“Después de hacer ‘Gomorra’ pensé que ya no habría nada tan peligroso”
Así fue como venció el temor hacia la supuesta maldición que se cierne sobre todo intento de meterse con Pinocho. Protagonizada por Roberto Benigni, la fantástica versión del realizador italiano está nominada al Óscar en la categoría de Mejor peluquería y maquillaje, así como de Mejor diseño de vestuario.
Janina Pérez Arias
Con gestos grandilocuentes, Roberto Benigni no se corta al afirmar que Matteo Garrone es “uno de los mejores realizadores del mundo”. Alaba todas y cada una de las películas del artista plástico convertido en director para rematar con la sentencia: “Matteo es capaz de captar siempre el cinema (lo pronuncia en italiano), por eso es un autor fabuloso”.
Sin dudas, Garrone es acreedor de todos esos méritos, al que se le suma el haber convencido al oscarizado Benigni para interpretar al famoso Geppetto en su Pinocchio. La historia escrita por Carlo Collodi, publicada en la época del Risorgimento italiano (primero en 1881 por entregas, luego en 1883 como libro), ha sido prácticamente una constante en la vida de Benigni y Garrone.
Al actor conocido por La vida es bella (1997), además de haber interpretado al muñeco de madera en 2002 en una versión que también dirigió, le une a esta historia sus orígenes humildes en la Toscana y el apodo que le puso su madre, Pinocchietto. Asimismo, Benigni cuenta que cuando Garrone le mostró los dibujos de cómo se imaginaba a su Geppetto, vio a su propio abuelo en ese hombre mayor con barba.
Le invitamos a leer: Poder y gloria: una estética retrofuturista militar egipcia
Por su parte, Matteo Garrone recuerda que en su infancia dibujó una suerte de viñetas narrando las peripecias del niño de madera. No ser el único cineasta fascinado por esta historia de tantas lecturas e implicaciones sociales no constituyó ningún obstáculo para el desarrollo de este proyecto, aunque sí le tocó vencer sus dudas ante una supuesta maldición ligada a Pinocho.
¿Qué tan presente ha estado la historia de Pinocho en su vida?
Siempre ha estado muy presente. De hecho, aún conservo el storyboard que hice de Pinocho cuando tenía seis años, lo tengo a la vista sobre mi escritorio.
Para ser honesto, también estaba un poco asustado, ya que por muchas razones es muy peligroso hacer una película sobre esta historia. Me refiero a la leyenda que existe alrededor de Pinocho y de Don Quijote. La leyenda dice que quien toque cualquiera de esas dos historias está amenazado con una serie de desastres. Esa superstición me perseguía. Sin embargo, después de hacer Gomorra (basada en la novela homónima de Roberto Saviano, sobre la Camorra napolitana) pensé que ya no habría nada tan peligroso, así que me metí en problemas embarcándome en serio en el proyecto de Pinocho.
Ahora que menciona “Gomorra” (2008), ¿existe algún puente de conexión entre ambas historias?
En cierta forma Gomorra es una versión de Pinocho, ya que es como un cuento de hadas sobre niños que a veces son completamente inconscientes y que viven en una especie de jungla rodeados de violencia. Pinocho es también la historia de una especie de selva con muchos peligros y riesgos.
Después de varios años estoy trabajando ahora en una nueva edición de Gomorra, por lo que puedo ver claramente elementos de conexión. La anarquía de esos niños que no escuchan porque piensan que nada ni nadie puede vencerles, y al no atender las voces de alarma, el final es inminente. La única diferencia es que en el relato de Gomorra no hay un hada que les devuelva a la vida.
Pienso que en todas mis películas hay elementos de cuentos de hadas. Después de The Tale of Tales (2015) probablemente Pinocho sea la película en la que introduje elementos sobrenaturales y realismo al narrarla de una manera similar a la de Gomorra. También me gusta hacer filmes contemporáneos con elementos de cuentos de hadas, como en Dogman (2018), que es muy realista, pero a veces hay algo que te lleva a otra dimensión.
