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“Con esta película se logra, una vez más, postergar el olvido”, le dijo Héctor Abad Faciolince a Caracol Televisión. No solo a través de la novela, que fue publicada en 2005, ahora también mediante el largometraje se mantiene la memoria de Héctor Abad Gómez, que se instaló en un nuevo lenguaje. La película, dirigida por Fernando Trueba y escrita por David Trueba y Héctor Abad Faciolince, recibió un Premio Goya, cinco Premios Platino y una nominación a un Premio Ariel durante el 2021. El largometraje que adaptó la obra literaria de Héctor Abad Faciolince fue producido por Caracol Televisión y Dago García y protagonizada por Javier Cámara, Juan Pablo Urrego, Laura Londoño, Patricia Tamayo y Nicolás Reyes, entre otros. El olvido que seremos se constituyó entre su equipo como un proyecto inolvidable por la historia, el proceso y significado que tuvo para cada uno de ellos.
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Entre los Premios Platino que ganó la cinta se encuentra el de Mejor dirección de arte, la cual estuvo a cargo de Diego López. Fue él quien se encargó de involucrar a la vestuarista Ana María Urrea en el proyecto. La diseñadora de vestuario cuenta que durante la producción la familia visitó el set, “de pronto hay conversaciones que tienen los actores con ellas [las hermanas Abad Faciolince] o incluso dos días antes de empezar la película fuimos todos a ver la casa que montó el diseñador de producción y a las hermanas se les salían cosas como ‘Marta se ponía la pijama de mi papá’ y yo eso no lo había pensado”.
La película relata una historia íntima y familiar que, según cuenta su director, Abad Faciolince no estaba convencido de adaptar a una película hasta el 2017. “Es una gran responsabilidad interpretar a una persona que existe”, aseguró Elizabeth Minotta, la actriz que interpretó a Vicky Abad, en entrevista para Caracol Televisión. Ana María Urrea concuerda, pues para todos era una gran responsabilidad capturar la esencia de cada personaje. Otro de los desafíos técnicos a los que se enfrentó la producción fue hacer gran parte de la cinta en blanco y negro.
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“En el blanco y negro también tú te tienes que olvidar el color y aprender una nueva manera de verlo, porque, por ejemplo, el rojo y el azul son idénticos. Si tú tienes una cosa de rayas rojas y azules y la ves en blanco y negro, se ve completamente gris. Entonces era como otra vez aprender a ver el color a través del blanco y negro. Fue muy lindo y en la película se suprime el color después de la muerte de Marta y es como que esa imagen idílica familiar del sueño es un recuerdo, pues se rompe y se suprime color para volverse una realidad cruda. Eso es muy evidente en la película, es lindo como se hizo el planteamiento. No estaba planteado desde el principio y Fernando dijo que estaba pensando hacer la película en blanco y negro, media película y resultó bastante hermoso”, afirmó Urrea.
Cada una de las personalidades y la esencia de los personajes se revela en los 136 minutos que dura la película y es a través del vestuario, la fotografía, el maquillaje y la interpretación de los actores que la audiencia conecta con ellos. “Son actores a la final. Tú estás recreando una realidad, pues el personaje termina siendo de ficción”, dijo la vestuarista. A pesar de esto, Urrea mencionó que para la producción tuvieron la oportunidad de tener algunos de los objetos originales que son propiedad de la familia, como unas corbatas de Héctor Abad Gómez y elementos de decoración que se incluyeron en la casa que se ve en la película.
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La familia Abad Faciolince estuvo profundamente involucrada en la realización de la película, pues los actores sostuvieron conversaciones los personajes que interpretaron, lo cual ayudó a que la relación fuera más cercana. Incluso, David Trueba contó a El Espectador que añadieron anécdotas que contaba Héctor Abad Faciolince en el guion, pero quedaron por fuera del libro.
El equipo de El olvido que seremos se esforzó por recrear una historia que da cuenta del país y la vida de un hombre que se dedicó a luchar por la salud pública, también muestra las relaciones familiares y el amor que allí había. “Es una lástima que los muertos no puedan ver ni oír lo que hacemos los vivos. En todo caso, las cosas casi cursis que hacía mi papá en vida hoy han dejado de ser una simple cursilería. Solo un abuelo sentimental en vida consigue ser amoroso incluso después de muerto” le dijo Abad Faciolince a la revista Diners.