Danza de congos en el Carnaval de Barranquilla
Resumen de la introducción y del capítulo dedicado a la danza de congos en el libro “16 danzas emblemáticas en el Carnaval de Barranquilla”, cuyas fiestas van de ayer hasta el 21 de febrero.
Eduardo Márceles Daconte
Son 16 las danzas emblemáticas y tradicionales que certificó la Unesco como uno de los más importantes aportes folclóricos para declarar al Carnaval de Barranquilla como Obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad en 2002. Entre ellas las más significativas por su presencia permanente en el Carnaval son: danza de congos, danza-comparsa de marimondas, danza del garabato, danza-comparsa los auténticos monocucos, danza del paloteo, danza de coyongos, la cumbiamba, danza son de negro, danza de gallinazos, danza diablos arlequines, danza farotas de Talaigua, danza el imperio de las aves, danza indios de trenza, danza del caimán, danza de micos y micas, danza-comparsa negritas puloy.
Si bien ciertas danzas y comparsas son autóctonas del Carnaval de Barranquilla, algunas de ellas migraron a la ciudad procedentes de diversas regiones del Caribe colombiano, en especial de los departamentos de Atlántico, Bolívar, Magdalena y, de manera preferencial, de poblaciones ribereñas como Mompox, Santa Lucía y Sabanalarga, y también de Santa Marta, Ciénaga o Cartagena. A lo largo de su historia, Barranquilla evolucionó en el transcurso de dos siglos de una aldea a orillas del mar Caribe, en la desembocadura del río Magdalena, a una urbe ciclópea, crisol de culturas nacionales e internacionales y de numerosas subculturas del área del Caribe.
La mayor contribución indígena a los carnavales se manifiesta en las danzas indios de trenza e indios farotos, pero todas las danzas, de una u otra manera, han fortalecido las manifestaciones folclóricas a través del sincretismo multiétnico que caracteriza nuestra cultura desde la época colonial. Algunas danzas y comparsas son el producto de la genial iniciativa de algún artista popular que en un momento de su vida tuvo la feliz iniciativa de convocar a sus amigos alrededor de una idea, o de un grupo de personas que observaron en su región el germen de una comparsa o danza festiva y de manera gradual la desarrollaron.
De esos humildes rudimentos surgieron propuestas que evolucionaron, enriqueciéndose con los aportes de sus integrantes, hasta desembocar en estas danzas que hoy constituyen patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. Tal es el caso de la danza de coyongos de Mompox, cuyo fundador se desconoce, hasta que su director Baltasar Sosa Noguera la rescató del anonimato y la trajo a los carnavales barranquilleros en 1978.
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Los aires musicales que interpretan las danzas del Carnaval se entonan con instrumentos tradicionales, que suelen incluir la flauta de millo, de origen indígena, fabricada con la caña de millo; la gaita sabanera, instrumento de viento elaborado con el fututo del cardón y boquilla de pluma de pavo de procedencia aborigen; la tambora, el tambor alegre, la guacharaca y para ciertos ritmos también el acordeón, las maracas, la clave y el guache. Con la flauta de millo se tocan los aires de cumbia en versión del departamento del Atlántico (Barranquilla, Soledad y sus alrededores), en tanto que en versión de los Montes de María (Sucre) se interpreta con la gaita sabanera.
Uno de los géneros más escuchados en las carnestolendas barranquilleras, tocado con estos instrumentos, es el chandé, ritmo ribereño del río Magdalena cuyo tema más famoso “Te olvidé”, del compositor Antonio María Peñaloza, considerado el himno del Carnaval de Barranquilla, que fue escuchado por primera vez en las festividades del Rey Momo en 1954.
Danza de congos
Historia: Una de las danzas más antiguas del Carnaval de Barranquilla es la danza del congo grande. Creada el 22 de diciembre de 1875 por Joaquín Brachi, un comerciante de artesanías de ancestro italiano que se había documentado sobre los cabildos de negros de Cartagena de Indias y los había visto durante las fiestas de La Candelaria. Su origen se remonta a las celebraciones de esclavos congoleses en la etapa colonial, cuando sus amos les daban licencia para celebrar sus danzas y su cultura ancestral. En los cabildos se rememoraban deidades africanas como Oshun, Elegguá, Yemayá o Changó que, a raíz de la represión inquisitorial y el sincretismo religioso, fueron disfrazados con nombres de santos católicos.
