“Paz”, una palabra más allá del desarme y la armonía
A propósito del aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz en 2016, exploramos lo que la palabra “paz” ha significado en la sociedad colombiana y cómo esta definición ha cambiado con el tiempo.
Andrea Jaramillo Caro
En septiembre de 2016 “El País” publicó un video en el que les preguntaban a diferentes colombianos qué significaba para ellos la paz en Colombia. “Tranquilidad” y “vivir en armonía” fueron algunas de las definiciones que se dieron. Desde la firma de los Acuerdos de Paz en noviembre de ese año, el acercamiento a esta palabra ha cambiado con el tiempo y la forma en la que nos aproximamos como país a su significado también se ha transformado.
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En septiembre de 2016 “El País” publicó un video en el que les preguntaban a diferentes colombianos qué significaba para ellos la paz en Colombia. “Tranquilidad” y “vivir en armonía” fueron algunas de las definiciones que se dieron. Desde la firma de los Acuerdos de Paz en noviembre de ese año, el acercamiento a esta palabra ha cambiado con el tiempo y la forma en la que nos aproximamos como país a su significado también se ha transformado.
A pesar de que esa combinación de tres letras se encuentra en el nombre de ese documento, nuestra historia con esa palabra es mucho más antigua. “Paz”, como concepto, hizo una aparición en la Constitución Política de 1991, donde, de acuerdo con el artículo del abogado Frankiln Moreno Millán, se menciona como un valor, un principio y es definida como “fin o propósito, tanto del derecho interno como del derecho internacional, estado ideal, protocolo de actuación en medio de los conflictos, derecho colectivo, derecho fundamental o subjetivo y deber ciudadano o constitucional”.
Más allá de que esté dentro de la Constitución, esta es una palabra que ha atravesado los procesos de negociación que se han hecho en Colombia en varias ocasiones. Para Wilson López, líder del Grupo de Investigación en Lazos Sociales y Culturas de Paz de la Universidad Javeriana, el caso del proceso con las FARC fue diferente a los anteriores, porque durante ese tiempo el concepto en cuestión se convirtió en “un arma de discurso político”. Aunque el profesor del Departamento de Psicología de esta institución consideró que los actores, al llamar al plebiscito, “tenían las mejores intenciones”, según su perspectiva se convirtió en un tema político en la agenda mediática.
López opinó que la paz no era solamente la ausencia de la guerra, como lo expuso una de las definiciones de la Real Academia Española, sino que era algo transversal. “En Colombia, desafortunadamente, se dejó de ver la paz, en muchos sentidos, como un proceso para alcanzar una mejor sociedad para los 50 millones de habitantes del país y se convirtió en un arma donde se evalúan, por ejemplo, los costos, la economía de la guerra, la economía de la paz y el interés político. Y la gente se da cuenta de eso”.
Ana Mercedes Sánchez, docente de cátedra en el Departamento de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Javeriana, por su parte, aseguró que en Colombia hemos intentado definir el concepto de “paz” durante más de 200 años. Para la investigadora, la forma en la que los acuerdos, no solo en Colombia, crean una expectativa de transformación alrededor de ellos es clave. “En ese sentido, los procesos de paz y la firma de los Acuerdos fueron unos momentos políticos muy singulares, en los cuales se empezaron a expresar un sinnúmero de necesidades de términos sociales, económicos y políticos que el Estado tenía con ciertas poblaciones. En el Acuerdo de 2016 se encontraron unos elementos que fueron innovadores dentro del texto y reflejaron esas nuevas expectativas que tuvo la ciudadanía sobre la paz: no solamente el Acuerdo fue un detonante, sino que la preparación misma del texto y las negociaciones se convirtieron en elementos que empezaron a saturar ese concepto de la paz y las expectativas en Colombia”.
