Cristina García: “La empatía es clave en la actuación”
La intérprete, quien encarna a Nicolle Obregón en “Escupiré sobre sus tumbas”, la nueva producción de Caracol Televisión, habló sobre su personaje y cómo conecta con las historias en las que trabaja.
Andrea Jaramillo Caro
¿Cómo describiría a su personaje, Nicolle, en “Escupiré sobre sus tumbas”?
Es una mujer inteligente, audaz y astuta, pero también noble, soñadora y tierna. Es una niña que ha tenido todos los lujos, pero quizá le falta lo más importante, que es ese amor de familia y esa calidez, porque la familia Obregón tiene todo a nivel económico, pero a nivel de afecto falta mucho. Hay un dicho que creo que les pega perfecto, que alguna vez lo escuché en mi natal Sincelejo: “Son tan pobres, que lo único que tienen es plata”. Ella tiene esos vacíos de papá, de mamá y de querer ser admirada por su hermana mayor. Todos esos vacíos van a hacer de Nicolle un coctel de muchísimas cosas que harán que tome buenas o malas decisiones, porque al fin y al cabo es humana, y creo que todos tenemos esa complejidad.
¿Cuál fue su reacción frente a la historia cuando llegó al proyecto?
Me pareció maravillosa, a mi familia y a mí nos dejó asombrados. Cuando la leí, sentía que tenía muchas cosas en común con Nicole, porque ella es muy consciente, y creo que de cierta forma le tocó crecer y madurar sola porque su hermana es un volador y ella tiene que ser la “hija buena” y ser la de la buena imagen. Se cuida mucho de cómo ella se ve ante el mundo. Ella, por ejemplo, no toma y le gusta tener el control de su imagen y me identifico con eso. Cuando vi la escena del casting sentí que entendía a Nicolle, aunque diferimos en que crecí en una familia con papás presentes y amorosos. Sin embargo, todos tenemos vacíos, como mi personaje, y al identificarme con ella trataba de hacer catarsis a través del personaje, que es lo bonito de esta carrera.
En su trayectoria, ¿cómo ha encontrado la forma para conectar con sus personajes y hacer la catarsis de la que habla?
Siento que, como actor, es necesario, y me atrevería a decir que es obligación trabajar de corazón y ser empática. Si tú buscas el significado de empatía, es sentir algo que no es tuyo como tuyo, y eso es justamente lo que hace el actor: sentir lo que es de sus personajes como propio. Hay que entender al personaje, no juzgarlo, y saber que lo que estoy leyendo es algo que podría pasarle a otra persona o a mí. La clave está en verme reflejada en esa humanidad e intentar entender los porqués de mis personajes y humanizarlos. Creo que la empatía cumple un papel importante en nuestro trabajo como actores. También suelo hacer listas de reproducción y le pongo un soundtrack a cada personaje, porque la música lo conecta a uno con momentos y sentimientos. Mis escenas las preparo con música.
¿Cree que la empatía es algo con lo que se nace o se desarrolla?
Creo que todos los seres humanos la tenemos, pero la dormimos un poquito. No lo hacemos por maldad, sino porque cada quien anda en su trajín diario, y el ser humano tiende a esconder las emociones. Uno tiende a aplastar las emociones y hay que abrazarlas. Creo que uno puede jugar con los sentimientos, como si fuera un botón que prende y apaga. El actor tiene que ser consciente de eso y abrazar absolutamente todas sus emociones, porque trabajamos con eso. Si apagamos una, está mal. Hay que dejarlas entrar y permitirse sentir para poner eso en los personajes.
¿Siempre supo que quería ser actriz?
Sí, al 100%. Mi mamá decía que yo era “histriónica”, por no decir “dramática”. Estudié teatro musical y todo estaba relacionado con la música. Cuando estaba chiquita no podía cantar “Los pollitos dicen”, normal, sino en rock o algo así. Desde niña tuve mis emociones a flor de piel, todo lo exteriorizaba, pero no entendía cómo gestionarlo. Entonces la actuación es como una terapia para mí porque es entender mis emociones, dejarlas, pero saber cuándo usarlas. Chiquita me encantaba ponerme los disfraces que hacían para preescolar y con ellos contaba historias. Durante esa época me marcó mucho el Rey León y viéndola me di cuenta de que sentía mucho y creo que ese es el primer síntoma del artista. Esta carrera se trata de eso, de contar historias reales y, más que eso, mi trabajo es analizar a los seres humanos y darle vida a los personajes.
