Del incendio a la reapertura, 2.000 días que marcaron la catedral de Notre Dame
Cuando sonó la alarma en Notre-Dame el 15 de abril de 2019 a las 6:23 p. m., los asistentes a la misa del Lunes Santo salieron del edificio en calma. Nadie notó que se había declarado un incendio en la estructura de madera que sostiene el tejado.
Sandra Biffot-Lacut
Los bomberos llegan a las 7:05 p. m., cuando las llamas ya han consumido esta “selva” de vigas ancestrales de más de 100 metros de longitud. Las devoran, avivadas por el viento del este, derritiendo toneladas de plomo del tejado, desde donde se eleva una inmensa columna de humo visible en todo París.
La iglesia más famosa del mundo, obra maestra del arte gótico con 856 años y el monumento más visitado de Europa (12 millones de visitantes en 2017), arde y las imágenes son transmitidas en todo el mundo por cadenas de televisión y redes sociales.
Menos de una hora después, la aguja de 93 metros, una torre puntiaguda que se alza desde el centro del tejado, se derrumba entre los gritos de horror de la multitud. Cuatrocientos bomberos trabajan toda la noche en el incendio. No se extinguirá completamente hasta el día siguiente, a las 9:30 p. m.
El día después
Las primeras personas que penetran en el templo evocan una escena de desolación: montones de escombros carbonizados cubren el suelo. La catedral se mantiene en pie, pero su estructura ha sido debilitada. La aguja, el techo, la estructura y parte de la bóveda deben reconstruirse.
Un gran agujero en el techo deja ver el cielo. Un gigantesco andamio, instalado en el exterior, alrededor de la aguja que estaba siendo renovada, se ha derretido parcialmente. Se evitó lo peor con el rescate de las dos torres y de numerosos tesoros, entre ellos la Santa Corona de espinas traída por San Luis, que según la tradición habría sido llevada por Cristo durante su crucifixión.
Fueron salvados gracias a una cadena humana de bomberos, policías, conservadores del Louvre y agentes de la ciudad de París. En medio de los escombros, una gran cruz dorada y la estatua de la Virgen, símbolo de Notre-Dame, figuran entre las obras milagrosamente salvadas.
Reconstruirla en cinco años
El presidente Emmanuel Macron, quien visitó el lugar en la víspera del incidente, anuncia el 16 de abril su deseo de reconstruir durante cinco años la catedral “más bella que antes” e inicia una colecta nacional. La solidaridad es sin precedentes y las promesas de donaciones llegan de todo el mundo, desde grandes fortunas hasta personas anónimas, superando los 800 millones de euros (unos 880 millones de dólares).
Esta abundancia suscita cierta amargura tras cinco meses de crisis de los “chalecos amarillos” en toda Francia, un movimiento de protesta que denuncia los bajos salarios y la injusticia fiscal. La investigación preliminar apunta de inmediato a la “pista accidental”: cortocircuito, “punto caliente” provocado por una soldadura, un cigarrillo...
Interrupciones
A finales de 2019, Macron nombra al general Jean-Louis Georgelin, exjefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas, a la cabeza del organismo público creado para dirigir lo que se perfila como el “proyecto del siglo”. ¿Debe reconstruirse Notre-Dame de manera idéntica? Pronto surge una controversia.
Macron favorece un enfoque contemporáneo, mientras que el arquitecto principal, Philippe Villeneuve, amenaza con dimitir si se altera la catedral, restaurada en el estilo gótico durante el siglo XIX por el arquitecto Eugène Viollet-Le-Duc. Finalmente prevalece su opinión.
Varias asociaciones, que incluso acudirán ante la justicia, acusan a las autoridades de minimizar el riesgo de contaminación por plomo (más de 400 toneladas, según algunas fuentes) que se evaporó durante el incendio y se depositó en el suelo.
El proyecto se detiene el 25 de julio durante casi un mes. Se realiza una prueba de detección en niños de escuelas cercanas, para medir los niveles de esta sustancia potencialmente tóxica en su sangre. Los resultados indican que ese plomo se mantiene por debajo del umbral de alerta.
Se implementan medidas drásticas de seguridad en la catedral, mientras que la descontaminación de la plaza y las áreas alrededor comienza en agosto. En otoño e invierno, las inclemencias del tiempo detienen las obras, especialmente cuando los vientos superan los 40 km/h.
Para su primera Navidad tras el incendio, Notre-Dame, privada de misa, convive con una gigantesca grúa. El desmontaje de los 40.000 tubos del andamio exterior torcidos y soldados por el fuego es inminente cuando estalla la epidemia de covid-19. El confinamiento paraliza nuevamente el proyecto, que se reanuda progresivamente a fines de abril de 2020.