¿Cuál es la lectura que podría tener la historia de “Pinocho” hoy en día?
Es una historia que habla de la condición humana, de lo difícil que es la vida, de las consecuencias de tomar una mala decisión. Es una historia que se presta a diversas lecturas, y desde la perspectiva moderna Pinocho puede ser un inmigrante que intenta vivir como cualquier otra persona. Es asimismo una historia de amor paterno filial, así como de redención, sobre nuestra debilidad ante las tentaciones. También es un relato que nos muestra qué tan cruel puede ser la vida si no somos cuidadosos, si no seguimos los consejos de los padres o de la gente a quienes les importamos.
Existe pues una infinidad de interpretaciones, por eso es un libro que ha estado presente a lo largo de tantos años en diferentes culturas. Nuestra intención era remontarnos a los orígenes de esa historia, relatarla de una manera sencilla y directa como si fuésemos chicos haciendo una película para niños.
Su versión está llena de seres fantásticos, ¿cómo se planteó el uso de efectos especiales y visuales?
Trabajamos mucho con prótesis para los actores y menos con pantallas verdes o CGI (imágenes generadas por computadoras), aunque a veces sí empleamos una combinación de esos recursos. Trabajamos con Mark Coulier, uno de los mejores artistas de maquillaje de efectos visuales en el mundo, ganador dos veces del Óscar (nominado este año en la categoría de mejor maquillaje y peluquería por Pinocho).
Era importante que ese trabajo fuera impecable, porque los niños de hoy en día saben perfectamente dónde están los trucos. Nos esforzamos en crear personajes que fueran fieles a los del libro original, como también mostrar la pobreza existente en esa aldea, por lo que era necesario que los efectos especiales y visuales fueran casi imperceptibles, que no hicieran tanto ruido y que no predominaran.
En esos personajes fantásticos se reconocen características humanas, ¿por qué se decantó por esta opción?
Cuando lees una historia es muy diferentes a cuando la ves en la pantalla. En el libro de Collodi esos personajes son animales y a su vez son alegorías de personas que conforman la sociedad italiana de aquella época y contexto en el que se publicó, pero que luego alcanzaron una repercusión universal. Me parece fuera de lugar que en una película salgan hablando animales de apariencia real, por eso decidí hacer criaturas antropomorfas, ya que esos personajes tenían que hablar. Entonces era mejor que el zorro fuera un humano, pero con algunos toques animales o que el atún tuviera algunos rasgos humanos. La finalidad de esos personajes antropomorfos era que no se sintiera raro cuando surgieran en ellos los aspectos negativos propios de los humanos.
Cuenta con un elenco de gran peso encabezado por Roberto Benigni, ¿qué aspectos personales le aportaron sus actores?
Pinocho se hizo con muchas contribuciones de la gente involucrada. Roberto (Benigni) apeló a sus orígenes humildes, conectó su pasado con la historia, de hecho, me dijo que creció en un entorno sumido en la pobreza a 20 kilómetros de donde Collodi desarrolla su historia. Recuerdo que me dijo: “Yo vengo de campos de muerte”. Además de Roberto, todos los actores trajeron algo consigo. Yo soy el director y, por ende, soy el coordinador, no en vano el trabajo de un director consiste en elegir a las personas correctas y armonizar todo para hacer una película en conjunto.
Ha dicho que su intención era que este filme reflejara la frescura de la infancia, en ese sentido, ¿qué tan importante es mantener al niño que lleva dentro?
Es una búsqueda que nunca termina, porque el niño que vive dentro de mí está siempre en peligro de desaparecer, ya que al crecer perdemos la pureza infantil. Cuando me expresaba a través de piezas de arte en mis días de pintor y ahora al realizar filmes, trato de ser bastante sencillo y de mirar siempre hacia mi infancia. En este caso la película está dirigida a niños, por lo que era muy importante ser simple y directo, hacer algo entendible, pero también divertido, tal como el libro de Collodi, con su fina ironía hacia la sociedad, el cinismo de la gente y hacia la condición humana.
