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Aproximarse a la poesía, sobre todo la primera vez, puede ser una experiencia bastante intimidante para el lector. Lo que leemos en redes sociales, en medios de comunicación o incluso en algunas obras literarias normalmente está construido con un lenguaje que no necesita una segunda mirada. Con la poesía no es así.
El lenguaje poético requiere de tiempo y paciencia, de “leer levantando la cabeza”, como lo diría Roland Barthes. Aunque estas son dos cosas que escasean en el mundo contemporáneo. Es por eso que mucha gente tal vez haya decidido que la poesía no es algo para ellos, pero la psicóloga española Patricia Fernández Martín opina que su lectura puede traer grandes beneficios cognitivos.
En su artículo “Los beneficios psicológicos de leer poesía” publicado en el portal Ethic, defiende que uno de los efectos positivos que puede tener la lectura de poemas tiene que ver con la catalización de las emociones. “Si uno está pasando por un momento difícil, los versos sirven como salvoconducto en el dolor”, escribió.
Y añadió que “el poder de la poesía para brindar consuelo tiene que ver con ampliar la perspectiva ya que los poemas suavizan la reacción ante algunas experiencias y alteran la percepción de las mismas, encontrando nuevos ángulos desde donde afrontar las cosas que nos preocupan de una manera más creativa”.
Esto es porque por más complejos que sean los problemas de cada uno, las emociones al final son las mismas. La rabia, la tristeza, la frustración y el desasosiego son emociones que los poetas han expresado en sus versos durante siglos. La lectura de poesía sitúa al lector en un mundo rodeado de personas que comprenden por lo que está pasando, por lo que puede ser un lugar de refugio para quienes están atravesando una situación de vida difícil.
Por otro lado, Fernández también explica que la lectura de poesía puede ser muy beneficiosa para el desarrollo de las capacidades cognitivas. “La identificación con el otro que se produce a través de esta disciplina incide de forma directa en el desarrollo de otras cualidades como la imaginación, la ampliación de la comprensión lingüística, así como la armonía corporal propia que conlleva la contemplación de una experiencia artística”, expresó.
Esto está relacionado con el hecho de que la poesía normalmente no trabaja con imágenes literales, es necesario un trabajo de comprensión e interpretación que estimula estas habilidades en la persona. El tigre de Borges se vuelve infinitos tigres cuando se le permite vagar por las mentes de cada una de las personas que lo han leído y cuando el lector se da la decantar aquello que ha leído es cuando más puede ver estos beneficios.
“Esto se traduce también en estar abiertos al disfrute de la creación artística, ya que las áreas cerebrales que se activan leyendo este género están relacionadas con las áreas de recompensa del cerebro", afirmó Fernández. E, incluso si usted no ha vuelto a coger un libro de poesía desde que salió del colegio, probablemente esa lectura haya cambiado algo en su forma de ver la vida, por lo que nunca es muy tarde para retomarla.