Limpieza y seguridad
Se utilizan robots para limpiar la nave, donde es peligroso circular, mientras los obreros al aire libre, sobre la gran bóveda, despejan a mano los escombros. Se instalan sensores para detectar cualquier movimiento sospechoso, mientras que el gran órgano, salvado del fuego, pero cubierto de polvo de plomo, es desmontado en diciembre de 2020 para limpiarlo gradualmente.
Garantizar las condiciones de seguridad e higiene para acometer los trabajos más importantes en la catedral tomará más de dos años, hasta agosto de 2021. Es un proyecto que no para nunca, incluso cuando París está paralizada parcialmente por la pandemia. La esperanza de reabrir en abril de 2024 se desvanece. El agujero en el tejado da paso a un bosque de andamios que pronto cubren también sus lados.
Refuerzo de los 28 arcos arbotantes, desmontaje del andamio que rodeaba la aguja, retirada de escombros y descontaminación del plomo parcialmente evaporado en la atmósfera. El proyecto involucra obreros de 15 oficios distintos, 68 talleres y unas 250 empresas, con un costo de 150 millones de euros (unos 170 millones de dólares).
Los arquitectos establecen un calendario preciso para los trabajos de restauración, ayudados por la digitalización 3D de la catedral, mientras que se talan mil robles en los bosques de Francia para reconstruir la aguja y el crucero del transepto.
Sorpresas arqueológicas
A principios de marzo de 2022, excavaciones preventivas revelan un sarcófago de plomo y restos del antiguo coro alto de la catedral del siglo XIV, una tribuna de piedra que separaba el coro litúrgico de la nave y los fieles.
Bajo capas de suciedad acumulada por el incendio y el tiempo, una de las dos capillas de prueba, limpiada, revela decoraciones pintadas de colores vivos de Viollet-Le-Duc. El arzobispado anuncia que renovará el interior y en junio de 2024 presenta sus planes: un eje central depurado, un nuevo mobiliario litúrgico minimalista en bronce marrón y 1.500 sillas de diseño en roble. Las nuevas vestimentas litúrgicas son diseñadas por el estilista Jean-Charles de Castelbajac.
En diciembre de 2023, Macron apoya la instalación de vitrales contemporáneos para reemplazar algunos de Viollet-Le-Duc, apoyado por el arzobispo de París, monseñor Laurent Ulrich.
Carrera contrarreloj
La fase de reconstrucción y restauración comienza en la primavera de 2022 en el sitio de la catedral y en numerosos talleres (carpinteros, maestros vidrieros, canteros). Una carrera contrarreloj se inicia para cumplir los plazos y permitir la reapertura a fines de 2024.
La fecha del 8 de diciembre se sugiere por primera vez en octubre de 2022. Se confirma que Notre-Dame permanecerá cerrada durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París. Tres años después del incendio, Notre-Dame ha recuperado el color original de su piedra, mientras que sus vitrales, intactos, pero muy sucios, revelan poco a poco sus vivos colores.
Gracias a este proyecto monumental, relatado a través de exposiciones, jornadas de patrimonio, podcasts, cómics o programas educativos, el público redescubre los oficios artísticos.
La aguja reaparece
A pocos meses de su reapertura, se han superado importantes desafíos tecnológicos: las estructuras de la nave, el coro y la aguja, reconstruidas de forma idéntica, con roble macizo, están terminadas en marzo de 2024 y poco a poco se cubren con plomo.
Desde febrero, la aguja, idéntica a la de Viollet-Le-Duc, reaparece en el cielo. Ha recuperado sus ornamentos de plomo, su cruz y su gallo, símbolo del retorno de la luz después de la noche para los cristianos. Se instala un nuevo sistema de protección contra incendios, único en Francia para una catedral.
Plazos cumplidos
A pocas semanas de la reapertura, el “proyecto del siglo” ha mantenido su rumbo a pesar de la muerte accidental en agosto de 2023 del general Georgelin, a quien se rindió un homenaje nacional. Su brazo derecho, Philippe Jost, asumió el mando en septiembre, confirmando regularmente la fecha de reapertura.
La fase de reconstrucción ha costado 550 millones de euros de los 846 millones en donaciones, dejando un excedente de casi 150 millones para trabajos de restauración exterior no previstos inicialmente. Salvo imprevistos, la catedral reabrirá el 7 de diciembre, con una ceremonia protocolaria con representantes del Estado francés, propietario del edificio.
A partir del día siguiente, una serie de misas consagrarán el nuevo altar y agradecerán a quienes trabajaron en la restauración de Notre-Dame. Inmortalizado en la novela de Victor Hugo, el edificio recuperó su voz el 12 de septiembre con el retorno de las ocho campanas de su torre norte.
