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                                                                                                                                  De Napoleón Bonaparte a la epopeya de Gilgamesh

                                                                                                                                  En esta tercera entrega de la serie sobre la evolución del bien y el mal, nos centramos en el Siglo XIX y en algunos descubrimientos arqueológicos que llevaron a los estudiosos a dudar de la edad de la humanidad que había sido establecida por la Biblia.

                                                                                                                                  Fernando Araújo Vélez

                                                                                                                                  Editor de Cultura
                                                                                                                                  Imagen de referencia // Por la arqueología, que le dio fuerza a la filología, los nuevos descubridores llegaron a la conclusión de que la historia de los seres humanos era bastante anterior a la historia de la escritura, y lo comprobaron.
                                                                                                                                  Foto: Pixabay
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  En un lado, por supuesto, estaba la Iglesia. En sus santas escrituras se encontraban los postulados sobre la creación del universo, que había sucedido, como decía la Biblia, en siete días y siete noches, y tres mil años antes de Cristo. De alguna manera, aquellas eran escrituras, textos. En términos académicos, filología. Estudios de la palabra, hechos sobre otros estudios de la palabra, que comenzaron a ser rebatidos, cuestionados, por una nueva práctica que se fue haciendo cada vez más importante, más valiosa para saber qué podía haber ocurrido antes de casi todos los antes, aunque aún faltaran más de 50 años en darle un nombre: la arqueología.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Peter Watson (Ideas: historia intelectual de la humanidad. 2005)

                                                                                                                                  Desembarcaron en Alejandría, y a los pocos días, comenzaron a trabajar en distintos frentes, protegidos por los soldados de Napoleón, y ayudados por ellos para realizar todo tipo de excavaciones y descubrimientos. Crearon nuevas bombas y lápices, investigaron las relaciones entre los distintos pueblos que habían pasado por Egipto, escribieron y publicaron un periódico que daba cuenta de lo que iban encontrando, y ante todo, anotaron casi todo lo que iban viendo y que luego, durante 25 años, se convirtió en una enciclopedia de 23 volúmenes a la que llamaron “La descripción de Egipto”, y cuya introducción fue escrita por Jean-Baptiste-Joseph Fourier.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Como decía Watson, el primer gran logro de los nuevos filólogos “fue conseguir datar con bastante exactitud los evangelios, algo que arrojó nueva luz sobre las inconsistencias detectadas en las diferentes versiones sobre la vida de Jesús, cuya fiabilidad en términos generales empezó a ser cuestionada”. La gran explosión de las primeras décadas del siglo XIX fue una obra de David Strauss, un profesor de la Universidad de Zurich que posaba de dramaturgo, romántico, trágico, magnético y partidario de la hipnosis, cuyas creencias oscilaban entre la mística y la comprobación, y quien escribió el libro “La vida de Jesús, examen crítico”.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Jean Paul Richter (Levant, 1806)

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Allí, aseguraba que “Jesús no era una figura divina, que los milagros nunca habían tenido lugar y que la Iglesia, tal y como la conocemos, tenía muy poca relación con Jesús”. Sus ideas produjeron un incendio, no solo entre los miembros de la Iglesia Católica, sino entre algunos académicos y directores de centros de educación, que intentaron por todos los medios posibles denigrar de él para tratar de sofocar el fuego de sus palabras, una antigua estrategia que recorría prácticamente toda la historia de la humanidad. Sin embargo, sus palabras se multiplicaron en distintas lenguas, y llevaron a varios pensadores a ir más allá de lo ordenado y establecido por los siglos.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Imagen de referencia // Por la arqueología, que le dio fuerza a la filología, los nuevos descubridores llegaron a la conclusión de que la historia de los seres humanos era bastante anterior a la historia de la escritura, y lo comprobaron.
                                                                                                                                  Foto: Pixabay
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  En un lado, por supuesto, estaba la Iglesia. En sus santas escrituras se encontraban los postulados sobre la creación del universo, que había sucedido, como decía la Biblia, en siete días y siete noches, y tres mil años antes de Cristo. De alguna manera, aquellas eran escrituras, textos. En términos académicos, filología. Estudios de la palabra, hechos sobre otros estudios de la palabra, que comenzaron a ser rebatidos, cuestionados, por una nueva práctica que se fue haciendo cada vez más importante, más valiosa para saber qué podía haber ocurrido antes de casi todos los antes, aunque aún faltaran más de 50 años en darle un nombre: la arqueología.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Peter Watson (Ideas: historia intelectual de la humanidad. 2005)

