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                                                                                                                                Czeslaw Milosz, el poeta que nos entiende, nos perdona y nos inspira

                                                                                                                                El escritor lituano-polaco murió el 14 de agosto de 2004 y se cumplen 40 años de ser elegido Premio Nobel de Literatura.

                                                                                                                                Nelson Fredy Padilla / @NelsonFredyPadi o npadilla@elespectador.com

                                                                                                                                Czeslaw Milosz escribió durante 70 años e interpretó como pocos el sufrimiento de los judíos en la II Guerra Mundial y el impacto del exilio en la condición humana.
                                                                                                                                Foto: Archivo
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En el caso de Milosz empezó a hacerlo el 14 de agosto de 2014, día en que murió. “Cuando me enteré de su muerte, inmediatamente pensé que tenía que volver a acercar al lector hispano a este excepcional poeta polaco, norteamericano y, finalmente, universal. Pero ¿cómo escribir, en unas pocas páginas, sobre Milosz si sólo una nota biográfica fácilmente daría para una cautivante y ágil novela llena de acontecimientos inimaginables? No hay ninguna exageración en afirmar que con su muerte se cierra la historia de la literatura del siglo XX”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Piotrowski, doctor en Ciencias Humanas por la Universidad de Varsovia y actual decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de La Sabana, dice: “Jamás olvidaré mi primer contacto con la poesía de Milosz. Aún recuerdo la fascinación que me invadió al conocer sus poemas. En los años setenta, su creación fue censurada por el gobierno comunista de Polonia y sus libros, publicados por la oposición o en el exterior, circulaban clandestinamente de mano en mano. Al ser sorprendidos, nosotros, los estudiantes universitarios, pudimos haber sido hasta expulsados de nuestra alma mater, la medieval Universidad Jagellona de Cracovia. Recuerdo que un amigo, estudiante de la filología polaca, me prestó por una noche un volumen de la poesía de Milosz. Lo leí extasiado durante toda la noche. Como no era posible fotocopiar, copié a mano varios de sus poemas. ¡Más de veinte! Nunca antes lo había hecho con ninguna poesía, pero esta vez quería conservar algunos de sus versos. No admitía privarme de su conservación. Quería tenerlos a mano, siempre cerca”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                A Mockus lo conecta con sus raíces lituanas como si fuera el pequeño Tomás en El valle del Issa y recorriera los lagos y bosques bálticos del añorado Gran Ducado de Lituania, el país más grande de Europa en el siglo XV, ahora uno de los más pequeños –del tamaño de Cundinamarca- aunque por fin libre de yugos. Fábulas, tragedias, ángeles y demonios. Así es la esa novela, así es la vida. Para el tantas veces irreverente Mockus es casi un cómplice: “Lamento mis necedades/ entonces y más tarde y ahora, / por lo cual mucho/ me gustaría ser perdonado”.

                                                                                                                                ¿Y qué resulta de traducirlo al español? Piotrowski, también traductor de la obra poética del papa polaco Juan Pablo II, cuenta que en el caso de Milosz un punto de referencia que le dio claridad fue el norteamericano, pues en universidades como Berkeley lo reconocían y admiraban como su poeta más grande de la época contemporánea. “Su Tratado poético es reconocido en los Estados Unidos como el libro de poesía más importante del siglo XX al lado de La tierra asolada de Eliot. Esta circunstancia de que la traducción de un texto elaborado en otra lengua se vuelva un modelo clásico es realmente excepcional y sólo ocurre con las obras de alcance universal. Cuando Milosz decidió establecerse definitivamente en Cracovia, muchos poetas norteamericanos venían a los coloquios poéticos que se organizaban periódicamente en Cracovia para poder departir y conversar con su gran maestro”.

                                                                                                                                En Berkeley escribió el poema “Cuántas magníficas intenciones”. Esta es la traducción de Piotrowski:

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Cuántas magníficas intenciones, cuántos juegos y manejos,

                                                                                                                                Cuando, mis amigos, eran nuestros patrones

                                                                                                                                Las nubes, monumentos de la selvática gloria,

                                                                                                                                Y encima de la estrecha calle de San Juan los ángeles-águilas.

                                                                                                                                Tuvieron que perder y no lo supieron.

                                                                                                                                Tuvieron que perder y yo lo supe,

                                                                                                                                Sin reconocer ante ustedes, ni ante de mi, las vanas iniciaciones.

                                                                                                                                Y ahora todo está hecho. El viento juega con las sombras de los nombres,

                                                                                                                                Hasta que después de la dinastía llegue

                                                                                                                                El silencio nevoso.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Quien sabía pensar escogía doctrinas

                                                                                                                                En que lucía, centelleando, la carcoma diabólica.

                                                                                                                                Quien tenía corazón se dejaba seducir por el amor al hombre.

                                                                                                                                Quien quería la belleza esculpía otra piedra en la piedra.