Otra voz, la del coro de los constructores, resonará mediante una misa el 11 de diciembre. Este coro, fundado hace dos años, reúne a más de 80 obreros, arqueólogos y trabajadores de logística que han querido rendirle homenaje cantando, en una especie de prolongación del proyecto que los unió.
Los bomberos llegan a las 7:05 p. m., cuando las llamas ya han consumido esta “selva” de vigas ancestrales de más de 100 metros de longitud. Las devoran, avivadas por el viento del este, derritiendo toneladas de plomo del tejado, desde donde se eleva una inmensa columna de humo visible en todo París.
La iglesia más famosa del mundo, obra maestra del arte gótico con 856 años y el monumento más visitado de Europa (12 millones de visitantes en 2017), arde y las imágenes son transmitidas en todo el mundo por cadenas de televisión y redes sociales.
Menos de una hora después, la aguja de 93 metros, una torre puntiaguda que se alza desde el centro del tejado, se derrumba entre los gritos de horror de la multitud. Cuatrocientos bomberos trabajan toda la noche en el incendio. No se extinguirá completamente hasta el día siguiente, a las 9:30 p. m.
El día después
Las primeras personas que penetran en el templo evocan una escena de desolación: montones de escombros carbonizados cubren el suelo. La catedral se mantiene en pie, pero su estructura ha sido debilitada. La aguja, el techo, la estructura y parte de la bóveda deben reconstruirse.
Un gran agujero en el techo deja ver el cielo. Un gigantesco andamio, instalado en el exterior, alrededor de la aguja que estaba siendo renovada, se ha derretido parcialmente. Se evitó lo peor con el rescate de las dos torres y de numerosos tesoros, entre ellos la Santa Corona de espinas traída por San Luis, que según la tradición habría sido llevada por Cristo durante su crucifixión.
Fueron salvados gracias a una cadena humana de bomberos, policías, conservadores del Louvre y agentes de la ciudad de París. En medio de los escombros, una gran cruz dorada y la estatua de la Virgen, símbolo de Notre-Dame, figuran entre las obras milagrosamente salvadas.
Reconstruirla en cinco años
El presidente Emmanuel Macron, quien visitó el lugar en la víspera del incidente, anuncia el 16 de abril su deseo de reconstruir durante cinco años la catedral “más bella que antes” e inicia una colecta nacional. La solidaridad es sin precedentes y las promesas de donaciones llegan de todo el mundo, desde grandes fortunas hasta personas anónimas, superando los 800 millones de euros (unos 880 millones de dólares).
Esta abundancia suscita cierta amargura tras cinco meses de crisis de los “chalecos amarillos” en toda Francia, un movimiento de protesta que denuncia los bajos salarios y la injusticia fiscal. La investigación preliminar apunta de inmediato a la “pista accidental”: cortocircuito, “punto caliente” provocado por una soldadura, un cigarrillo...
Interrupciones
A finales de 2019, Macron nombra al general Jean-Louis Georgelin, exjefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas, a la cabeza del organismo público creado para dirigir lo que se perfila como el “proyecto del siglo”. ¿Debe reconstruirse Notre-Dame de manera idéntica? Pronto surge una controversia.
Macron favorece un enfoque contemporáneo, mientras que el arquitecto principal, Philippe Villeneuve, amenaza con dimitir si se altera la catedral, restaurada en el estilo gótico durante el siglo XIX por el arquitecto Eugène Viollet-Le-Duc. Finalmente prevalece su opinión.
Varias asociaciones, que incluso acudirán ante la justicia, acusan a las autoridades de minimizar el riesgo de contaminación por plomo (más de 400 toneladas, según algunas fuentes) que se evaporó durante el incendio y se depositó en el suelo.
El proyecto se detiene el 25 de julio durante casi un mes. Se realiza una prueba de detección en niños de escuelas cercanas, para medir los niveles de esta sustancia potencialmente tóxica en su sangre. Los resultados indican que ese plomo se mantiene por debajo del umbral de alerta.
Se implementan medidas drásticas de seguridad en la catedral, mientras que la descontaminación de la plaza y las áreas alrededor comienza en agosto. En otoño e invierno, las inclemencias del tiempo detienen las obras, especialmente cuando los vientos superan los 40 km/h.
Para su primera Navidad tras el incendio, Notre-Dame, privada de misa, convive con una gigantesca grúa. El desmontaje de los 40.000 tubos del andamio exterior torcidos y soldados por el fuego es inminente cuando estalla la epidemia de covid-19. El confinamiento paraliza nuevamente el proyecto, que se reanuda progresivamente a fines de abril de 2020.
Limpieza y seguridad
Se utilizan robots para limpiar la nave, donde es peligroso circular, mientras los obreros al aire libre, sobre la gran bóveda, despejan a mano los escombros. Se instalan sensores para detectar cualquier movimiento sospechoso, mientras que el gran órgano, salvado del fuego, pero cubierto de polvo de plomo, es desmontado en diciembre de 2020 para limpiarlo gradualmente.
