“Cuatro veranos” cumplió un año: reflexiones de Benito Taibo
El escritor mexicano habló sobre “Cuatro veranos”, que ya cumplió un año de publicación, y explicó por qué cree que sus libros, que originalmente son pensados para jóvenes, resuenan en lectores de cualquier edad.
Laura Sofía Solórzano
A Benito Taibo lo leí por primera vez en “Persona normal”, una novela juvenil que podría conectar a cualquier lector de cualquier edad, en la que los sentimientos que afloran al crecer acompañan a Sebastián, el personaje principal, y nos recuerdan que en el proceso hay que agarrar con fuerza la bondad, la compasión y la identidad. Un mensaje que se mantiene en todos los proyectos del escritor.
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A Benito Taibo lo leí por primera vez en “Persona normal”, una novela juvenil que podría conectar a cualquier lector de cualquier edad, en la que los sentimientos que afloran al crecer acompañan a Sebastián, el personaje principal, y nos recuerdan que en el proceso hay que agarrar con fuerza la bondad, la compasión y la identidad. Un mensaje que se mantiene en todos los proyectos del escritor.
Hace un año, el autor mexicano volvió a acercarse a sus lectores con “Cuatro veranos”, su entrega “más personal al tratarse de una novela autobiográfica”.
Sus libros no solo cautivan al público infantil y juvenil, ¿cree que es porque los adultos también fueron niños y se identifican?, o qué piensa…
Es el resultado de una base muy sencilla: escribir como pienso, no intentar hacer equilibrios falsos ni buscar palabras complejas ni ser críptico. Creo que lo que hago es de una sencillez aparente, pero que está pensada y sí, tiene que ver con que todos fuimos ese que está representado en la literatura infantil. La literatura está hecha de pasiones humanas y, por lo tanto, el que está del otro lado, el lector, tendrá que verse reflejado siempre y cuando sea humano, así que no importa mucho si se trata de un adulto, un viejo, un niño. Solo se necesita tener esa empatía con las palabras.
En “Cuatro veranos” nos encontramos con un personaje de 16 años que está en plena adolescencia: ¿cuáles son los retos de representar esta etapa de la vida tan volátil?
En definitiva, es una etapa muy compleja en la que no te sientes a gusto ni con tu cuerpo, ni con cómo huelen tus zapatos, ni con cómo te relacionas con el otro sexo. Es ese momento en el que no eres niño, pero tampoco adulto, y entonces vives en una suerte de limbo en el que te tratan con mucha indiferencia y, a veces, hasta con crueldad, porque te exigen cosas que no eres capaz de cumplir: no están dentro de tu misión de vida. Son momentos que a mí me determinaron y me hicieron ser quien soy. “Cuatro veranos” es la historia de un lector que luego decide escribir, pero también es la creación de un tipo que disfruta la música que escucha, que disfruta las cosas que come, el cine. Estamos hechos de todos esos elementos que generan una educación sentimental que, me parece, es lo más importante que puede haber en la vida. Este no es un libro de nostalgia, sino de recuerdos.
¿Cómo es esa distinción?
La nostalgia es un sentimiento que te hace sentir la necesidad de que se repitan las cosas, pero yo no quiero que se repitan las cosas. Ya fueron y yo soy el que soy gracias a esas cosas que sucedieron, entonces no lo veo con nostalgia. Gracias a todas esas cosas que viví soy el que soy y no cambiaría un ápice de eso, ni errores, ni aciertos.
¿La selección de obras que menciona en libros como “Cuatro veranos” o “Persona normal” hacen parte de ese Benito Taibo actual?
Sin duda, estos son los libros que cambiaron mi vida y que, sin duda, pueden cambiar la tuya. La literatura hace que mires con otros ojos, que beses con otros labios, que sientas con un corazón distinto al de tu pecho. La literatura provoca todos estos sentimientos y sensaciones porque está llena de pasiones humanas y crea una personalidad.
Yo voy escribiendo y voy recordando, esto hace ese rompecabezas. De repente también hay joyas de la literatura universal que incluyo, libros modernos, libros contemporáneos.
¿Qué fue lo más divertido y lo más retador de escribir Cuatro veranos?
Mi mujer Imelda y yo llevamos 33 años de casados. De repente aparecía por donde yo escribía y me decía “¿De qué te estás riendo?”, y era algo maravilloso, porque me estaba leyendo desde la perspectiva del lector, no del escritor. Yo pensaba: si yo me reí, por fuerza tendrán que reírse los otros”, o a lo mejor no, porque mi sentido del humor es una pendejada, pero lo que quiero decir es que son elementos comunes que nos identifican y nos hacen sacar una sonrisa. Cuatro veranos está lleno de personajes reales, empezando por mí mismo, entonces saber cuáles son los límites y dónde tiene que entrar la literatura para aderezar las cosas, eso. Al principio del libro hay un texto que dice: “Todo lo que sucede en esta novela es cierto, excepto lo que no lo es”, y es el lector el que tiene que escoger lo que es cierto o no. Yo digo que todo es cierto, pero si tú piensas que es ficción, lo celebro, porque eso quiere decir que mi vida se convirtió en una novela. Cuando uno se convierte en un personaje, tiene que aceptar lo que este hace. Esa es la magia de la ficción, que logra generar esos impasses, estos destellos que tienen que ver con cosas que se vuelven grandes y se vuelven perfectas.
Es muy activo en redes sociales y difunde poesía con videos cortos cada semana, ¿qué motivó esa decisión?
La gente mayor como yo le tiene un montón de miedo a las redes sociales, yo no. Sirven para lo que sirven, son una herramienta y hay que utilizarla como eso. Cuando vi que podía leer poesía del mundo entero y que, de repente, la oía 45.000 personas, me llené de alegrías porque, además, hoy se está leyendo más poesía que nunca en la historia. Los chicos están comprando y hay un mundo de editores porque hay cómo venderla. Yo estoy poniendo mi grano de arena para que muchos poetas puedan llegar al puerto de la edición y sean leídos.