                                                                                                                                Así paga nuestro siglo a quienes confiaron

                                                                                                                                En su desesperación y su esperanza.

                                                                                                                                ¿Y qué significaba ganar? Callarse en la mitad de la palabra.

                                                                                                                                Oír el grito, el homenaje al engaño, porque la verdad desapareció.

                                                                                                                                Fingir la hermandad, evitando las tumbas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Y, contándose a sí mismo entre los elegidos,

                                                                                                                                Sentir con todo el cuerpo

                                                                                                                                La vergüenza.

                                                                                                                                Otro ejemplo es el poema El pobre cristiano mira el gueto”, inspirado en el drama de la insurrección de los judíos de Varsovia en contra de sus verdugos hitlerianos:

                                                                                                                                Las abejas construyen alrededor del hígado rojo,

                                                                                                                                Las hormigas construyen alrededor del hueso negro,

                                                                                                                                Comienza el desgarramiento, el pisoteo de las sedas,

                                                                                                                                Comienza el rompimiento de vidrio, de madera, de cobre, de níquel, de plata, de espumas,

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                De yeso, de lata, de cuerdas, de trompetas, de hojas, de bolas, de cristales–

                                                                                                                                ¡Chas! El fuego de fósforo de paredes amarillas

                                                                                                                                Absorbe el cabello humano y la piel animal.

                                                                                                                                Las abejas construyen alrededor del pulmón,

                                                                                                                                Las hormigas construyen alrededor del hueso blanco,

                                                                                                                                Se rompe papel, caucho, tela, cuero, lino,

                                                                                                                                Tejidos, materias, celulosa, pelo, escama de serpiente, alambres,

                                                                                                                                En el fuego se cae el techo, la pared y la quemazón abraza el fundamento.

                                                                                                                                Ya sólo queda la tierra

                                                                                                                                Arenosa, pisoteada, con un árbol sin hojas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                A mí me encanta “La cuenta”, en versión de Piotrowski:

                                                                                                                                La historia de mi estupidez llenaría muchos volúmenes.

                                                                                                                                Unos serían consagrados a la acción en contra de la conciencia,

                                                                                                                                Como el vuelo de la mariposa nocturna que, aunque supiera,

                                                                                                                                De todas maneras tendría que volar a la llama de la vela.

                                                                                                                                Otros tratarían sobre el modo de calmar la angustia,

                                                                                                                                El susurro que avisa pero que no es escuchado.

                                                                                                                                Aparte trataría la satisfacción y el orgullo,

                                                                                                                                Cuando yo era ese al que parece,

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Y que pisa victoriosamente y no sospecha.

                                                                                                                                Y todo tendría como objeto el deseo

                                                                                                                                Si fuera el mío propio. Pero no. Lamentablemente.

                                                                                                                                Lo perseguía porque quería hacer iguales a los demás.

                                                                                                                                Sentí miedo ante lo salvaje y lo lujurioso que hay en mí.

                                                                                                                                Ya no escribiré la historia de mi estupidez

                                                                                                                                Porque ya es demasiado tarde y difícil descubrir la verdad.

                                                                                                                                Czeslaw Milosz escribió durante 70 años e interpretó como pocos el sufrimiento de los judíos en la II Guerra Mundial y el impacto del exilio en la condición humana.
                                                                                                                                Foto: Archivo
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En el caso de Milosz empezó a hacerlo el 14 de agosto de 2014, día en que murió. “Cuando me enteré de su muerte, inmediatamente pensé que tenía que volver a acercar al lector hispano a este excepcional poeta polaco, norteamericano y, finalmente, universal. Pero ¿cómo escribir, en unas pocas páginas, sobre Milosz si sólo una nota biográfica fácilmente daría para una cautivante y ágil novela llena de acontecimientos inimaginables? No hay ninguna exageración en afirmar que con su muerte se cierra la historia de la literatura del siglo XX”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                A Mockus lo conecta con sus raíces lituanas como si fuera el pequeño Tomás en El valle del Issa y recorriera los lagos y bosques bálticos del añorado Gran Ducado de Lituania, el país más grande de Europa en el siglo XV, ahora uno de los más pequeños –del tamaño de Cundinamarca- aunque por fin libre de yugos. Fábulas, tragedias, ángeles y demonios. Así es la esa novela, así es la vida. Para el tantas veces irreverente Mockus es casi un cómplice: “Lamento mis necedades/ entonces y más tarde y ahora, / por lo cual mucho/ me gustaría ser perdonado”.

