Del libro a la partitura, Zaratustra en la música
Zaratustra, a 140 años de su publicación, más allá del texto de Friedrich Nietzsche, también causó una gran influencia en el compositor alemán Richard Strauss. El poema sinfónico que compuso sobrevivió a las críticas del momento para convertirse en una melodía inconfundible.
Andrea Jaramillo Caro
La oscuridad del espacio se ve perturbada por la luz del astro que acobija el planeta tierra, mientras que el silencio es interrumpido por los acordes inconfundibles del poema sinfónico “Así habló Zaratustra”, de Richard Strauss, en el largometraje de Stanley Kubrick “2001: una odisea espacial”. A pesar de que la fanfarria de apertura fue la única parte de esta composición utilizada en la película de 1968, se convirtió en una melodía icónica y se popularizó con esa aparición.
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La oscuridad del espacio se ve perturbada por la luz del astro que acobija el planeta tierra, mientras que el silencio es interrumpido por los acordes inconfundibles del poema sinfónico “Así habló Zaratustra”, de Richard Strauss, en el largometraje de Stanley Kubrick “2001: una odisea espacial”. A pesar de que la fanfarria de apertura fue la única parte de esta composición utilizada en la película de 1968, se convirtió en una melodía icónica y se popularizó con esa aparición.
“Esta apertura trata sobre el poder de la naturaleza para Strauss en la transmisión de Nietzsche. Y cuando escuchas esta apertura, hay ciertos elementos que resuenan con nosotros como seres humanos. El uso de estos intervalos, llamados intervalos perfectos, nos dan una sensación de inmensidad, posibilidad y poder”, le dijo Marin Alsop, directora de la Orquesta Sinfónica de Boston, a la National Public Radio en 2012.
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La escena de apertura de Kubrick no es el único momento en el cual Strauss fue utilizado como presagio en la película, al menos en otros cuatro momentos las notas del Zaratustra acompañaron a los personajes de Kubrick en su travesía. Aunque 1968 marcó el aumento de su popularidad y reconocimiento instantáneo, a partir de este momento empezó a ser utilizada como presagio de un evento importante o a relacionarse con algún tema espacial.
Luego de Kubrick vino la BBC utilizando el mismo fragmento para transmitir las misiones Apolo y, entre 1971 y 1977, el rey del rock & roll, Elvis Presley, la usó como introducción para sus álbumes en vivo. Como ellos ha habido muchos otros, sin embargo, la versión original de Strauss abarca ocho melodías adicionales que son interpretadas en aproximadamente 30 minutos.
La pieza musical fue compuesta en 1896 y tomó el mismo título del texto de Nietzsche, escrito entre 1883 y 1885, “Así habló Zaratustra”. El compositor tomó su inspiración directamente de las letras del filósofo para traducir las páginas de la novela a partituras.
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Este fue el punto de partida para el compositor que, a los 32 años, escribió gran parte de los movimientos. Para este momento en su vida, Richard Strauss ya era considerado como el heredero de Richard Wagner y, como tal, su trabajo influenciado por el filósofo recibió aplausos y críticas cuando fue estrenada meses después de haber sido completada.
De acuerdo con Herbert Glass, “el acalorado debate que se arremolinaba en torno a la partitura cuando era nueva no se debía tanto a la música como a los programas en conflicto que Strauss propuso en distintos momentos como tema. Antes del estreno en Frankfurt, autorizó la impresión del siguiente programa taquigráfico:
‘Primer movimiento: Amanecer. El hombre siente el poder de Dios. Andante religioso. Pero el hombre todavía anhela. Se sumerge en la pasión (segundo movimiento) y no encuentra la paz. Se vuelve hacia la ciencia y trata en vano de resolver los problemas de la vida en una fuga (tercer movimiento). Suenan las agradables melodías de baile y se convierte en un individuo. Su alma se eleva mientras el mundo se hunde muy por debajo de él’. ¿Nos estaba engañando?”. Según la Sinfónica de Houston, precisamente este fue el caso, pues el programa que autorizó para su estreno no llevaba los nombres reales de los movimientos, Strauss autorizó que estos se imprimieran en un panfleto de Arthur Hann, que además explicaba en detalle la pieza musical.
Originalmente, la pieza compuesta por nueve movimientos se iba a llamar: “Optimismo sinfónico en forma de fin de siècle (siglo), dedicado al siglo XX”, pero al final Strauss cambió de opinión y decidió llamarlo: “Libremente por Nietzsche”. Cada movimiento tiene el nombre de uno de los capítulos del texto filosófico. Y aunque en un principio Strauss quiso negar cualquier tipo de afiliación de su obra con la de Nietzsche, más allá de una leve inspiración, utilizó sus imágenes poéticas para convertirlas en melodías y en la partitura publicada utilizaba los párrafos introductorios para su obra.
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“Así habló Zaratustra” se convirtió entonces en un desafío al alejarse del camino o lógica tradicional bajo la que había compuesto anteriores poemas sinfónicos como “Don Juan”. Strauss se enfrentó a la tarea de “transmutar la filosofía abstracta y altruista de Nietzsche en detalles musicales: relaciones tonales envolventes, notas que se escribirán en el pentagrama”, como lo mencionó Philip Clark para su artículo en Gramophone.
Algunas de las interpretaciones y los análisis que se han hecho sobre la pieza de Strauss, como el de la Sinfónica de Houston, afirman que “usando ideas e imágenes del libro de Nietzsche, la pieza representa la búsqueda de lo que popularmente se llama ‘el sentido de la vida’ cuando se enfrenta a un mundo natural e indiferente y a la propia existencia corpórea y animal de la humanidad”.
Así, Strauss pone en notas musicales su propia búsqueda atravesada por la influencia del trabajo de Nietzsche, que según escribió el compositor en una carta a Otto Florsheim: “No tenía la intención de escribir música filosófica o retratar musicalmente la gran obra de Nietzsche… Más bien pretendía transmitir en la música una idea de la evolución de la raza humana desde su origen, a través de las diversas fases de desarrollo, tanto religiosas como científicas, hasta a la idea de Nietzsche del superhombre. Todo el poema sinfónico pretende ser mi homenaje al genio de Nietzsche…”.
Richard Strauss, de forma no intencional, le dio al mundo una melodía icónica que trascendió las décadas y se hizo reconocible para diferentes generaciones. Utilizada en diferentes situaciones a lo largo del siglo XX y siendo una obra ampliamente interpretada por orquestas alrededor del mundo, Strauss, con su interpretación musical de “Así habló Zaratustra”, creó no solo un homenaje para Nietzsche, sino también una forma de “expresar la incapacidad del héroe para satisfacerse a sí mismo, ya sea con la religión, la ciencia o el humor, cuando se enfrenta al enigma de la naturaleza”, escribió la Sinfónica de Houston.
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