Brachi convocó a una reunión para plantear su idea a un grupo de artesanos y vendedores del mercado público de Barranquilla donde tenía su negocio. Allí, los que aceptaron su propuesta crearon la danza que bautizó como del congo grande, por la cantidad de integrantes que se suscribieron a esta feliz iniciativa. Entre ellos diseñaron un manual de estilo que incluyó la línea de mando, los personajes, la coreografía, el vestuario y la música de la danza. Años más tarde, Brachi, ya cansado y enfermo, cedió la dirección a uno de sus integrantes, empezando así la tradición de transferir el mando a un descendiente del fundador o del director de la danza.
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Otra de las danzas tradicionales de congos es la danza del torito, también de origen africano, pasando por el tamiz de los cabildos de esclavos en Cartagena. Esta manifestación folclórica traza sus orígenes al 20 de enero de 1878, cuando su fundador, Elías Fontalvo, decidió separarse de la danza del toro grande, de donde fue excluido por tener solo 12 años de edad. Fontalvo fue su director hasta 1930, después ha sido dirigida por sus descendientes a través de cuatro generaciones hasta llegar a su actual presidente, Alfonso Fontalvo con sede en el barrio San Roque, de Barranquilla. Por su peculiar atractivo, estas danzas cautivan a más participantes cada año, en promedio se desplazan alrededor de 70 congos, 40 mujeres, 50 disfraces de animales, siete músicos y siete banderas.
Vestuario: Esta danza guerrera posee uno de los vestuarios más vistosos del carnaval, con un tocado o turbante acicalado con una trenza y flores artificiales, de donde se desprende una penca larga sobre la espalda engalanada con cintas, lazos o encajes que, según la tradición, usaban los reyes de sus tribus africanas. En algunas danzas de congos contemporáneas, sus integrantes han introducido en su tocado grandes figuras o máscaras zoomorfas, mapas, escudos o banderas de la ciudad o el país. La indumentaria de los hombres se complementa con un pantalón de parches en las rodillas, cuyas botas rematan en arandelas y encajes de llamativos colores. Tienen una pechera o peto, capa y gola decorada con espejos, figuras zoomorfas o diseños geométricos en canutillos y lentejuelas sobre camisa de manga larga con puños rizados de encendidos colores. Para diferenciarse del conjunto, el director lleva un sombrero coronado con cintas de colores.
La danza se compone de parejas de hombres danzantes que se pintan la cara de blanco con círculos rojos en las mejillas. En sus presentaciones agitan banderas alusivas a su nombre y se rodean de figuras totémicas de la fauna africana, compuesta por toros, tigres, gorilas, burros o serpientes enrolladas en el cuerpo. También usan gafas oscuras y en las manos llevan un machete o garrocha de madera, algunos empuñan un muñeco o una vejiga de cerdo inflada para asustar a los curiosos. Las mujeres llevan la cabellera recogida en un moño ataviado con flores multicolores, faldas largas y blusas escotadas, erizadas de volantes sin mangas con los colores que identifican la danza, también llevan collares y aretes de fantasía. La fauna que escolta a los danzantes exhibe máscaras y vestidos enterizos o bombachos con las características del animal que representan. La máscara reproduce la cara de un toro macho pintada de colores con cachos afilados. En la punta de cada cacho lleva un cascabel romboide de latón y adornado con cintas y pañoletas de colores. De ella se han independizado otras danzas con las mismas características y atuendos similares, como danza de la burra mocha, danza del torito, congo dinastía, congo reformado o congo rumbero; todas consideradas en la tradición de danzas de congos. En el principio era una danza de solo hombres; sin embargo, con el correr del tiempo las mujeres se fueron integrando de manera gradual a estas danzas.
