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Eres una contradicción que sin embargo se levanta. Hoy eres un héroe y mañana un villano. Pero te levantas. Y sigues. Y vives. A pesar de no experimentar líneas de tiempo alternas, a pesar de no vivir en mundos mejores, vives. Y como bien dijo Hamlet, eres una maravillosa obra de arte. Y como bien dijo Hamlet, eres la quintaesencia del polvo ¿No es acaso eso la prueba última de un milagro?
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Odias porque amas. Te entristeces y te enfadas porque eres humano. En tu falta de perfección se encuentra el milagro de tu excepcionalidad. Y ese mismo milagro es el que te permite cada cambiar, mirar las cosas desde otra perspectiva, aprender cada día más; amar cada día más; luchar contra ti mismo y rechazarte, pero al día siguiente reconciliarte con tus defectos y tu pasado. Podemos discrepar en muchas cosas, pero estamos de acuerdo en la importancia de la libre indagación, la actitud abierta y la búsqueda de las ideas por lo que valen en sí mismas. Tú mismo, tu carácter siempre en evolución es una de aquellas ideas que vale por sí misma porque ha sido consolidada a punta de pensamientos contradictorios, de batallas internas, de tus contradicciones que pelean hasta fundirse en una síntesis que te hace crecer.
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Para algunos, tal crecimiento no será más que un viaje sin importancia. Te dirán que te embarcaste en un barco y te ahogaste. Sin embargo, ¿quién tiene la facultad de definir qué has aprendido y qué no? Fuiste tú quien se enfrentó a las olas, al viento y a las bestias que solo surgen de los miedos más recónditos del humano. Fuiste tú quien tal vez murió ahogándose en. ese mar insondable. Fuiste tú quien luego revivió con solo la voluntad como arma. Solo tú sabes en qué consiste tu heroísmo. Así que convéncete del accidente y el milagro que eres. Eres insignificante, la quintaesencia del polvo. Y también eres una obra maravillosa que ha nacido de las más absurdas contradicciones, llantos y posteriores valentías.
Odias porque amas. Te entristeces y te enfadas porque eres humano. En tu falta de perfección se encuentra el milagro de tu excepcionalidad.