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                                                                                                                                De los vientos a las tempestades o cómo se gestó la Colombia contemporánea (I)

                                                                                                                                Presentamos la primera parte de un texto de William Ospina que reflexiona sobre las dinámicas y tensiones que han rodeado la construcción social, política y económica del país, mostrando los vacíos y las falencias históricas del proceso.

                                                                                                                                El país campesino todavía hoy es, en el imaginario del mundo, el rostro más tradicional de Colombia.
                                                                                                                                Foto: El Espectador - David Campuzano
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO

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                                                                                                                                Foto: El Espectador - David Campuzano
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                                                                                                                                Le puede interesar: “En Colombia tenemos una guerra contra la memoria”: Ariel Camilo González

                                                                                                                                Algo de esa paz duraba todavía en la región de los juglares vallenatos a la sombra de la Sierra Nevada de Santa Marta en las primeras décadas del siglo XX; en los minifundios de Nariño, que el poeta Aurelio Arturo evocó en su gran poema Morada al sur, y sobre todo en una gran extensión de la cordillera Central, donde los colonos procedentes de Antioquia y Cauca fundaron el país campesino, de cuya economía vivió Colombia un siglo: la zona cafetera de los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío, el norte del Valle y el norte del Tolima.

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                                                                                                                                Pero así como los precios del café dictaban desde lejos lo que sería la suerte de los campesinos colombianos, porque toda la producción cafetera estaba orientada casi exclusivamente al mercado mundial y por ello la zona cafetera logró ser una comarca llena de tradiciones locales, pero conectada de un modo complejo con el mundo exterior, el orden de la posguerra, definido muy lejos por las potencias triunfadoras en 1948, marcó profundamente el destino de Colombia en el resto del siglo.

                                                                                                                                La teoría del desarrollo, dictada sobre todo por los Estados Unidos pero acatada sin objeciones por la dirigencia colombiana, que desde los años 20 se había convertido en la aliada más fiel de las políticas del gran imperio, le trazó a Colombia no solo un intempestivo destino urbano, sino que contrarió poderosamente su vocación agrícola. Favoreció la expulsión de los campesinos hacia las ciudades, ya iniciada por la violencia política que creció tras el asesinato, en 1948, del gran dirigente Jorge Eliécer Gaitán, quien prometía traer por fin a Colombia las reformas liberales que un régimen clerical y castrense de grandes terratenientes había impedido por muchas décadas.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Había sido así desde el comienzo. Aquí llegó primero la Contrarreforma y solo siglos después la Reforma, antes llegó la Santa Alianza que las reformas napoleónicas, y no se abrió camino nunca un proceso liberal mestizo como la Reforma de Benito Juárez o una Revolución agraria como la mexicana, ni nada parecido al republicanismo español.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le puede interesar: Cali: protesta, arte y dignidad

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Jorge Eliécer Gaitán creía en la necesidad de una economía acaso no autónoma pero sí cuya primera prioridad fuera el mercado interno, la protección del trabajo y de la familia, una mirada noble sobre el territorio, el respeto por el mestizaje, la defensa de la dignidad de los pobres, del mundo indígena, de los afrocolombianos, la exaltación y el fortalecimiento de la cultura popular, una educación arraigada en la geografía y en la historia, y un auténtico relato nacional.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le sugerimos: De Miguel Ángel Osorio a Porfirio Barba Jacob

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Cultivos de algodón, soya, sorgo, extensos cultivos de banano y de caña, la industria azucarera, la ganadería extensiva, las textileras, las industrias metálicas, las siderúrgicas y la exploración petrolera parecían llevar al país por la vía de una ampliación de la frontera económica, de un esfuerzo de productividad y, finalmente, hubo incluso un impulso a la modernización del campo mediante procesos de electrificación rural en lo que se llamó el desarrollo rural integrado.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le puede interesar: Adelaida Malagón: “Contar la historia es romper el silencio”

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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