Coreografía: En los desfiles carnavaleros su coreografía consiste en giros serpenteados con interjecciones de alegría. Las parejas van con el paso de marcha desplazándose en fila, enganchadas por los brazos con un movimiento en zigzag que armoniza con la música del conjunto, alternando con los brazos levantados como de guerreros en batalla o blandiendo el machete, la vejiga de cerdo o algún objeto exótico. Las mujeres se desplazan bailando de derecha a izquierda, moviendo los hombros y zarandeando sus amplias polleras, girando sobre un mismo eje, en tanto que la fauna retoza alrededor de los danzantes haciendo la mímica correspondiente a cada animal.
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Música: La danza se enciende al son de los instrumentos de su conjunto musical compuesto por la caña de millo, también conocida como flauta de millo o pito atravesado (es un instrumento musical aerófono de origen indígena utilizado en la cumbia en la costa Caribe colombiana), un tambor alegre, la guacharaca, palmas, un cantador y un coro de voces que interpreta cantos de pajarito. Cada danza de congos tiene su propio golpe de tambor característico que la identifica.
Son 16 las danzas emblemáticas y tradicionales que certificó la Unesco como uno de los más importantes aportes folclóricos para declarar al Carnaval de Barranquilla como Obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad en 2002. Entre ellas las más significativas por su presencia permanente en el Carnaval son: danza de congos, danza-comparsa de marimondas, danza del garabato, danza-comparsa los auténticos monocucos, danza del paloteo, danza de coyongos, la cumbiamba, danza son de negro, danza de gallinazos, danza diablos arlequines, danza farotas de Talaigua, danza el imperio de las aves, danza indios de trenza, danza del caimán, danza de micos y micas, danza-comparsa negritas puloy.
Si bien ciertas danzas y comparsas son autóctonas del Carnaval de Barranquilla, algunas de ellas migraron a la ciudad procedentes de diversas regiones del Caribe colombiano, en especial de los departamentos de Atlántico, Bolívar, Magdalena y, de manera preferencial, de poblaciones ribereñas como Mompox, Santa Lucía y Sabanalarga, y también de Santa Marta, Ciénaga o Cartagena. A lo largo de su historia, Barranquilla evolucionó en el transcurso de dos siglos de una aldea a orillas del mar Caribe, en la desembocadura del río Magdalena, a una urbe ciclópea, crisol de culturas nacionales e internacionales y de numerosas subculturas del área del Caribe.
La mayor contribución indígena a los carnavales se manifiesta en las danzas indios de trenza e indios farotos, pero todas las danzas, de una u otra manera, han fortalecido las manifestaciones folclóricas a través del sincretismo multiétnico que caracteriza nuestra cultura desde la época colonial. Algunas danzas y comparsas son el producto de la genial iniciativa de algún artista popular que en un momento de su vida tuvo la feliz iniciativa de convocar a sus amigos alrededor de una idea, o de un grupo de personas que observaron en su región el germen de una comparsa o danza festiva y de manera gradual la desarrollaron.
De esos humildes rudimentos surgieron propuestas que evolucionaron, enriqueciéndose con los aportes de sus integrantes, hasta desembocar en estas danzas que hoy constituyen patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. Tal es el caso de la danza de coyongos de Mompox, cuyo fundador se desconoce, hasta que su director Baltasar Sosa Noguera la rescató del anonimato y la trajo a los carnavales barranquilleros en 1978.
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Los aires musicales que interpretan las danzas del Carnaval se entonan con instrumentos tradicionales, que suelen incluir la flauta de millo, de origen indígena, fabricada con la caña de millo; la gaita sabanera, instrumento de viento elaborado con el fututo del cardón y boquilla de pluma de pavo de procedencia aborigen; la tambora, el tambor alegre, la guacharaca y para ciertos ritmos también el acordeón, las maracas, la clave y el guache. Con la flauta de millo se tocan los aires de cumbia en versión del departamento del Atlántico (Barranquilla, Soledad y sus alrededores), en tanto que en versión de los Montes de María (Sucre) se interpreta con la gaita sabanera.
Uno de los géneros más escuchados en las carnestolendas barranquilleras, tocado con estos instrumentos, es el chandé, ritmo ribereño del río Magdalena cuyo tema más famoso “Te olvidé”, del compositor Antonio María Peñaloza, considerado el himno del Carnaval de Barranquilla, que fue escuchado por primera vez en las festividades del Rey Momo en 1954.
