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                                                                                                                                  Mi manta negra (Cuentos de sábado en la tarde)

                                                                                                                                  Hay objetos de la infancia que al volver a verlos sentimos que regresamos a ella. En mi caso cargo con una manta negra.

                                                                                                                                  Andrés Osorio Guillott

                                                                                                                                  Coordinador newsletters
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                                                                                                                                  Foto: Skylar Kang - Pexels
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Había lo obvio, lo inmediato, lo del último tiempo. Aunque siempre me ha pertenecido, y fui yo quien la ha construido desde los ocho años y hasta ahora, me devolviste algo que no sabes que estaba en esa bolsa. Otra vez estaba conmigo mi manta negra.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Le puede interesar: Los nombres del río (Cuentos de sábado en la tarde)

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Hasta hace pocos días me hice consciente de su virtud omnipresente. Pero ahora que sé que me va a acompañar toda la vida porque hace parte de mí, y ahora que entiendo qué factor implica su transformación, puedo abrirle un campo mucho más visible en donde sea que viva. Quiero que esté bien doblada, que la vea cada vez que llegue a ese rincón del armario. No la quiero tirada entre los cajones como si ocurre muchas veces con mi ropa por el afán o la pereza de organizarla después de un largo día. Quizá sea lo más ordenado que tenga porque sé que siempre la voy a querer tener guardada. Esta semana no he necesitado cobijas, pues en las noches, antes de quedarme dormido, ella sola se despliega y me cubre, me hace compañía y me inmoviliza, me anula y me incapacita. No me desvela, no tiene el poder de la vigilia, pero sí el de aparecer automáticamente e inmediatamente en el momento en que me vuelvo una y otra vez a deconstruir un error, cuando reconstruyo de manera masoquista todos los pasos para llegar al instante en que la verdad revela mis incapacidades, que derivan al poco tiempo en heridas, que evocan la herida de origen, y que se expanden como grietas de una montaña que está a punto de derrumbarse.

                                                                                                                                  Este cuento se publicó originalmente en el blog El divagarium.

                                                                                                                                  Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖

                                                                                                                                  Esa manta negra me acompaña sobre todo en los malos momentos. En los buenos es liviana, en los malos es muy pesada.
                                                                                                                                  Foto: Skylar Kang - Pexels
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Había lo obvio, lo inmediato, lo del último tiempo. Aunque siempre me ha pertenecido, y fui yo quien la ha construido desde los ocho años y hasta ahora, me devolviste algo que no sabes que estaba en esa bolsa. Otra vez estaba conmigo mi manta negra.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Le puede interesar: Los nombres del río (Cuentos de sábado en la tarde)

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖

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