¿Cuáles son las lecciones que ha aprendido de sus personajes?
De Nicolle aprendí a no ser tan exigente conmigo misma porque, si bien soy hija única, uno igual quiere ser el hijo perfecto. De Isabelita en “La esclava blanca” aprendía a ser yo y a aceptar a los demás como vengan. Ella era un ser peculiar, decía las cosas como eran, era feliz y se sorprendía con cosas pequeñas. De Marisol en “El hijo del cacique” aprendí la fortaleza, solo que siento que no esta mujer no la usaba bien. Pero, en general, me han enseñado a estar presente.
¿Cómo ha influido su ciudad natal, Sincelejo, en su carrera?
Soy superorgullosa de ser sincelejana porque siempre he querido llevar la bandera de Sincelejo porque somos muy poquitos los actores sincelejanos o sucreños. Mi ciudad es pequeña y todos nos conocemos, creo que esa cercanía la agradezco mucho porque cuando leo un guion siento una soltura que creo que es muy de allá. La musicalidad también ha sido clave y también la agradezco. A veces digo que soy una costeña, no muy costeña porque ya voy muy al ritmo de Bogotá, la ciudad que me recibió hace 14 años, pero Sincelejo siempre me recuerda que debo tomar las cosas suaves.
¿Cuáles son sus referentes en la actuación a nivel nacional y mundial?
Mi actriz favorita siempre ha sido Anne Hathaway. Me encanta porque también ha hecho musicales y me gusta mucho su sutileza. En Colombia me encanta Majida Issa. Ella también es un referente para mí porque siento que ella no está encasillada en nada, ha hecho de buena, de mala, ha interpretado personajes en todos los estratos sociales, ha hecho comedia, ha contado un montón de historias, ha hecho teatro musical y la admiro demasiado.
¿Cómo describiría a su personaje, Nicolle, en “Escupiré sobre sus tumbas”?
Es una mujer inteligente, audaz y astuta, pero también noble, soñadora y tierna. Es una niña que ha tenido todos los lujos, pero quizá le falta lo más importante, que es ese amor de familia y esa calidez, porque la familia Obregón tiene todo a nivel económico, pero a nivel de afecto falta mucho. Hay un dicho que creo que les pega perfecto, que alguna vez lo escuché en mi natal Sincelejo: “Son tan pobres, que lo único que tienen es plata”. Ella tiene esos vacíos de papá, de mamá y de querer ser admirada por su hermana mayor. Todos esos vacíos van a hacer de Nicolle un coctel de muchísimas cosas que harán que tome buenas o malas decisiones, porque al fin y al cabo es humana, y creo que todos tenemos esa complejidad.
¿Cuál fue su reacción frente a la historia cuando llegó al proyecto?
Me pareció maravillosa, a mi familia y a mí nos dejó asombrados. Cuando la leí, sentía que tenía muchas cosas en común con Nicole, porque ella es muy consciente, y creo que de cierta forma le tocó crecer y madurar sola porque su hermana es un volador y ella tiene que ser la “hija buena” y ser la de la buena imagen. Se cuida mucho de cómo ella se ve ante el mundo. Ella, por ejemplo, no toma y le gusta tener el control de su imagen y me identifico con eso. Cuando vi la escena del casting sentí que entendía a Nicolle, aunque diferimos en que crecí en una familia con papás presentes y amorosos. Sin embargo, todos tenemos vacíos, como mi personaje, y al identificarme con ella trataba de hacer catarsis a través del personaje, que es lo bonito de esta carrera.
En su trayectoria, ¿cómo ha encontrado la forma para conectar con sus personajes y hacer la catarsis de la que habla?
