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El Festival Gabo es un espacio que brinda una ventana de reflexión, formación y divulgación sobre la labor periodística. El viernes 5 de julio se desarrollaron una serie de charlas sobre las amenazas que enfrenta la libertad de prensa.
La jornada en el Gimnasio Moderno comenzó con una lluvia bogotana que obligó a las personas a ingresar rápidamente al evento inaugural del festival: la obra de teatro “La máquina rebelde o el apetito de los sátrapas”. Una apuesta artística que narra la historia de una serie de colegas periodistas, quienes se reúnen para tratar de difundir “una fracción de realidad para ser divulgada antes de que se extinga”. Sin embargo, se encuentran con retos que les impiden llevar la información. Allí se recrean escenas que reencarnan la realidad que enfrentan los reporteros alrededor del mundo.
La obra fue un abre bocas para la conversación que tuvo lugar después: Jonathan Bock y María Teresa Ronderos hablaron con la directora de la Red Centroamericana de Periodistas y presidenta de la Asociación de Periodistas de El Salvador, Angélica Cárcamo, y José Zamora, periodista e hijo del periodista José Rubén Zamora, fundador de El periódico de Guatemala, quien se encuentra detenido arbitrariamente por ejercer periodismo de investigación sobre la corrupción de dicho país. Sus testimonios evidenciaron los patrones de violencia que se ejercen contra la prensa en Latinoamérica.
José Rubén Zamora, quien fue galardonado con el Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo 2024, lleva detenido 197 días en Guatemala. Según su hijo, este número supera lo establecido por la ley: “Hacer periodismo se considera un crimen y el que denuncie corrupción está en riesgo de ser encarcelado”. Sin embargo, se refirió a que la colaboración entre colegas periodistas es clave para afrontar las violencias y vulneraciones.
Por su parte, María Teresa Ronderos dirigió su reflexión a la amenaza reciente que están enfrentando algunos medios con respecto al acoso judicial y político de persecución y censura. Puntualizó sobre el caso de Brasil, donde “los periodistas son demandados en la Corte con el fin de silenciar sus voces”. También abrió el debate sobre el desprestigio que vive el oficio, lo cual tiene que ver con una “ola de ataques por medio de canales digitales”. Para Ronderos, las redes sociales se presentan como espacios donde se gesta un “matoneo virtual a los periodistas”, y detalló que esto tiene que ver con el auge de compañías que se dedican a posicionar y vender información falsa, que luego se traduce en violencia. Por eso, manifestó que la verdad es la solución para anteponerse a eso, a pesar de que los poderes políticos quieran ocultarla. Se preguntó por qué le tienen miedo a este oficio.
Angélica Cárcamo habló de su experiencia en el periodismo de Centroamérica y contó su perspectiva sobre los retos que enfrenta la libertad de prensa en El Salvador, Nicaragua, Honduras y Costa Rica, en donde “las prácticas políticas del mandatario guatemalteco Nayib Bukele son tomadas como referentes”.
Desde su experiencia contó que ha enfrentado persecución y vigilancia por parte de la fuerza pública de su país. A pesar de los discursos de odio hacia la prensa, no ha detenido su labor periodística. También se sumó al énfasis en la organización de los medios y los colectivos para la construcción de un “tejido comunicativo” para proteger y dar continuidad al trabajo periodístico.
Después de escuchar estas reflexiones surgieron preguntas: ¿Cuál es el papel de los medios frente a las olas de desinformación? ¿Por qué es peligrosa la democratización de la información? ¿Por qué asusta tanto la verdad?
Siguiendo la programación de festival, otra charla prometía ayudar a resolver estas dudas: Natalia Viana y Carmen Aristegui hablaron sobre la filtración de información, Wikileaks y Julian Assange, quien estuvo a la cabeza de esta organización que difundió una gran cantidad de documentos sobre las relaciones diplomáticas de Estados Unidos. Assange fue declaro culpable de espionaje; sin embargo, hace poco fue liberado. Su caso sigue siendo polémico, pero a la vez permite abrir un camino para la reflexión sobre la libertad de prensa y el papel del periodismo.
Natalia Viana es una periodista de origen brasilero, quien trabajó con Assange en la revisión de documentos para asegurar que ningún civil fuera afectado por la divulgación de información. A raíz de su participación decidió escribir un libro que tituló O vazamento (“La Filtración”), en el que expuso sus vivencias en algo que calificó de único.
“El caso de Assage es único en su clase e involucra las reflexiones sobre la ética y las normativas que cada país tiene sobre el manejo de la información”, agregó.
Las filtraciones son cada vez más comunes, eso ha implicado pensar en un tratamiento ético de la información. Viana aseguró que la responsabilidad de coordinar o unificar la información está en los medios. Para ella, es una buena noticia que los documentos que se difundieron estén disponibles para quien se interese.