como Bach, Tolstoi y Lutero, despunta el periodista que continúa habitando en su ser creativo y que en la voz del narrador que conoce su oficio, recuerda aquellos años en los que empezó la aventura de entender la verdad.
“Como una nube tus rebeliones”, es el título de su nueva novela que se presenta hoy en la Feria del Libro. Una historia en la que acuden los recuerdos de su natal Socha (Boyacá), la tierra de buena y clara luna, en el entorno familiar, con sus hermanos en sus búsquedas, y entre alegrías y tristezas la órbita espiritual común que exalta en el altar de su memoria. La lenta y persuasiva transición al mundo adulto en medio del traslado a Bogotá, el colegio parroquial, la avenida Los Comuneros, y de repente los titulares de una nación agobiada por las confrontaciones.
De los años setenta marcados por el golpe a Allende en Chile que en 1973 vapuleó a una generación esperanzada en la democracia, al mazazo en la cabeza que en noviembre de 1985 significó el holocausto del Palacio de Justicia en un país estupefacto. La opción del periodismo como supervivencia que Hernán Estupiñán conoce desde hace más de tres décadas, y que esta vez asume desde el lenguaje literario para contar lo que no pudo decir de aquellos días de dolor colectivo. El reportero en calzoncillos que los colegas no olvidan, o el hombre de lo fundamental que exaltaba su padre.
“Realmente lo querían”, escribe el autor sobre su propio admirado y en su comentario une el sentimiento común de varias generaciones por Guillermo Cano Isaza y El Espectador, en un diciembre desgarrador que todavía golpea en la conciencia. Y en medio de lo inexplicable, también el súbito adiós a Luis Carlos Galán, sin crédito para sus victimarios o sus métodos. Únicamente el punto de vista del escritor a quien un día le reclamaron una novela sobre el narcotráfico que había visto irrumpir, y se dio tiempo para hacerla realidad. Antes necesitaba entender a sus maestros, sus mayores, sus razones de fe.
Todo empieza con un consejo paterno, “No seas grosero”, que su primera profesora complementa, “No seas soez”. El entiende que los labios y la lengua son órganos jactanciosos, y que esas máximas para la vida fueron una antesala de su camino hacia la palabra hablada. La rebeldía contra sí mismo que se transforma en encuentros con su abuelo por el pueblo de “La Salina”, o en vericuetos familiares de revolucionarios, cadetes, dibujantes o jardineros, los entramados del destino, los amores platónicos, y de repente las luces y sombras de una Colombia que atrapa hasta a los inocentes.
Son apenas 168 páginas que resultan suficientes para captar el significado de una transición colectiva del país que dejó sus archivos rotos con demasiadas cicatrices. La sangre de hermanos vertida en las calles y campos en los años 80 y 90, que Hernán Estupiñán no podía pasar inadvertida. Sus exploraciones literarias sabían que el báculo de la historia es un polo a tierra, pero en ese acumulado de guerra y paz que suma su trazabilidad a la de miles de hombres y mujeres en suspenso, tenía que agregar su versión de esos instantes en que los ojos del mundo quedaron horrorizados ante Colombia.
“Como una nube tus rebeliones” es una novela para recordar. Después de su trilogía por la fe, o de “El nuevo reino”, premiada en España, con la historia de una monja condenada y absuelta por el asesinato de una compañera de claustro, Hernán Estupiñán une las puntas del círculo. El escritor sale al encuentro del periodista que sigue rastreando noticias en RCN, y le entrega a la sociedad una acuarela del país. Con la memoria de sus recordados escritores Germán Espinosa y Fernando Soto Aparicio, pero también la de sus mártires, cuya estadística se pierde en la jungla de un país de víctimas.