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                                                                                                                                Cueste lo que cueste

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                                                                                                                                Héctor Leyva Olivo

                                                                                                                                Edificios en ruinas en Irpin, Ucrania. La localidad se encuentra a 20 kilómetros de Kiev y ha sido una de las más afectadas tras la guerra en Ucrania.
                                                                                                                                Foto: IGOR ZAKHARENKO/Fotoperiodista
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                A pesar de la distancia entre el país donde nació hace 29 años y su casa en los suburbios parisinos, Natalia había logrado organizarse para pasar tiempo con sus hijos. Dos semanas trabajando en París y dos semanas de descanso en Ucrania. Había estado haciendo ese viaje durante cuatro años. Ya era rutina para ella y con el hábito, cualquier viaje se termina percibiendo como más corto.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No hay nadie mejor que mi madre para cuidar a mis hijos” dice Natalia con seguridad. Galina, su mamá, fue profesora en Jardín de niños durante 14 años cuando el territorio ucraniano hacia parte de la Unión Soviética. Tras disolverse la U.R.S.S, siguió cuidando pequeños, pero esta vez como niñera en familias particulares con las que todavía conserva muy buenas relaciones.

                                                                                                                                Tras dar a luz, Natalia propuso a su madre dejar de trabajar con niños ajenos y ocuparse de sus nietos. Ella está segura de que sus hijos son muy inteligentes y están más despiertos que otros niños de edades similares gracias al profesionalismo de su madre. Además de los aspectos positivos que conlleva el que la abuela se haga cargo de los nietos, también resulta más barato hacer el viaje de ida y vuelta cada dos semanas hasta Ucrania que pagar una niñera en París.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Lo primero en que Natalia pensó tras digerir lo que pasaba en su país fue en cómo hacer para salvar de esta guerra a su hija Magdalena, de casi cuatro años, a su hijo Nikodim, de dos, y por supuesto, a su madre, quien se ocupa de ellos. Aunque Magdalena y Nikodim son franceses de nacimiento han estado gran parte de su vida en Vinnitsa, Ucrania, una ciudad en el centro del país, tres horas al sur de Kiev. Para la abuela resultaba imposible moverse hacia cualquier frontera con dos bebés en un escenario bélico.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Le recomendamos leer: La relación histórica entre Kiev y Moscú

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                                                                                                                                Foto: IGOR ZAKHARENKO/ Fotoperiodista

                                                                                                                                Dirección: la guerra

                                                                                                                                Natalia y su esposo Oganes dejaron París hace tres horas y casi llegan a Estrasburgo, la última ciudad francesa antes de encontrase con el río Rin, la vía fluvial más utilizada en Europa. Tuvieron que hacerlo en su Toyota Yaris porque desafortunadamente no hubo otra opción. Ninguna de las compañías de alquiler de coches que consultaron les otorgó el servicio.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Llegar por tierra al conflicto armado más mediatizado del momento es la única opción, ya que el espacio aéreo ucraniano ha sido cerrado desde el día uno de la invasión. Van a contracorriente de muchos de sus compatriotas y con ninguna certeza, ni siquiera de qué será lo más complicado, la entrada a Ucrania o el regreso a la Unión Europea. Pero todo eso ahora no importa, lo principal es llegar allá y regresar lo más rápido posible. Natalia tiene una sola idea en la mente y es clara: buscar a sus hijos cueste lo que cueste.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El pequeño Toyota color plata que todos los días la lleva al centro de París, parece muy frágil para el gran viaje que le espera. Además, el camino que tomarán será más largo de lo habitual porque buscan evitar recorrer en la medida de lo posible territorio ucraniano. Su itinerario los llevará por Alemania, Austria, Hungría, Rumania y finalmente, ya fuera de la Unión Europea, cruzarán la República de Moldavia, la tierra de su esposo. Al llegar a la frontera sur de Ucrania, les esperan doscientos kilómetros más para llegar a Vinnitsa, en el centro del país.

                                                                                                                                Los más de dos mil kilómetros cruzando pueblos, montañas, autopistas, ciudades y cinco fronteras pasaron desapercibidos. Solo hicieron una pausa en Viena. Trataron de descansar un par de horas dentro del coche en el estacionamiento de una gasolinería. De todas maneras, con las ansias por llegar al destino y el estrés por la situación en la que se encuentra ella misma, su esposo y su familia, no hubiera podido dormir mucho tiempo más.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En Hungría, pasaron siete horas en la aduana porque las máquinas con las que operan en la frontera son sumamente lentas y no hay suficientes. Pocas veces hay tanta gente recorriendo esos caminos. Todavía les esperaban otras siete horas para llegar a Ucrania.

