Del partido de fútbol al partido político (y II) (Fútbol paradójico)
“Al fútbol callejero es al único partido al que pertenecemos”. Medellificación, Alcolirykoz.
Juan Carlos Rodas Montoya
Antes de continuar con el listado de jugadores de fútbol que deciden cambiar de cancha y se van a jugar en las grandes ligas de la política, debo aclarar que la política o lo político no son sinónimos de corrupción per se.
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Se trata, más bien, de un imaginario colectivo que tiene un alto porcentaje de realidad y un tanto de ficción y, como el fútbol tiene más de ficción que de realidad, es menester preguntarse por las razones por las cuales estos jugadores cambian de la acera del fútbol a las orillas siniestras de la política.
Aprovechan su condición de “famosos” para captar la atención y favorabilidad de algunos hinchas que esperan que “esa figura futbolística” les dé continuidad a sus malabares con el balón. Veamos algunos otros ejemplos. Áureo Comamala López del Pan. (Curiosos nombre y apellidos). Jugó en Barcelona con sus dos hermanos, Carlos y Arsenio, fue concejal en Gerona por el Partido Unión Patriótica, fundado por el dictador Miguel Primo de Rivera. Lo asesinaron en los primeros días de la Guerra Civil.
A Zico, uno de los mejores jugadores en la década de los 80. Fernando Collor de Mello lo nombró secretario nacional de Deportes. Impulsó la Ley Zico con el propósito firme de profesionalizar las entidades deportivas y fiscalizar sus cuentas. Tuvo que renunciar por la presión de los clubes que no estaban de acuerdo con dicha ley.
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Carlos Roberto de Oliveira. Le decían Dinamita. Jugó en el Vasco de Gama y unos meses en el Barcelona. Concejal en Río de Janeiro por el partido Social Democracia Brasilera. En 1994 fue nombrado diputado de Estado y reelegido en 1998, 2002, 2006 y 2010. Giampiero Boniperti, quien jugó en Juventus, equipo del que, posteriormente, fue su presidente. Diputado por Forza Italia entre 1994 y 1999. Fue parte de lo que se conoció como “El trío mágico”, con Sivori y Charles. Jugó 469 partidos y marcó 188 goles.
Mário Coluna. Jugó en el Benfica. Tras la independencia de Mozambique, en 1975, se creó la Federación de Fútbol de Mozambique, en la que Coluna ocupó el puesto de presidente. Además, fue ministro de Deportes desde 1994 hasta 1999. Fue conocido como O Monstro Sagrado. Marcó ocho goles con la selección de Portugal. Y la lista se puede concluir con los nombres de Oleg Blujín, Pablo Prieto, Leonardo Véliz, Marc Wilmots, Yordan Letchkov (a quien le decían el Malhumorado), Marcelo Zunino, Hakan Sukur (perseguido político y conductor de Uber en Estados Unidos. Es uno de los máximos goleadores del fútbol turco). Kakha Kaladze, Ricardo Francisco Rojas, Román Pavlyuchenco, Cuauhtémoc Blanco, Gabriel Mendoza (el Coca), Adolfo Ríos, Daniel Osorno, Manuel Negrete (siempre jugó con la camiseta número 22) y Juvenal Olmos (más conocido como Perro verde o Pinturita).
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Repito: no sabemos las razones por las que estos futbolistas dejaron sus partidos de fútbol para acoger a sus partidos políticos, pero sí tenemos claro que, en su gran mayoría, esa decisión no termina con final feliz. Jugar a ser político no es lo mismo que jugar a ser futbolista. Por estas razones es oportuno escuchar a Charles de Gaulle: “He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos”.
Antes de continuar con el listado de jugadores de fútbol que deciden cambiar de cancha y se van a jugar en las grandes ligas de la política, debo aclarar que la política o lo político no son sinónimos de corrupción per se.
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Se trata, más bien, de un imaginario colectivo que tiene un alto porcentaje de realidad y un tanto de ficción y, como el fútbol tiene más de ficción que de realidad, es menester preguntarse por las razones por las cuales estos jugadores cambian de la acera del fútbol a las orillas siniestras de la política.
Aprovechan su condición de “famosos” para captar la atención y favorabilidad de algunos hinchas que esperan que “esa figura futbolística” les dé continuidad a sus malabares con el balón. Veamos algunos otros ejemplos. Áureo Comamala López del Pan. (Curiosos nombre y apellidos). Jugó en Barcelona con sus dos hermanos, Carlos y Arsenio, fue concejal en Gerona por el Partido Unión Patriótica, fundado por el dictador Miguel Primo de Rivera. Lo asesinaron en los primeros días de la Guerra Civil.
A Zico, uno de los mejores jugadores en la década de los 80. Fernando Collor de Mello lo nombró secretario nacional de Deportes. Impulsó la Ley Zico con el propósito firme de profesionalizar las entidades deportivas y fiscalizar sus cuentas. Tuvo que renunciar por la presión de los clubes que no estaban de acuerdo con dicha ley.
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Mário Coluna. Jugó en el Benfica. Tras la independencia de Mozambique, en 1975, se creó la Federación de Fútbol de Mozambique, en la que Coluna ocupó el puesto de presidente. Además, fue ministro de Deportes desde 1994 hasta 1999. Fue conocido como O Monstro Sagrado. Marcó ocho goles con la selección de Portugal. Y la lista se puede concluir con los nombres de Oleg Blujín, Pablo Prieto, Leonardo Véliz, Marc Wilmots, Yordan Letchkov (a quien le decían el Malhumorado), Marcelo Zunino, Hakan Sukur (perseguido político y conductor de Uber en Estados Unidos. Es uno de los máximos goleadores del fútbol turco). Kakha Kaladze, Ricardo Francisco Rojas, Román Pavlyuchenco, Cuauhtémoc Blanco, Gabriel Mendoza (el Coca), Adolfo Ríos, Daniel Osorno, Manuel Negrete (siempre jugó con la camiseta número 22) y Juvenal Olmos (más conocido como Perro verde o Pinturita).
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Repito: no sabemos las razones por las que estos futbolistas dejaron sus partidos de fútbol para acoger a sus partidos políticos, pero sí tenemos claro que, en su gran mayoría, esa decisión no termina con final feliz. Jugar a ser político no es lo mismo que jugar a ser futbolista. Por estas razones es oportuno escuchar a Charles de Gaulle: “He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos”.