Garantizar las condiciones de seguridad e higiene para acometer los trabajos más importantes en la catedral tomará más de dos años, hasta agosto de 2021. Es un proyecto que no para nunca, incluso cuando París está paralizada parcialmente por la pandemia. La esperanza de reabrir en abril de 2024 se desvanece. El agujero en el tejado da paso a un bosque de andamios que pronto cubren también sus lados.
Refuerzo de los 28 arcos arbotantes, desmontaje del andamio que rodeaba la aguja, retirada de escombros y descontaminación del plomo parcialmente evaporado en la atmósfera. El proyecto involucra obreros de 15 oficios distintos, 68 talleres y unas 250 empresas, con un costo de 150 millones de euros (unos 170 millones de dólares).
Los arquitectos establecen un calendario preciso para los trabajos de restauración, ayudados por la digitalización 3D de la catedral, mientras que se talan mil robles en los bosques de Francia para reconstruir la aguja y el crucero del transepto.
Sorpresas arqueológicas
A principios de marzo de 2022, excavaciones preventivas revelan un sarcófago de plomo y restos del antiguo coro alto de la catedral del siglo XIV, una tribuna de piedra que separaba el coro litúrgico de la nave y los fieles.
Bajo capas de suciedad acumulada por el incendio y el tiempo, una de las dos capillas de prueba, limpiada, revela decoraciones pintadas de colores vivos de Viollet-Le-Duc. El arzobispado anuncia que renovará el interior y en junio de 2024 presenta sus planes: un eje central depurado, un nuevo mobiliario litúrgico minimalista en bronce marrón y 1.500 sillas de diseño en roble. Las nuevas vestimentas litúrgicas son diseñadas por el estilista Jean-Charles de Castelbajac.
En diciembre de 2023, Macron apoya la instalación de vitrales contemporáneos para reemplazar algunos de Viollet-Le-Duc, apoyado por el arzobispo de París, monseñor Laurent Ulrich.
Carrera contrarreloj
La fase de reconstrucción y restauración comienza en la primavera de 2022 en el sitio de la catedral y en numerosos talleres (carpinteros, maestros vidrieros, canteros). Una carrera contrarreloj se inicia para cumplir los plazos y permitir la reapertura a fines de 2024.
La fecha del 8 de diciembre se sugiere por primera vez en octubre de 2022. Se confirma que Notre-Dame permanecerá cerrada durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París. Tres años después del incendio, Notre-Dame ha recuperado el color original de su piedra, mientras que sus vitrales, intactos, pero muy sucios, revelan poco a poco sus vivos colores.
Gracias a este proyecto monumental, relatado a través de exposiciones, jornadas de patrimonio, podcasts, cómics o programas educativos, el público redescubre los oficios artísticos.
La aguja reaparece
A pocos meses de su reapertura, se han superado importantes desafíos tecnológicos: las estructuras de la nave, el coro y la aguja, reconstruidas de forma idéntica, con roble macizo, están terminadas en marzo de 2024 y poco a poco se cubren con plomo.
Desde febrero, la aguja, idéntica a la de Viollet-Le-Duc, reaparece en el cielo. Ha recuperado sus ornamentos de plomo, su cruz y su gallo, símbolo del retorno de la luz después de la noche para los cristianos. Se instala un nuevo sistema de protección contra incendios, único en Francia para una catedral.
Plazos cumplidos
A pocas semanas de la reapertura, el “proyecto del siglo” ha mantenido su rumbo a pesar de la muerte accidental en agosto de 2023 del general Georgelin, a quien se rindió un homenaje nacional. Su brazo derecho, Philippe Jost, asumió el mando en septiembre, confirmando regularmente la fecha de reapertura.
La fase de reconstrucción ha costado 550 millones de euros de los 846 millones en donaciones, dejando un excedente de casi 150 millones para trabajos de restauración exterior no previstos inicialmente. Salvo imprevistos, la catedral reabrirá el 7 de diciembre, con una ceremonia protocolaria con representantes del Estado francés, propietario del edificio.
A partir del día siguiente, una serie de misas consagrarán el nuevo altar y agradecerán a quienes trabajaron en la restauración de Notre-Dame. Inmortalizado en la novela de Victor Hugo, el edificio recuperó su voz el 12 de septiembre con el retorno de las ocho campanas de su torre norte.
Otra voz, la del coro de los constructores, resonará mediante una misa el 11 de diciembre. Este coro, fundado hace dos años, reúne a más de 80 obreros, arqueólogos y trabajadores de logística que han querido rendirle homenaje cantando, en una especie de prolongación del proyecto que los unió.