                                                                                                                                Le invitamos a leer: Bucha: la barbarie que se destapó tras la retirada rusa de Kiev

                                                                                                                                Carros destruidos en una autopista a las afueras de Kiev. Cerca de 1.000 cadáveres de civiles han sido recogidos cerca de los alrededores de Kiev, de acuerdo con las autoridades ucranianas.
                                                                                                                                Foto: IGOR ZAKHARENKO/Fotoperiodista

                                                                                                                                En territorio hostil

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En Vinnitsa, Galina, la abuela, y los dos pequeños han estado escuchando aviones cruzando el cielo y bombas cayendo a lo lejos o las dos cosas a la vez, es imposible saber qué es exactamente. El cielo ha estado muy agitado y lo único que les queda hacer es esperar con paciencia el momento de partir.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El día de ayer pasaron algunas horas en el sótano pues escucharon explosiones cerca de la ciudad. Lo incómodo de estar bajo tierra es que ahí no hay calefacción ni un lugar confortable para esperar. Hoy deberán dormir también bajo tierra, en ese sótano donde tampoco hay colchones. A lo lejos, viniendo desde la superficie, se alcanza a escuchar el sonido de las sirenas que no han parado desde hace días indicando peligro constante de bombardeo. Aunque incómodo, el sótano en donde se encuentran es el lugar más seguro donde se puede estar en ese momento.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tras dos días manejando, la pareja pudo entrar a Ucrania vía Moldavia. Pasaron cuatro o cinco retenes en los doscientos kilómetros que separan la ciudad fronteriza de Mogilev-Podilsky con Vinnitsa. En cada uno de los retenes revisaron los pasaportes y las maletas. Había un ambiente de tensa tranquilidad, con mucha gente colaborando y siendo solidaria. Como si se tratara de música constante en off, las sirenas que previenen bombardeos aéreos no paraban de sonar. El panorama en ese momento de la invasión rusa a Ucrania ya era desolador.

                                                                                                                                Le puede interesar: Ucrania: encuentran más de mil cuerpos de civiles cerca de Kiev

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                                                                                                                                Foto: IGOR ZAKHARENKO/fotoperiodista

                                                                                                                                Regreso en Paz

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Al momento de llegar a su casa de Vinnitsa, las cosas que se llevarían consigo a Francia ya estaban preparadas, pero los niños dormían. No es todo lo que hubiesen querido empacar, pero la prisa por salir del lugar hizo más fácil la toma de decisiones. El plan era regresar a Francia al instante, pero aquel día llegaron cerca de la hora del toque de queda, por lo que tuvieron que pasar una larga noche dentro del territorio atacado por uno de los ejércitos más poderosos del mundo.

                                                                                                                                Mientras Natalia y su esposo Oganes viajaban hacia la guerra para salvar a su familia, los 27 países que conforman la Unión Europea anunciaron facilidades para el ingreso de los ucranianos en calidad de refugiados y con todos los derechos de los que cualquier ciudadano europeo goza.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Cinco días después de emprender el viaje de regreso, esta vez en dos coches, pues trajeron el que utilizaban en Ucrania, la familia llegó a la capital francesa. Optaron por salir de Ucrania lo más rápido posible porque cada vez era más peligroso manejar por sus caminos. Después de haber dejado Ucrania y atravesado Moldavia, entraron a la Unión Europea por Rumania. Manejar en dos coches diferentes a través de los sinuosos caminos que atraviesan la cadena montañosa de los Cárpatos en la región de Transilvania les causó miedo. Esa fue la primera y última vez que lo sintieron durante todo el tiempo que duró su travesía, digna de un cuento épico.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Es una pena que haya sido de esta manera en que el mundo haya mirado hacia Ucrania”, me comenta Natalia en el último mensaje de WhatsApp que intercambiamos para escribir este relato. “Es una desgracia que tanta gente en mi país haya sufrido y también que tanta se haya vuelto tan agresiva en tan poco tiempo; espero que aquellos que han llegado a Europa, no manchen la imagen de mi nación… la gente no debería volverse loca por lo que ve y por lo que se muestra en la televisión, en mi familia vemos las noticias y revisamos internet, sacamos nuestras propias conclusiones, es por eso que yo no estoy enojada contra los rusos, ellos no tienen la culpa de lo que los políticos hacen”.