Más allá de las ilusiones que se crearon alrededor de estos procesos, estuvo el hecho de que la “paz” como concepto fue visto como una utopía a mediados del siglo pasado. Fue hasta la década de 1990 que la percepción de este comenzó a cambiar, según comentó María Lucía Zapata, directora del Instituto de Derechos Humanos y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana. “Uno podría decir que en Colombia empezamos con una visión muy limitada, en la que se creía que automáticamente firmar un acuerdo de paz significaba que al otro día ya la alcanzaríamos y viviríamos en un mundo idílico, pero hay otra visión más realista que es la de la gente que está creando esas bases para apoyar o para sustentar lo que puede ser eventualmente un acuerdo de paz”, dijo.
Algo en lo que están de acuerdo los docentes es que en el país hay una visión negativa alrededor de la palabra en cuestión. Moreno afirmó que ha observado cómo la desesperanza y el fatalismo son los que se mezclan con la definición de “paz” y la percepción de la población sobre este concepto se puede moldear a partir de diferentes factores, como los medios, la religión y el discurso político, donde la paz pierde el significado que se le asignó en la Constitución Política.
Por su parte, Sánchez y Zapata coincidieron en que la visión que existe de “paz” es limitada. “Esas visiones de la paz reducen el espectro de la imaginación moral y nos impiden empezar a encontrar soluciones creativas a los siempre emergentes retos de los conflictos y de la violencia, y de la construcción de paz. Hay un reto fundamental, y es el de rescatar la pluralidad de los sentidos de la paz como algo que es positivo, que nos ayuda a desarrollar una cultura política más tolerante, abierta y participativa”, aseguró Sánchez.
Para Zapata, el problema más grande frente a la percepción de este concepto se encuentra en la poca pedagogía que se ha hecho de los Acuerdos. “Se falló en la pedagogía, en dar a conocer lo que se estaba haciendo, en dar a conocer cada uno de los puntos, en lo que consiste, qué implica construir paz, qué implica hacer el acuerdo de paz, etcétera”, afirmó.
“Paz”, un término con múltiples definiciones
El hecho de que esta palabra haya sido asociada a diversos discursos políticos, convirtiéndola en un botín que hay que ganar, hizo que emociones fuertes y otro tipo de sentimientos mediaran su percepción entre el público colombiano. De acuerdo con Zapata, se ha hablado de emociones políticas y, en cierto sentido, la emocionalidad humana constituye una fuerza que nos lleva y que influye en la manera en la que se concibe el concepto, de acuerdo con la directora del Instituto.
Aunque emociones fuertes sean parte de la forma en la que moldeamos y transformamos la definición de una palabra, la “paz”, como término, ha cobrado diferentes significados. López, por ejemplo, la define como “un proceso multidimensional que involucra aspectos económicos, políticos, sociales, jurídicos y de seguridad. No es un estado de llegada. Por eso no es tan fácil decir que la paz es una única cosa. No puedo pretender que esté desligada de otras temáticas como las condiciones económicas, la seguridad, la salud y el bienestar. La paz implica una perspectiva biopsicosocial”.
Sánchez, por su parte, cree que la paz continúa siendo un terreno en disputa. Su argumento se fundamenta en el porcentaje de implementación de los Acuerdos, contra la cantidad de colombianos que creen que ese trabajo se haya hecho. “Lo que se implementa del Acuerdo no necesariamente recoge las expectativas de la sociedad civil. Existe una brecha muy grande en las percepciones de la implementación y de la paz misma. Eso nos empieza a hablar de distintos elementos con los cuales la sociedad concibe la paz, no solamente en términos de la reducción de la violencia, sino en aspectos que son positivamente consignados en el Acuerdo, como el acceso a las tierras”.
Sin embargo, Zapata afirmó que ha visto cómo, ocho años después de la firma, la definición de “paz” está tomando diferentes caminos. Desde el más simple, que habla de desarmar y “parar las balas”, hasta una visión más profunda que consiste en implementar lo pactado en algo que los académicos llaman una “paz positiva”.
Aunque en la academia la definición de “paz” seguirá siendo debatida, esta palabra llama a la población a una construcción en conjunto de su significado. Mientras unos la ven como un proceso y no una meta, y otros como la ausencia de guerra, las definiciones y su profundidad radican en la subjetividad.