                                                                                                                                ¿Y qué resulta de traducirlo al español? Piotrowski, también traductor de la obra poética del papa polaco Juan Pablo II, cuenta que en el caso de Milosz un punto de referencia que le dio claridad fue el norteamericano, pues en universidades como Berkeley lo reconocían y admiraban como su poeta más grande de la época contemporánea. “Su Tratado poético es reconocido en los Estados Unidos como el libro de poesía más importante del siglo XX al lado de La tierra asolada de Eliot. Esta circunstancia de que la traducción de un texto elaborado en otra lengua se vuelva un modelo clásico es realmente excepcional y sólo ocurre con las obras de alcance universal. Cuando Milosz decidió establecerse definitivamente en Cracovia, muchos poetas norteamericanos venían a los coloquios poéticos que se organizaban periódicamente en Cracovia para poder departir y conversar con su gran maestro”.

                                                                                                                                En Berkeley escribió el poema “Cuántas magníficas intenciones”. Esta es la traducción de Piotrowski:

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Cuántas magníficas intenciones, cuántos juegos y manejos,

                                                                                                                                Cuando, mis amigos, eran nuestros patrones

                                                                                                                                Las nubes, monumentos de la selvática gloria,

                                                                                                                                Y encima de la estrecha calle de San Juan los ángeles-águilas.

                                                                                                                                Tuvieron que perder y no lo supieron.

                                                                                                                                Tuvieron que perder y yo lo supe,

                                                                                                                                Sin reconocer ante ustedes, ni ante de mi, las vanas iniciaciones.

                                                                                                                                Y ahora todo está hecho. El viento juega con las sombras de los nombres,

                                                                                                                                Hasta que después de la dinastía llegue

                                                                                                                                El silencio nevoso.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Quien sabía pensar escogía doctrinas

                                                                                                                                En que lucía, centelleando, la carcoma diabólica.

                                                                                                                                Quien tenía corazón se dejaba seducir por el amor al hombre.

                                                                                                                                Quien quería la belleza esculpía otra piedra en la piedra.

                                                                                                                                Así paga nuestro siglo a quienes confiaron

                                                                                                                                En su desesperación y su esperanza.

                                                                                                                                ¿Y qué significaba ganar? Callarse en la mitad de la palabra.

                                                                                                                                Oír el grito, el homenaje al engaño, porque la verdad desapareció.

                                                                                                                                Fingir la hermandad, evitando las tumbas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Y, contándose a sí mismo entre los elegidos,

                                                                                                                                Sentir con todo el cuerpo

                                                                                                                                La vergüenza.

                                                                                                                                Otro ejemplo es el poema El pobre cristiano mira el gueto”, inspirado en el drama de la insurrección de los judíos de Varsovia en contra de sus verdugos hitlerianos:

                                                                                                                                Las abejas construyen alrededor del hígado rojo,

                                                                                                                                Las hormigas construyen alrededor del hueso negro,

                                                                                                                                Comienza el desgarramiento, el pisoteo de las sedas,

                                                                                                                                Comienza el rompimiento de vidrio, de madera, de cobre, de níquel, de plata, de espumas,

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                De yeso, de lata, de cuerdas, de trompetas, de hojas, de bolas, de cristales–

                                                                                                                                ¡Chas! El fuego de fósforo de paredes amarillas

                                                                                                                                Absorbe el cabello humano y la piel animal.

                                                                                                                                Las abejas construyen alrededor del pulmón,

                                                                                                                                Las hormigas construyen alrededor del hueso blanco,

                                                                                                                                Se rompe papel, caucho, tela, cuero, lino,

                                                                                                                                Tejidos, materias, celulosa, pelo, escama de serpiente, alambres,

                                                                                                                                En el fuego se cae el techo, la pared y la quemazón abraza el fundamento.

                                                                                                                                Ya sólo queda la tierra

                                                                                                                                Arenosa, pisoteada, con un árbol sin hojas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                A mí me encanta “La cuenta”, en versión de Piotrowski:

                                                                                                                                La historia de mi estupidez llenaría muchos volúmenes.

                                                                                                                                Unos serían consagrados a la acción en contra de la conciencia,

                                                                                                                                Como el vuelo de la mariposa nocturna que, aunque supiera,

                                                                                                                                De todas maneras tendría que volar a la llama de la vela.

                                                                                                                                Otros tratarían sobre el modo de calmar la angustia,

                                                                                                                                El susurro que avisa pero que no es escuchado.

                                                                                                                                Aparte trataría la satisfacción y el orgullo,

                                                                                                                                Cuando yo era ese al que parece,

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Y que pisa victoriosamente y no sospecha.

                                                                                                                                Y todo tendría como objeto el deseo

                                                                                                                                Si fuera el mío propio. Pero no. Lamentablemente.

                                                                                                                                Lo perseguía porque quería hacer iguales a los demás.

                                                                                                                                Sentí miedo ante lo salvaje y lo lujurioso que hay en mí.

                                                                                                                                Ya no escribiré la historia de mi estupidez

                                                                                                                                Porque ya es demasiado tarde y difícil descubrir la verdad.

                                                                                                                                Por Nelson Fredy Padilla / @NelsonFredyPadi o npadilla@elespectador.com

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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