Con gestos grandilocuentes, Roberto Benigni no se corta al afirmar que Matteo Garrone es “uno de los mejores realizadores del mundo”. Alaba todas y cada una de las películas del artista plástico convertido en director para rematar con la sentencia: “Matteo es capaz de captar siempre el cinema (lo pronuncia en italiano), por eso es un autor fabuloso”.
Sin dudas, Garrone es acreedor de todos esos méritos, al que se le suma el haber convencido al oscarizado Benigni para interpretar al famoso Geppetto en su Pinocchio. La historia escrita por Carlo Collodi, publicada en la época del Risorgimento italiano (primero en 1881 por entregas, luego en 1883 como libro), ha sido prácticamente una constante en la vida de Benigni y Garrone.
Al actor conocido por La vida es bella (1997), además de haber interpretado al muñeco de madera en 2002 en una versión que también dirigió, le une a esta historia sus orígenes humildes en la Toscana y el apodo que le puso su madre, Pinocchietto. Asimismo, Benigni cuenta que cuando Garrone le mostró los dibujos de cómo se imaginaba a su Geppetto, vio a su propio abuelo en ese hombre mayor con barba.
Le invitamos a leer: Poder y gloria: una estética retrofuturista militar egipcia
Por su parte, Matteo Garrone recuerda que en su infancia dibujó una suerte de viñetas narrando las peripecias del niño de madera. No ser el único cineasta fascinado por esta historia de tantas lecturas e implicaciones sociales no constituyó ningún obstáculo para el desarrollo de este proyecto, aunque sí le tocó vencer sus dudas ante una supuesta maldición ligada a Pinocho.
¿Qué tan presente ha estado la historia de Pinocho en su vida?
Siempre ha estado muy presente. De hecho, aún conservo el storyboard que hice de Pinocho cuando tenía seis años, lo tengo a la vista sobre mi escritorio.
Para ser honesto, también estaba un poco asustado, ya que por muchas razones es muy peligroso hacer una película sobre esta historia. Me refiero a la leyenda que existe alrededor de Pinocho y de Don Quijote. La leyenda dice que quien toque cualquiera de esas dos historias está amenazado con una serie de desastres. Esa superstición me perseguía. Sin embargo, después de hacer Gomorra (basada en la novela homónima de Roberto Saviano, sobre la Camorra napolitana) pensé que ya no habría nada tan peligroso, así que me metí en problemas embarcándome en serio en el proyecto de Pinocho.
Ahora que menciona “Gomorra” (2008), ¿existe algún puente de conexión entre ambas historias?
En cierta forma Gomorra es una versión de Pinocho, ya que es como un cuento de hadas sobre niños que a veces son completamente inconscientes y que viven en una especie de jungla rodeados de violencia. Pinocho es también la historia de una especie de selva con muchos peligros y riesgos.
Después de varios años estoy trabajando ahora en una nueva edición de Gomorra, por lo que puedo ver claramente elementos de conexión. La anarquía de esos niños que no escuchan porque piensan que nada ni nadie puede vencerles, y al no atender las voces de alarma, el final es inminente. La única diferencia es que en el relato de Gomorra no hay un hada que les devuelva a la vida.
Pienso que en todas mis películas hay elementos de cuentos de hadas. Después de The Tale of Tales (2015) probablemente Pinocho sea la película en la que introduje elementos sobrenaturales y realismo al narrarla de una manera similar a la de Gomorra. También me gusta hacer filmes contemporáneos con elementos de cuentos de hadas, como en Dogman (2018), que es muy realista, pero a veces hay algo que te lleva a otra dimensión.
¿Cuál es la lectura que podría tener la historia de “Pinocho” hoy en día?