                                                                                                                                Edificios en ruinas en Irpin, Ucrania. La localidad se encuentra a 20 kilómetros de Kiev y ha sido una de las más afectadas tras la guerra en Ucrania.
                                                                                                                                Foto: IGOR ZAKHARENKO/Fotoperiodista
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                A pesar de la distancia entre el país donde nació hace 29 años y su casa en los suburbios parisinos, Natalia había logrado organizarse para pasar tiempo con sus hijos. Dos semanas trabajando en París y dos semanas de descanso en Ucrania. Había estado haciendo ese viaje durante cuatro años. Ya era rutina para ella y con el hábito, cualquier viaje se termina percibiendo como más corto.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No hay nadie mejor que mi madre para cuidar a mis hijos” dice Natalia con seguridad. Galina, su mamá, fue profesora en Jardín de niños durante 14 años cuando el territorio ucraniano hacia parte de la Unión Soviética. Tras disolverse la U.R.S.S, siguió cuidando pequeños, pero esta vez como niñera en familias particulares con las que todavía conserva muy buenas relaciones.

                                                                                                                                Tras dar a luz, Natalia propuso a su madre dejar de trabajar con niños ajenos y ocuparse de sus nietos. Ella está segura de que sus hijos son muy inteligentes y están más despiertos que otros niños de edades similares gracias al profesionalismo de su madre. Además de los aspectos positivos que conlleva el que la abuela se haga cargo de los nietos, también resulta más barato hacer el viaje de ida y vuelta cada dos semanas hasta Ucrania que pagar una niñera en París.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Lo primero en que Natalia pensó tras digerir lo que pasaba en su país fue en cómo hacer para salvar de esta guerra a su hija Magdalena, de casi cuatro años, a su hijo Nikodim, de dos, y por supuesto, a su madre, quien se ocupa de ellos. Aunque Magdalena y Nikodim son franceses de nacimiento han estado gran parte de su vida en Vinnitsa, Ucrania, una ciudad en el centro del país, tres horas al sur de Kiev. Para la abuela resultaba imposible moverse hacia cualquier frontera con dos bebés en un escenario bélico.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Le recomendamos leer: La relación histórica entre Kiev y Moscú

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                                                                                                                                Foto: IGOR ZAKHARENKO/ Fotoperiodista

                                                                                                                                Dirección: la guerra

                                                                                                                                Natalia y su esposo Oganes dejaron París hace tres horas y casi llegan a Estrasburgo, la última ciudad francesa antes de encontrase con el río Rin, la vía fluvial más utilizada en Europa. Tuvieron que hacerlo en su Toyota Yaris porque desafortunadamente no hubo otra opción. Ninguna de las compañías de alquiler de coches que consultaron les otorgó el servicio.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Llegar por tierra al conflicto armado más mediatizado del momento es la única opción, ya que el espacio aéreo ucraniano ha sido cerrado desde el día uno de la invasión. Van a contracorriente de muchos de sus compatriotas y con ninguna certeza, ni siquiera de qué será lo más complicado, la entrada a Ucrania o el regreso a la Unión Europea. Pero todo eso ahora no importa, lo principal es llegar allá y regresar lo más rápido posible. Natalia tiene una sola idea en la mente y es clara: buscar a sus hijos cueste lo que cueste.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El pequeño Toyota color plata que todos los días la lleva al centro de París, parece muy frágil para el gran viaje que le espera. Además, el camino que tomarán será más largo de lo habitual porque buscan evitar recorrer en la medida de lo posible territorio ucraniano. Su itinerario los llevará por Alemania, Austria, Hungría, Rumania y finalmente, ya fuera de la Unión Europea, cruzarán la República de Moldavia, la tierra de su esposo. Al llegar a la frontera sur de Ucrania, les esperan doscientos kilómetros más para llegar a Vinnitsa, en el centro del país.

                                                                                                                                Los más de dos mil kilómetros cruzando pueblos, montañas, autopistas, ciudades y cinco fronteras pasaron desapercibidos. Solo hicieron una pausa en Viena. Trataron de descansar un par de horas dentro del coche en el estacionamiento de una gasolinería. De todas maneras, con las ansias por llegar al destino y el estrés por la situación en la que se encuentra ella misma, su esposo y su familia, no hubiera podido dormir mucho tiempo más.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En Hungría, pasaron siete horas en la aduana porque las máquinas con las que operan en la frontera son sumamente lentas y no hay suficientes. Pocas veces hay tanta gente recorriendo esos caminos. Todavía les esperaban otras siete horas para llegar a Ucrania.

