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Se trata de 395 piezas de piedra, cerámica y jade que, si bien salieron de forma ilegal de Costa Rica, fueron devueltas por ciudadanos estadounidenses que las tenían en su poder y que desconocían que representaban un valor histórico y cultural para Costa Rica, o simplemente consideraron que debían devolverlas.
Las piezas, entre las que hay vasijas, ocarinas, joyas, metates, figuras de animales y humanas, así como una esfera de piedra de 70 centímetros de diámetro, estuvieron por años en custodia de los consulados de Costa Rica en Washington, Los Ángeles y Miami, a la espera de recursos para costear la elevada inversión que requería su envío de regreso a Costa Rica.
Las autoridades explicaron que hay piezas que personas encontraron en cajas luego de la muerte de algún familiar y otros que simplemente conservaban las obras y decidieron que estaba mal tenerlas en su poder. Ningunas de las 395 piezas llegó a poder de las autoridades por medio de decomisos.
La repatriación se logró gracias a un acuerdo de cooperación entre Costa Rica y Estados Unidos y a la acción de varias instituciones costarricenses como el Museo Nacional, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de Cultura y el Parque La Libertad.
La directora del Museo Nacional, Ifigenia Quintanilla, dijo que las piezas fueron devueltas voluntariamente por ciudadanos estadounidenses y que muchos de ellos desconocían su valor histórico y cultural, mientras que otros posiblemente se llevaron las piezas compradas como un recuerdo de alguna visita al país años atrás.
"Para Costa Rica esto significa mucho porque es parte de la recuperación de la memoria y la historia y porque tenemos la responsabilidad de resguardar esos bienes", declaró Quintanilla.
La directora del Museo Nacional resaltó que Costa Rica no está acostumbrada a recibir este tipo de bienes arqueológicos por medio de devoluciones voluntarias y además subrayó la importancia de que puedan ser exhibidos al público en exposiciones y campañas de información.
La ministra de Cultura y Juventud, Nayuribe Guadamuz, alabó el trabajo colaborativo con Estados Unidos y entre las instituciones costarricenses, así como el “amor” con el que los funcionarios se esforzaron para conseguir la repatriación. ”De esta forma honramos a nuestros antepasados, a nuestros ancestros, recuperando lo que nos pertenece”, manifestó.
Por su parte, la embajadora de Estados Unidos, Cynthia Tellez, comentó que la cooperación estadounidense en este ámbito abarca más allá de la repatriación de piezas, pues se pretende invertir en capacitación de funcionarios y en iniciativas de educación y divulgación para que la población costarricense conozca de la riqueza arqueológica y cultural de su país.
“Estoy feliz de este acuerdo y de la inversión fuerte del Departamento de Estado para poder traer estas piezas que estaban en Estados Unidos y que son piezas valiosas y frágiles en las que había que invertir para trasladarlas de manera apropiada”, aseveró.