Es una historia que habla de la condición humana, de lo difícil que es la vida, de las consecuencias de tomar una mala decisión. Es una historia que se presta a diversas lecturas, y desde la perspectiva moderna Pinocho puede ser un inmigrante que intenta vivir como cualquier otra persona. Es asimismo una historia de amor paterno filial, así como de redención, sobre nuestra debilidad ante las tentaciones. También es un relato que nos muestra qué tan cruel puede ser la vida si no somos cuidadosos, si no seguimos los consejos de los padres o de la gente a quienes les importamos.
Existe pues una infinidad de interpretaciones, por eso es un libro que ha estado presente a lo largo de tantos años en diferentes culturas. Nuestra intención era remontarnos a los orígenes de esa historia, relatarla de una manera sencilla y directa como si fuésemos chicos haciendo una película para niños.
Su versión está llena de seres fantásticos, ¿cómo se planteó el uso de efectos especiales y visuales?
Trabajamos mucho con prótesis para los actores y menos con pantallas verdes o CGI (imágenes generadas por computadoras), aunque a veces sí empleamos una combinación de esos recursos. Trabajamos con Mark Coulier, uno de los mejores artistas de maquillaje de efectos visuales en el mundo, ganador dos veces del Óscar (nominado este año en la categoría de mejor maquillaje y peluquería por Pinocho).
Era importante que ese trabajo fuera impecable, porque los niños de hoy en día saben perfectamente dónde están los trucos. Nos esforzamos en crear personajes que fueran fieles a los del libro original, como también mostrar la pobreza existente en esa aldea, por lo que era necesario que los efectos especiales y visuales fueran casi imperceptibles, que no hicieran tanto ruido y que no predominaran.
En esos personajes fantásticos se reconocen características humanas, ¿por qué se decantó por esta opción?
Cuando lees una historia es muy diferentes a cuando la ves en la pantalla. En el libro de Collodi esos personajes son animales y a su vez son alegorías de personas que conforman la sociedad italiana de aquella época y contexto en el que se publicó, pero que luego alcanzaron una repercusión universal. Me parece fuera de lugar que en una película salgan hablando animales de apariencia real, por eso decidí hacer criaturas antropomorfas, ya que esos personajes tenían que hablar. Entonces era mejor que el zorro fuera un humano, pero con algunos toques animales o que el atún tuviera algunos rasgos humanos. La finalidad de esos personajes antropomorfos era que no se sintiera raro cuando surgieran en ellos los aspectos negativos propios de los humanos.
Cuenta con un elenco de gran peso encabezado por Roberto Benigni, ¿qué aspectos personales le aportaron sus actores?
Pinocho se hizo con muchas contribuciones de la gente involucrada. Roberto (Benigni) apeló a sus orígenes humildes, conectó su pasado con la historia, de hecho, me dijo que creció en un entorno sumido en la pobreza a 20 kilómetros de donde Collodi desarrolla su historia. Recuerdo que me dijo: “Yo vengo de campos de muerte”. Además de Roberto, todos los actores trajeron algo consigo. Yo soy el director y, por ende, soy el coordinador, no en vano el trabajo de un director consiste en elegir a las personas correctas y armonizar todo para hacer una película en conjunto.
Ha dicho que su intención era que este filme reflejara la frescura de la infancia, en ese sentido, ¿qué tan importante es mantener al niño que lleva dentro?
Es una búsqueda que nunca termina, porque el niño que vive dentro de mí está siempre en peligro de desaparecer, ya que al crecer perdemos la pureza infantil. Cuando me expresaba a través de piezas de arte en mis días de pintor y ahora al realizar filmes, trato de ser bastante sencillo y de mirar siempre hacia mi infancia. En este caso la película está dirigida a niños, por lo que era muy importante ser simple y directo, hacer algo entendible, pero también divertido, tal como el libro de Collodi, con su fina ironía hacia la sociedad, el cinismo de la gente y hacia la condición humana.