                                                                                                                                Le invitamos a leer: Bucha: la barbarie que se destapó tras la retirada rusa de Kiev

                                                                                                                                Carros destruidos en una autopista a las afueras de Kiev. Cerca de 1.000 cadáveres de civiles han sido recogidos cerca de los alrededores de Kiev, de acuerdo con las autoridades ucranianas.
                                                                                                                                Foto: IGOR ZAKHARENKO/Fotoperiodista

                                                                                                                                En territorio hostil

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En Vinnitsa, Galina, la abuela, y los dos pequeños han estado escuchando aviones cruzando el cielo y bombas cayendo a lo lejos o las dos cosas a la vez, es imposible saber qué es exactamente. El cielo ha estado muy agitado y lo único que les queda hacer es esperar con paciencia el momento de partir.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El día de ayer pasaron algunas horas en el sótano pues escucharon explosiones cerca de la ciudad. Lo incómodo de estar bajo tierra es que ahí no hay calefacción ni un lugar confortable para esperar. Hoy deberán dormir también bajo tierra, en ese sótano donde tampoco hay colchones. A lo lejos, viniendo desde la superficie, se alcanza a escuchar el sonido de las sirenas que no han parado desde hace días indicando peligro constante de bombardeo. Aunque incómodo, el sótano en donde se encuentran es el lugar más seguro donde se puede estar en ese momento.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tras dos días manejando, la pareja pudo entrar a Ucrania vía Moldavia. Pasaron cuatro o cinco retenes en los doscientos kilómetros que separan la ciudad fronteriza de Mogilev-Podilsky con Vinnitsa. En cada uno de los retenes revisaron los pasaportes y las maletas. Había un ambiente de tensa tranquilidad, con mucha gente colaborando y siendo solidaria. Como si se tratara de música constante en off, las sirenas que previenen bombardeos aéreos no paraban de sonar. El panorama en ese momento de la invasión rusa a Ucrania ya era desolador.

                                                                                                                                Le puede interesar: Ucrania: encuentran más de mil cuerpos de civiles cerca de Kiev

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                                                                                                                                Foto: IGOR ZAKHARENKO/fotoperiodista

                                                                                                                                Regreso en Paz

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Al momento de llegar a su casa de Vinnitsa, las cosas que se llevarían consigo a Francia ya estaban preparadas, pero los niños dormían. No es todo lo que hubiesen querido empacar, pero la prisa por salir del lugar hizo más fácil la toma de decisiones. El plan era regresar a Francia al instante, pero aquel día llegaron cerca de la hora del toque de queda, por lo que tuvieron que pasar una larga noche dentro del territorio atacado por uno de los ejércitos más poderosos del mundo.

                                                                                                                                Mientras Natalia y su esposo Oganes viajaban hacia la guerra para salvar a su familia, los 27 países que conforman la Unión Europea anunciaron facilidades para el ingreso de los ucranianos en calidad de refugiados y con todos los derechos de los que cualquier ciudadano europeo goza.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Cinco días después de emprender el viaje de regreso, esta vez en dos coches, pues trajeron el que utilizaban en Ucrania, la familia llegó a la capital francesa. Optaron por salir de Ucrania lo más rápido posible porque cada vez era más peligroso manejar por sus caminos. Después de haber dejado Ucrania y atravesado Moldavia, entraron a la Unión Europea por Rumania. Manejar en dos coches diferentes a través de los sinuosos caminos que atraviesan la cadena montañosa de los Cárpatos en la región de Transilvania les causó miedo. Esa fue la primera y última vez que lo sintieron durante todo el tiempo que duró su travesía, digna de un cuento épico.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Nadie lo hubiera podido saber, pero Natalia y Oganes actuaron a tiempo para salvar a su familia. Cuatro días después de que llegaron a París, el aeropuerto de Vinnitsa fue destruido por misiles rusos. La tierra en donde nació cada vez se ve más sumergida en el conflicto y la destrucción. Sin embargo, otro combate acaba de comenzar para millones de ucranianos. La adaptación a una nueva realidad que se les presentó a la fuerza. Para la mamá y los hijos de Natalia es Francia. En su nueva vida. Los pequeños deberán comenzar a ir a la escuela en muy poco tiempo. Pero para la abuela Galina es diferente. Comenzando por el alfabeto y por el idioma. En Francia se siente de nuevo como un bebé, le es imposible comunicarse, leer y hasta salir por su propia cuenta.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Es una pena que haya sido de esta manera en que el mundo haya mirado hacia Ucrania”, me comenta Natalia en el último mensaje de WhatsApp que intercambiamos para escribir este relato. “Es una desgracia que tanta gente en mi país haya sufrido y también que tanta se haya vuelto tan agresiva en tan poco tiempo; espero que aquellos que han llegado a Europa, no manchen la imagen de mi nación… la gente no debería volverse loca por lo que ve y por lo que se muestra en la televisión, en mi familia vemos las noticias y revisamos internet, sacamos nuestras propias conclusiones, es por eso que yo no estoy enojada contra los rusos, ellos no tienen la culpa de lo que los políticos hacen”.

                                                                                                                                Por Héctor Leyva Olivo

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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