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Soy una persona soñadora y apasionada por los temas ambientales. Valoro la libertad, la independencia, la capacidad de comunicarse sin sentirse condicionado.
Orígenes
Fulgencio Ariza, mi abuelo paterno, oriundo del Magdalena, se dedicó al comercio, quien, aprovechando el río, iba de pueblo en pueblo con sus mercancías. Se casó con Lucila Fontalvo, mi abuela, con quien tuvo siete hijos y de quien pronto se divorció. Ella fue maestra de colegio y, gracias a su trabajo y al apoyo de su hermana Rita, sacó adelante a los niños. Fue muy estricta, aunque con sus nietos algo amorosa.
Amín Cristóbal Ariza Fontalvo, mi papá, es una persona analítica, intelectual, de convicciones. Creció en el Magdalena. Estudió con sacerdotes, fue sacristán y alguna vez consideró ser cura. En Cartagena estudió medicina mientras participó de toda la actividad política de su universidad, que era pública, lo que le valió una suspensión y retrasar por dos años su grado. Con mi mamá, como patóloga, y con un socio cirujano plástico, montó un consultorio de dermatología, pero no abandonó su actividad política. También se dedicó a la academia, enseñó en la Universidad Libre.
Manuel Donado Sarmiento, mi abuelo materno, fue ganadero, notario y exdiputado por el Partido Conservador del municipio de Santo Tomás en el Atlántico. Era de carácter recio, amigable y poco amoroso. Julia de la Rosa Algarín, mi abuela, fue una mujer sumisa, amorosa y muy creyente; una católica entregada a sus oraciones buscando solución a cuanto inconveniente se le presentara. Miriam Donado de la Rosa, mi mamá, es una persona de pocas palabras, pero de mensajes claros y fuertes, no muy sociable, buena lectora y académica.
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Pilares de familia
La educación era el pilar fundamental en mi casa. Nos enseñaron a obrar con rectitud, bajo los principios de la ética. Aprendimos a cuestionarnos todo y a expresar libremente nuestras ideas.
Hermanas
Soy el mayor de tres hijos. Liliana, quien vive en Inglaterra, es ingeniera de telecomunicaciones y tiene un hijo. Natalia tiene un máster en finanzas corporativas y está casada.
Academia
Estudié en el Liceo de Cervantes de Barranquilla, colegio católico, muy estricto; exigente en disciplina, me brindó excelentes bases.
Fui un estudiante un poco distraído, soñador, lo que me hizo recibir un buen número de reglazos, cuando estos eran permitidos. Estudié biología pura en la Universidad de los Andes gracias a la orientación recibida por una amiga de mi mamá y por mi gusto por la naturaleza. Continué con una maestría en economía ambiental, pues me interesé por la administración y me proyecté como emprendedor.
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Trayectoria profesional
Inicié mi vida profesional en el Instituto Nacional de Salud en el tema de toxicología de aguas. Regresé a Barranquilla para dedicarme a la academia, enseñé así economía de los recursos naturales, economía ambiental, planificación ambiental y economía en la Universidad del Norte y en la Simón Bolívar. También enseñé en el instituto que fundaron mis padres y que actualmente administro.
En algún momento me invitaron a presentar proyectos ambientales en beneficio de la región, lo que me llevó a relacionarme con el sector público. Participé en licitaciones, me volví consultor en estos temas y me acerqué a conocer de primera mano las necesidades de las comunidades de mi zona.
Asistí al Congreso Nacional Uniandinos, que me dio un golpe de realidad con el cambio climático. Allí conocí a muchas personalidades relacionadas con el tema y soñé con que muchas personas conocieran esa realidad climática. Lo llevé a Barranquilla organizando los primeros foros de cambio climático del Caribe mientras fungí como presidente de la regional de esta asociación de egresados.
Para ese momento se empezó a hacer evidente la erosión en las costas de Cartagena y Santa Marta, y la gente comenzó a tomar conciencia y a interesarse en buscar soluciones. Los foros contaron con el apoyo, en su momento, del director del IDEAM Ricardo Lozano, Roberto Esmeral del BID, Claudia García del Ministerio del Medio Ambiente, Jan Kappen de la Oficina de las Naciones Unidas para el medio ambiente en Latinoamérica, el DNP, la alta consejería para el medioambiente y la biodiversidad, INVEMAR, el observatorio de sostenibilidad de Cataluña y varios otros.
Viajé a Costa Rica para adelantar unos cursos sobre cambio climático y luego a los Estados Unidos para participar de los foros de Al Gore, decidí hacer el entrenamiento que brinda en Chicago, lo que ocurrió en 2013. Luego abrí en el instituto técnico de mis padres, y con mucho éxito, un programa técnico ambiental. Durante este trayecto entre conferencias y formación educativa reuní a más de mil quinientas personas. De esta manera logré impactar mejor, hasta convertirme en fuente de opinión ambiental para los medios radiales, digitales y escritos de la región y algunos nacionales.
Como las grandes soluciones en cambio climático provienen de las decisiones institucionales, participé en el diseño de proyectos que promovían las energías limpias, sistemas de transporte eléctrico y varios otros como la llamada Agenda Climática del Caribe.
Desde la Fundación Ambiental para el Desarrollo Sostenible – FUNAD, ONG, primera fundación con grupo de investigación reconocido por el Ministerio de Ciencias y como consultora del gobierno, firmamos, con candidatos a alcaldías y gobernaciones, compromisos en cambio climático y sostenibilidad ambiental acordes a los compromisos como países firmados en la COP 21 de París. Luego participé en la formulación del Plan Integral de Gestión del Cambio Climático que priorizó veinticuatro proyectos para el Departamento del Atlántico. Tristemente, ninguno ha sido implementado.
Colombia, bajo la presidencia de Juan Manuel Santos, se comprometió con la ONU a reducir las emisiones de gases efecto invernadero – GEI, alineados con las preocupaciones por el cambio climático. Todo quedó en el papel, pese a que se conformó un comité departamental bajo la gobernación de Eduardo Verano de la Rosa.
Mi llamado es a que se implemente, a que se ponga en práctica. Confío que el actual gobierno de Gustavo Petro, el cual tiene unas políticas ambientales bien estructuradas, logre sacar adelante estos planes de cambio climático desarrollados en la mayor parte de los departamentos del país.
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Barranquilla
Barranquilla es una ciudad que ha atendido varios de los temas ambientales más prioritarios, como, por ejemplo, el manejo de los residuos sólidos; ya no hay basuras en las calles, es una ciudad más limpia, aunque aún hay una gran deuda con el reciclaje. Por su parte, los vertimientos de aguas residuales van a parar al río o a humedales costeros, tema en el que se debe trabajar con urgencia.
Considero que debemos pasar del reclamo a la ejecución de planes ambientales. Los primeros pasos se dan desde la educación, con ciencia y en alianza con un sector privado sensible y comprometido.
Familia
Juan David Ariza Navia, mi hijo de mi primer matrimonio, tiene veintiséis años. Estudió Administración en el CESA, es coordinador de Marketing y Ventas en la empresa familiar.
Candelaria Contreras, mi esposa, es médico, quien se dedica a la medicina estética desde la empresa familiar.