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“En Colombia hay periodistas de primera, segunda y tercera categorías”. Escucho al hombre que enuncia las palabras a través de los audífonos. La pantalla ubicada frente a mí muestra el origen de aquella voz: es el engranaje de un radio, conectado a un hígado de cerdo. Radio Hígado es la interpretación del artista plástico y filósofo tolimense Andrés Vergara Bonilla de las desigualdades de la información en Colombia. A través de este, se escucha el diálogo entre dos periodistas, de Cali y Florencia, sobre las barreras que enfrentan en su oficio. El artefacto sonoro que se sintoniza a través de una entraña, como un guiño a lo visceral de la labor periodística, pretende generar una reflexión sobre cómo las desigualdades entre periodistas se replican en limitaciones al acceso a la información de los ciudadanos, lo cual deriva en otros escenarios desiguales en lo político y social. Radio Hígado es una de las 30 intervenciones artísticas que componen ¡Re-imaginemos! Caminos de equidad en Colombia, exposición que tiene lugar en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.
La obra de Vergara, al igual que las demás, es producto del diálogo. Fueron dos años de conversaciones entre personas de distintos territorios, con ópticas de conocimiento diversas, todas enfocadas en entender cómo la historia de Colombia se narra desde las múltiples desigualdades y cómo estas exclusiones y privilegios estructurales y no justificados se traducen en la cotidianidad de quienes habitan esta tierra. Se configuraron 30 grupos de trabajo, cada uno destinado a analizar una arista de la desigualdad: en el arte, en la salud, en el medio ambiente… Dos teóricos daban su punto de vista desde la academia, dos líderes sociales o activistas hacían lo propio desde sus experiencias en carne y hueso, y un artista lo aterrizaba todo. De aquellos puentes dialógicos desde diferentes saberes nacieron 30 columnas de opinión que se publicaron en El Espectador y el mismo número de piezas artísticas.
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“Re-imaginemos como proyecto y exhibición ha abierto el espacio a entender el arte como un agente de cambio que se puede conjugar con todo tipo de diálogos, es interesante ver cómo los artistas participantes trabajan de la mano de otras especialidades como la sociología, la economía y los liderazgos regionales, entre otros, para volver su obra el lugar común donde todos caben, el lugar que invita al espectador a re-imaginar, a reinterpretar; pero además a unirse en colectivo desde su individualidad, desde su caso específico como colombiano y como habitante de un mismo pedazo de tierra, se espera que este proyecto siga creciendo y logre convocar más voces. Cada vez la labor del artista dentro de la sociedad se vuelve más necesaria y es un orgullo ser parte de un proyecto que la dignifica”, afirma Angélica Pulido, co-curadora de la muestra.
El arte en la sala de exposición asume tantas formas, al igual que el tema que evocan sus piezas. En video, una artista baila mientras compara la inequidad con un animal: “Es como una serpiente que se devora a sí misma, es el eterno ciclo de las cosas”, porque aun cuando trasciendes sus barreras, la desigualdad sigue ahí, “aunque ya no la veas, aunque no sea parte de tu realidad”. Hay libros, ilustraciones, fotografías, proyecciones. Cada una es un vistazo a cómo viven los ciudadanos de un país desigual, pero también es una invitación a que el espectador comparta el suyo. Las obras preguntan: ¿Pagamos impuestos justos? ¿Qué desayunaste hoy? ¿Cómo has vivido tu enfermedad mental? Todas evocan a la misma idea: los millones de respuestas particulares evidencian vidas radicalmente distintas. El diálogo, que inició el colectivo con 150 personas, ahora se abre a todo quien quiera ser parte de este.
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El proyecto invita a las preguntas y también a la imaginación, como lo indica su título. “Nosotros no queríamos quedarnos en el típico proyecto de denuncia, donde todo está mal, sino que realmente queríamos sembrar esperanza. Hay cosas que se pueden hacer desde el nivel político hasta la forma como uno vive el día a día, cómo compra, cómo educa a sus hijos. Entonces siempre las columnas tenían esa estructura, donde la primera parte era denunciar lo que está, y la segunda era decir qué se necesita para cambiar”, afirma Allison Benson, co-curadora de la exposición. A su idea se une Nicolás Sánchez, curador del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación: “El primer paso para materializar una realidad y transformar una sociedad parte de imaginar otros escenarios, de soñar… del anhelo de contar con una realidad más justa y equitativa”.
Estar en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, en Bogotá, en el corazón de un país que se ha narrado desde la violencia. Ver la exposición y pensar cómo aquella narrativa complementa la de la desigualdad. “Los dos retos de Colombia han sido paz y equidad, y realmente lo que hemos tenido es violencia e inequidad. Y no puede pensarse el uno sin el otro, somos un país que ha sido altamente violento precisamente por la falta de oportunidades, y esa problemática alimenta esa violencia. En parte, esa fue una de las razones por las cuales nos pareció tan chévere haber hecho esta exposición aquí, porque si tú logras tener paz, memoria y reconciliación, logras la equidad, que ha sido tan esquiva para Colombia”, dice Benson.
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