Danza de congos
Historia: Una de las danzas más antiguas del Carnaval de Barranquilla es la danza del congo grande. Creada el 22 de diciembre de 1875 por Joaquín Brachi, un comerciante de artesanías de ancestro italiano que se había documentado sobre los cabildos de negros de Cartagena de Indias y los había visto durante las fiestas de La Candelaria. Su origen se remonta a las celebraciones de esclavos congoleses en la etapa colonial, cuando sus amos les daban licencia para celebrar sus danzas y su cultura ancestral. En los cabildos se rememoraban deidades africanas como Oshun, Elegguá, Yemayá o Changó que, a raíz de la represión inquisitorial y el sincretismo religioso, fueron disfrazados con nombres de santos católicos.
Brachi convocó a una reunión para plantear su idea a un grupo de artesanos y vendedores del mercado público de Barranquilla donde tenía su negocio. Allí, los que aceptaron su propuesta crearon la danza que bautizó como del congo grande, por la cantidad de integrantes que se suscribieron a esta feliz iniciativa. Entre ellos diseñaron un manual de estilo que incluyó la línea de mando, los personajes, la coreografía, el vestuario y la música de la danza. Años más tarde, Brachi, ya cansado y enfermo, cedió la dirección a uno de sus integrantes, empezando así la tradición de transferir el mando a un descendiente del fundador o del director de la danza.
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Vestuario: Esta danza guerrera posee uno de los vestuarios más vistosos del carnaval, con un tocado o turbante acicalado con una trenza y flores artificiales, de donde se desprende una penca larga sobre la espalda engalanada con cintas, lazos o encajes que, según la tradición, usaban los reyes de sus tribus africanas. En algunas danzas de congos contemporáneas, sus integrantes han introducido en su tocado grandes figuras o máscaras zoomorfas, mapas, escudos o banderas de la ciudad o el país. La indumentaria de los hombres se complementa con un pantalón de parches en las rodillas, cuyas botas rematan en arandelas y encajes de llamativos colores. Tienen una pechera o peto, capa y gola decorada con espejos, figuras zoomorfas o diseños geométricos en canutillos y lentejuelas sobre camisa de manga larga con puños rizados de encendidos colores. Para diferenciarse del conjunto, el director lleva un sombrero coronado con cintas de colores.
La danza se compone de parejas de hombres danzantes que se pintan la cara de blanco con círculos rojos en las mejillas. En sus presentaciones agitan banderas alusivas a su nombre y se rodean de figuras totémicas de la fauna africana, compuesta por toros, tigres, gorilas, burros o serpientes enrolladas en el cuerpo. También usan gafas oscuras y en las manos llevan un machete o garrocha de madera, algunos empuñan un muñeco o una vejiga de cerdo inflada para asustar a los curiosos. Las mujeres llevan la cabellera recogida en un moño ataviado con flores multicolores, faldas largas y blusas escotadas, erizadas de volantes sin mangas con los colores que identifican la danza, también llevan collares y aretes de fantasía. La fauna que escolta a los danzantes exhibe máscaras y vestidos enterizos o bombachos con las características del animal que representan. La máscara reproduce la cara de un toro macho pintada de colores con cachos afilados. En la punta de cada cacho lleva un cascabel romboide de latón y adornado con cintas y pañoletas de colores. De ella se han independizado otras danzas con las mismas características y atuendos similares, como danza de la burra mocha, danza del torito, congo dinastía, congo reformado o congo rumbero; todas consideradas en la tradición de danzas de congos. En el principio era una danza de solo hombres; sin embargo, con el correr del tiempo las mujeres se fueron integrando de manera gradual a estas danzas.
Coreografía: En los desfiles carnavaleros su coreografía consiste en giros serpenteados con interjecciones de alegría. Las parejas van con el paso de marcha desplazándose en fila, enganchadas por los brazos con un movimiento en zigzag que armoniza con la música del conjunto, alternando con los brazos levantados como de guerreros en batalla o blandiendo el machete, la vejiga de cerdo o algún objeto exótico. Las mujeres se desplazan bailando de derecha a izquierda, moviendo los hombros y zarandeando sus amplias polleras, girando sobre un mismo eje, en tanto que la fauna retoza alrededor de los danzantes haciendo la mímica correspondiente a cada animal.
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