                                                                                                                                  Desembarcaron en Alejandría, y a los pocos días, comenzaron a trabajar en distintos frentes, protegidos por los soldados de Napoleón, y ayudados por ellos para realizar todo tipo de excavaciones y descubrimientos. Crearon nuevas bombas y lápices, investigaron las relaciones entre los distintos pueblos que habían pasado por Egipto, escribieron y publicaron un periódico que daba cuenta de lo que iban encontrando, y ante todo, anotaron casi todo lo que iban viendo y que luego, durante 25 años, se convirtió en una enciclopedia de 23 volúmenes a la que llamaron “La descripción de Egipto”, y cuya introducción fue escrita por Jean-Baptiste-Joseph Fourier.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Como decía Watson, el primer gran logro de los nuevos filólogos “fue conseguir datar con bastante exactitud los evangelios, algo que arrojó nueva luz sobre las inconsistencias detectadas en las diferentes versiones sobre la vida de Jesús, cuya fiabilidad en términos generales empezó a ser cuestionada”. La gran explosión de las primeras décadas del siglo XIX fue una obra de David Strauss, un profesor de la Universidad de Zurich que posaba de dramaturgo, romántico, trágico, magnético y partidario de la hipnosis, cuyas creencias oscilaban entre la mística y la comprobación, y quien escribió el libro “La vida de Jesús, examen crítico”.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Jean Paul Richter (Levant, 1806)

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Allí, aseguraba que “Jesús no era una figura divina, que los milagros nunca habían tenido lugar y que la Iglesia, tal y como la conocemos, tenía muy poca relación con Jesús”. Sus ideas produjeron un incendio, no solo entre los miembros de la Iglesia Católica, sino entre algunos académicos y directores de centros de educación, que intentaron por todos los medios posibles denigrar de él para tratar de sofocar el fuego de sus palabras, una antigua estrategia que recorría prácticamente toda la historia de la humanidad. Sin embargo, sus palabras se multiplicaron en distintas lenguas, y llevaron a varios pensadores a ir más allá de lo ordenado y establecido por los siglos.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Por la arqueología, que le dio fuerza a la filología, los nuevos descubridores llegaron a la conclusión de que la historia de los seres humanos era bastante anterior a la historia de la escritura, y lo comprobaron. Un hallazgo los fue llevando a otros hallazgos. Así, un maestro de escuela llamado Georg Friedrich Grotefend, descifró la escritura cuneiforme de Persépolis reorganizando los grupos de cuñas y separándolas por espacios, para después relacionarla con el sánscrito y llevar a Babilonia a los estudiosos que años más tarde, en 1847, fueron hasta Nínive y Nimrud, en las tierras de Irak, y descubrieron, bajo el mando de un lord, Sir Austen Layard, los tesoros de Assurnasirpal II.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Inmensos leones y semitoros, dibujos, puertas, jarrones, copas, platos, Sir Austen Layard encontró el fantástico mundo que parecía haber construido el rey de Asiria hacia los años 860 a. de C., pero no se quedó en eso. Siguió en su búsqueda. Les escribió cartas a otros buscadores, los convidó a continuar con su trabajo, hasta que entre algunos escombros surgió, como escribió Watson, “una tablilla en cuneiforme en la que estaba escrita la epopeya de Gilgamesh, notable por dos razones: en primer lugar, era mucho más antigua que los poemas homéricos y la Biblia; en segundo lugar, diversos episodios del relato, como el de la gran inundación, eran similares a los que recogía el Antiguo Testamento”.

                                                                                                                                  Por Fernando Araújo Vélez

                                                                                                                                  De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com
                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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