Siento que, como actor, es necesario, y me atrevería a decir que es obligación trabajar de corazón y ser empática. Si tú buscas el significado de empatía, es sentir algo que no es tuyo como tuyo, y eso es justamente lo que hace el actor: sentir lo que es de sus personajes como propio. Hay que entender al personaje, no juzgarlo, y saber que lo que estoy leyendo es algo que podría pasarle a otra persona o a mí. La clave está en verme reflejada en esa humanidad e intentar entender los porqués de mis personajes y humanizarlos. Creo que la empatía cumple un papel importante en nuestro trabajo como actores. También suelo hacer listas de reproducción y le pongo un soundtrack a cada personaje, porque la música lo conecta a uno con momentos y sentimientos. Mis escenas las preparo con música.
¿Cree que la empatía es algo con lo que se nace o se desarrolla?
Creo que todos los seres humanos la tenemos, pero la dormimos un poquito. No lo hacemos por maldad, sino porque cada quien anda en su trajín diario, y el ser humano tiende a esconder las emociones. Uno tiende a aplastar las emociones y hay que abrazarlas. Creo que uno puede jugar con los sentimientos, como si fuera un botón que prende y apaga. El actor tiene que ser consciente de eso y abrazar absolutamente todas sus emociones, porque trabajamos con eso. Si apagamos una, está mal. Hay que dejarlas entrar y permitirse sentir para poner eso en los personajes.
¿Siempre supo que quería ser actriz?
Sí, al 100%. Mi mamá decía que yo era “histriónica”, por no decir “dramática”. Estudié teatro musical y todo estaba relacionado con la música. Cuando estaba chiquita no podía cantar “Los pollitos dicen”, normal, sino en rock o algo así. Desde niña tuve mis emociones a flor de piel, todo lo exteriorizaba, pero no entendía cómo gestionarlo. Entonces la actuación es como una terapia para mí porque es entender mis emociones, dejarlas, pero saber cuándo usarlas. Chiquita me encantaba ponerme los disfraces que hacían para preescolar y con ellos contaba historias. Durante esa época me marcó mucho el Rey León y viéndola me di cuenta de que sentía mucho y creo que ese es el primer síntoma del artista. Esta carrera se trata de eso, de contar historias reales y, más que eso, mi trabajo es analizar a los seres humanos y darle vida a los personajes.
¿Cuáles son las lecciones que ha aprendido de sus personajes?
De Nicolle aprendí a no ser tan exigente conmigo misma porque, si bien soy hija única, uno igual quiere ser el hijo perfecto. De Isabelita en “La esclava blanca” aprendía a ser yo y a aceptar a los demás como vengan. Ella era un ser peculiar, decía las cosas como eran, era feliz y se sorprendía con cosas pequeñas. De Marisol en “El hijo del cacique” aprendí la fortaleza, solo que siento que no esta mujer no la usaba bien. Pero, en general, me han enseñado a estar presente.
¿Cómo ha influido su ciudad natal, Sincelejo, en su carrera?
Soy superorgullosa de ser sincelejana porque siempre he querido llevar la bandera de Sincelejo porque somos muy poquitos los actores sincelejanos o sucreños. Mi ciudad es pequeña y todos nos conocemos, creo que esa cercanía la agradezco mucho porque cuando leo un guion siento una soltura que creo que es muy de allá. La musicalidad también ha sido clave y también la agradezco. A veces digo que soy una costeña, no muy costeña porque ya voy muy al ritmo de Bogotá, la ciudad que me recibió hace 14 años, pero Sincelejo siempre me recuerda que debo tomar las cosas suaves.
¿Cuáles son sus referentes en la actuación a nivel nacional y mundial?
Mi actriz favorita siempre ha sido Anne Hathaway. Me encanta porque también ha hecho musicales y me gusta mucho su sutileza. En Colombia me encanta Majida Issa. Ella también es un referente para mí porque siento que ella no está encasillada en nada, ha hecho de buena, de mala, ha interpretado personajes en todos los estratos sociales, ha hecho comedia, ha contado un montón de historias, ha hecho teatro musical y la admiro demasiado.