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De amar y morir a la vez: un ensayo de idilios y distopías

José Saramago, en su libro “Las intermitencias de la muerte”, entabla un vínculo entre el amor y la muerte, conjugando una metáfora de idilios y distopías. A partir de esa novela se generó un conjunto de perplejidades con las que he querido reflexionar en este escrito.

Jorge Alberto López-Guzmán
28 de marzo de 2023 - 01:00 a. m.
"La esencia de la mentira implica, en efecto, que el mentiroso esté completamente al corriente de la verdad que oculta", escribió Jean-Paul Sartre.
"La esencia de la mentira implica, en efecto, que el mentiroso esté completamente al corriente de la verdad que oculta", escribió Jean-Paul Sartre.
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¿Es el amor el sentimiento de querer a otra persona, a tal punto de morir por esa persona o de matar a esa persona en vida? El filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, en un apartado de su libro La fenomenología del espíritu, escribe sobre la dialéctica del amo y el esclavo, en donde plantea que la historia comienza cuando se enfrentan dos deseos, dos conciencias, y que el deseo de los seres humanos es querer que el otro lo reconozca, lo idolatre y que el deseo que ganará es el que no le tenga miedo a morir por conseguir su deseo y así dominar al otro y convertirlo en su esclavo.

Se podría entender que ese deseo de dominio es un deseo de querer, de sentir un sentimiento para dominar al otro, sin que el otro se aleje de su amo. Estos postulados sirvieron para que más adelante el padre del existencialismo Jean-Paul Sartre utilizara la dialéctica del amo y el esclavo en su libro El ser y la nada y explicara que la conciencia que ama más es dominada por la que ama menos, llegando a alienar al otro y enajenándolo de su vida -una persona alienada y enajenada de su propia vida es una persona muerta en vida gracias al amor-.

En consecuencia, estos dos conceptos han sido utilizados desde la literatura y la filosofía para explicar su correlación con la vida de los seres humanos, pero entonces, ¿el amor y la muerte cuando se relacionan son malos o son buenos?, ¿es mejor amar y morir al mismo tiempo?, o, ¿no amar y existir reivindicando la vida? Estas preguntas me recuerdan que en el diálogo de El banquete, de Platón, en una de las intervenciones de Sócrates, se trata de indagar sobre la naturaleza del amor, postulando que el amor es poseer lo que deseamos, y entonces me llevan a pensar que se posee lo que es nuestro, lo que dominamos a partir de desearlo, pero, ¿cómo querer a alguien a partir de poseerlo?, y vuelve Sócrates y explica que el amor desea lo que no tiene, entonces, ¿dominar es alimentar al amor, es darle lo que quiere? Me llama la atención cuando Sócrates habla con la sacerdotisa Diotima, y ella le expresa que el amor está entre las dos cosas, no es malo ni bueno, y tampoco es un dios, porque si no sería el más feliz de todos los dioses.

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Es así como creo que ese deseo lo lleva al dominar y matar al otro -metafóricamente hablando-, entonces, ¿qué es la muerte? La ausencia de la vida, un ciclo de la existencia, el momento en el que la conciencia se apaga, el paso a la vida eterna en un campo etéreo con los dioses o un dios, o vivir sin reivindicar la vida a cada existente, vivir sin ser visto, solo respirar y ser un esclavo más.

La filosofía existencialista dentro de sus diferentes posturas esboza que la muerte está dada por vivir sin reivindicar la existencia, donde no se alimenta a la vida, no se disfruta, no se es feliz. De esta manera, la muerte podría estar dada por el amor, ese amor que esclaviza y domina, y mi existencia se diluye, por la existencia que otra persona construye para mí -yo soy lo que el otro hizo de mí, y si el otro no está, yo dejo de existir-.

Lo anterior me recuerda la película El lado oscuro del corazón, del director argentino Eliseo Subiela, donde en uno de sus fragmentos narra una conversación sobre la complejidad del amor y se hacen las siguientes preguntas: ¿cómo amar sin poseer?, y, ¿cómo dejar que te quieran sin que te falte el aire? Y los personajes responden “que amar es un pretexto para adueñarse del otro, para volverlo esclavo, para transformar su vida en tu vida y en donde lo importante solo es la vida del que domina sin importar la vida del otro, y que el gran error está en querer que el otro sea como nosotros queremos que sea y no como es”.

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Es por eso por lo que el sociólogo Zygmunt Bauman escribió en gran parte de su libro Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, cómo se han adaptado los seres humanos para no caer en el juego del amor y de la muerte. Él describe cómo son las relaciones amorosas de la actualidad, en donde ya no existe una solidez, una seriedad, y cada vez las relaciones son más fugaces, efímeras y banales -para que no me domines, yo no te amo y, así, no muero, pero tampoco te mato-.

Creo que esto se da a partir de que muchas personas han pasado por la muerte en vida, por ser dominadas y también por vivir a costas del otro, por someter y controlar al otro, llegando a que las personas ya no quieran enamorarse, no quierea tener una relación seria, tienen miedo al amor, por miedo a morir en vida, por miedo a sacrificar sus sueños por otra persona.

Más curioso cuando encuentro ese personaje que nos describe Bauman en la obra Don Giovanni, de composición musical de Wolfgang Amadeus Mozart, y el libreto del italiano Lorenzo da Ponte basado en la obra de Antonio de Zamora, ese Don Giovanni insatisfecho de la vida, apático a los sentimientos, que no le interesan los demás, solo él mismo. Aquí recordemos la película de Subiela, ese Don Giovanni que no le gusta expresar lo que siente, es un ser libertino, aquí podemos ver desde la ópera cómo se visibiliza el sujeto moderno que nos explica Bauman, en donde es preferible alejarse de los sentimientos, a sentirlos y morir por ellos.

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En consecuencia, se puede determinar que los conceptos amor y muerte están más enlazados que nunca cuando los concebimos de manera alegórica o real, y que desde la literatura, la filosofía, el cine, la sociología y la ópera, entre otras disciplinas y artes, se han puesto en la tarea de vislumbrarnos que amar y morir van de la mano y que la muerte puede estar precedida de amar, y que la peor enfermedad que existe es el amor -nos lleva a morir sin dejar de vivir, no quita la vida y nos hace idolatrar solo por desear y querer-. Es así como el amor y la muerte pueden ser enfermedad o alivio, muerte o existencia. Porque conjugados o separados se convierten en dispositivos de dominio o liberación.

Por Jorge Alberto López-Guzmán

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