Con el instrumento de los ángeles

El arpa es el instrumento de los ángeles. El sonido que produce es similar al de una cascada en cámara lenta y mientras se ejecuta una escala musical con sus veintitantas cuerdas, un lector consumado lograría avanzar unos cuantos renglones y si le saca provecho a su eco, tal vez, podría sumar a su lectura unas cuatro palabras. El arpa celta, con la que se ejecutan los solos más importantes dentro de la denominada música académica, es la invitada especial a las orquestas sinfónicas en las que comparte protagonismo con violines, violas, cellos y demás. El arpa criolla es el alma y nervio de una buena parranda llanera y a diferencia de su prima lejana, sus cuerdas no se frotan con la yema de los dedos, sino con las uñas. De ahí que Elvis Alejandro Díaz Pirabán tenga las suyas largas, fuertes y diestras. Él, ahora, se las ingenia para acariciar a estas dos modalidades del instrumento y además de su arpa criolla, tradicional, folclórica y llanera, le tocó abrir espacio en su casa a una arpa céltica que le regaló la Fundación Salvi, después de su participación en el Cartagena V Festival Internacional de Música.

“Son dos instrumentos diferentes, desde su misma forma física, el número de cuerdas y el material con que son elaboradas. Por ejemplo en el arpa llanera las cuerdas son de nilon mientras que en la clásica son de fibra de carbono, de tripa y metálicas entorchadas”, dice Díaz, un joven músico colombiano de 16 años que acaba de viajar a los Estados Unidos para participar en un concierto de la Lyra Society, entidad sin ánimo de lucro que se encarga de fomentar el conocimiento de las posibilidades sonoras del arpa, y también va a recibir algunas instrucciones académicas en Philadelphia.

A este periplo internacional fue invitado por Elizabeth Hainen, arpista principal de la Orquesta Filarmónica de Philadelphia, quien compartió con él algunas experiencias durante el Festival de Música de Cartagena. Los dos, al lado de la argentina María Luisa Rayán, se encargaron de mostrar la evolución musical de los aires sonoros populares y clásicos interpretados con este instrumento de cuerdas.

“Fui elegido en una audición por Stephen Prutsman, director artístico del festival, como uno de los cuatro jóvenes talentos que participarían en el evento. Allí me presenté en concierto el 13 de enero en la Unibac y no sabía que entre el público estaba Elizabeth Hainen, solo la vi cuando presentaron la nota en el noticiero por la noche y ella dijo que había quedado muy impresionada con mi presentación”, comentó Elvis Díaz.

Pasaron algunos meses y Julia Salvi le informó que la arpista internacional lo había invitado a participar en un concierto de la Lyra Society y que, además, tendría la oportunidad de mostrarle al mundo algunos de los ritmos folclóricos de Colombia interpretados, eso sí, con el arpa llanera. Para su primera vitrina en el exterior preparó temas como Colombia tierra querida, El bunde tolimense, El camino de la vida y Vinotinto.

Para Díaz la academia aporta todo en relación con los estilos folclóricos porque la música tradicional, al igual que cualquier otro tipo de sonoridad, todos los días evoluciona y los maestros, por ejemplo Hildo Ariel Aguirre, su guía y asesor, están siempre atentos a los cambios, los estudian y luego les enseñan las novedades en las técnicas de interpretación a las nuevas generaciones.

“La interpretación del arpa en la música llanera, tanto en la técnica como en la comunicación con el público, es todo un sentimiento y creo que llega a ser una pasión porque en mi caso las 32 cuerdas son como mis venas y cuando la interpreto, mi mente, mis manos y mi arpa somos uno solo”, dice Elvis Díaz, quien interpretando el instrumento de los ángeles quiere llegar a tocar como uno de ellos.

El arpa es el instrumento de los ángeles. El sonido que produce es similar al de una cascada en cámara lenta y mientras se ejecuta una escala musical con sus veintitantas cuerdas, un lector consumado lograría avanzar unos cuantos renglones y si le saca provecho a su eco, tal vez, podría sumar a su lectura unas cuatro palabras. El arpa celta, con la que se ejecutan los solos más importantes dentro de la denominada música académica, es la invitada especial a las orquestas sinfónicas en las que comparte protagonismo con violines, violas, cellos y demás. El arpa criolla es el alma y nervio de una buena parranda llanera y a diferencia de su prima lejana, sus cuerdas no se frotan con la yema de los dedos, sino con las uñas. De ahí que Elvis Alejandro Díaz Pirabán tenga las suyas largas, fuertes y diestras. Él, ahora, se las ingenia para acariciar a estas dos modalidades del instrumento y además de su arpa criolla, tradicional, folclórica y llanera, le tocó abrir espacio en su casa a una arpa céltica que le regaló la Fundación Salvi, después de su participación en el Cartagena V Festival Internacional de Música.

“Son dos instrumentos diferentes, desde su misma forma física, el número de cuerdas y el material con que son elaboradas. Por ejemplo en el arpa llanera las cuerdas son de nilon mientras que en la clásica son de fibra de carbono, de tripa y metálicas entorchadas”, dice Díaz, un joven músico colombiano de 16 años que acaba de viajar a los Estados Unidos para participar en un concierto de la Lyra Society, entidad sin ánimo de lucro que se encarga de fomentar el conocimiento de las posibilidades sonoras del arpa, y también va a recibir algunas instrucciones académicas en Philadelphia.

A este periplo internacional fue invitado por Elizabeth Hainen, arpista principal de la Orquesta Filarmónica de Philadelphia, quien compartió con él algunas experiencias durante el Festival de Música de Cartagena. Los dos, al lado de la argentina María Luisa Rayán, se encargaron de mostrar la evolución musical de los aires sonoros populares y clásicos interpretados con este instrumento de cuerdas.

“Fui elegido en una audición por Stephen Prutsman, director artístico del festival, como uno de los cuatro jóvenes talentos que participarían en el evento. Allí me presenté en concierto el 13 de enero en la Unibac y no sabía que entre el público estaba Elizabeth Hainen, solo la vi cuando presentaron la nota en el noticiero por la noche y ella dijo que había quedado muy impresionada con mi presentación”, comentó Elvis Díaz.

Pasaron algunos meses y Julia Salvi le informó que la arpista internacional lo había invitado a participar en un concierto de la Lyra Society y que, además, tendría la oportunidad de mostrarle al mundo algunos de los ritmos folclóricos de Colombia interpretados, eso sí, con el arpa llanera. Para su primera vitrina en el exterior preparó temas como Colombia tierra querida, El bunde tolimense, El camino de la vida y Vinotinto.

Para Díaz la academia aporta todo en relación con los estilos folclóricos porque la música tradicional, al igual que cualquier otro tipo de sonoridad, todos los días evoluciona y los maestros, por ejemplo Hildo Ariel Aguirre, su guía y asesor, están siempre atentos a los cambios, los estudian y luego les enseñan las novedades en las técnicas de interpretación a las nuevas generaciones.

“La interpretación del arpa en la música llanera, tanto en la técnica como en la comunicación con el público, es todo un sentimiento y creo que llega a ser una pasión porque en mi caso las 32 cuerdas son como mis venas y cuando la interpreto, mi mente, mis manos y mi arpa somos uno solo”, dice Elvis Díaz, quien interpretando el instrumento de los ángeles quiere llegar a tocar como uno de ellos.