Detrás del “Tanakh”, la biblia hebrea
En esta entrega de la serie “Historia de literatura”, una reseña acerca de uno de los textos más importantes de la literatura. Un libro sagrado para los judíos y cristianos, y relevante para los musulmanes.
Mónica Acebedo @moacebedo
“La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho. Dijo a la mujer: ‘¿Cómo os ha dicho Dios que no comáis de ninguno de los árboles del jardín?’. Respondió la mujer a la serpiente: ‘[…] No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte’. Replicó la serpiente: ‘De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal’”.
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“La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho. Dijo a la mujer: ‘¿Cómo os ha dicho Dios que no comáis de ninguno de los árboles del jardín?’. Respondió la mujer a la serpiente: ‘[…] No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte’. Replicó la serpiente: ‘De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal’”.
La biblia hebrea —Tanakh, Antiguo Testamento, es un libro sagrado para los judíos y cristianos, y relevante para los musulmanes— constituye uno de los textos más importantes de la literatura. Contiene poemas, relatos en prosa, obras de teatro, leyendas... Fue escrita en diferentes épocas, por diversos autores, en varias lenguas. Ha sido objeto de innumerables traducciones y adaptaciones. Muchas de las historias se repiten en el mismo texto e incluso se contradicen entre sí. Se han efectuado miles de estudios sobre cómo sacerdotes judíos unificaron algunos relatos en el siglo X a. C. Se han hecho análisis ecdóticos, literarios, historiográficos antropológicos y arqueológicos que en algunos casos comprueban la verosimilitud de algunos hechos y en otros la refutan. Además, es el texto con más ejemplares impresos desde la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg, en 1455.
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La palabra “biblia” viene del griego βιβλίον biblíon, que significa libro o, mejor, librito, aunque en realidad se ha considerado como un grupo de libros. Pero, además, se trata de un conjunto de plumas transgresoras, no solo por romper la tradición oral en diversos momentos de la historia, sino también por consolidar algunas mitologías, ya que son frecuentes las semejanzas con literaturas anteriores de Mesopotamia y Egipto. Por ejemplo, el relato de la inundación del mundo y el arca de Noé proviene de la Épica de Gilgamesh; la ancestral historia de Moisés en un canasto tiene parecido con la del rey acadio Sargon; el Salmo 104 es similar al Himno a Atón (sol), del faraón egipcio Akenatón… entre otras muchas historias reinterpretadas o adaptadas. Ahora bien, el Tanakh plantea el monoteísmo; es decir un solo Dios, lo cual era fundamentalmente diferente a las religiones politeístas de la zona. Sin embargo, muchos de esos mitos bíblicos son reutilizados en mitologías politeístas posteriores, por ejemplo, el del paraíso terrenal en la mitología griega.
Grant L. Voth sugiere que la idea de un solo Dios (Yahvé) junto con la creencia de que se celebra un contrato con ese único Dios, a partir del cual las personas se deben comportar de cierta manera, hacen que el Tanakh tenga un contenido trivalente: histórico, literario y teológico. Histórico, porque el relato de un pueblo en busca de una tierra prometida edifica la construcción de identidad. Literario, porque es, precisamente, en la narrativa donde se utilizan símbolos, diálogos, metáforas, interpretaciones de fenómenos de la naturaleza, monólogos interiores y otros motivos. Y, obviamente, teológico porque se trata de un conjunto de leyes que rigen la relación de los humanos con Dios y sugiere que, si una nación se comporta de determinada forma le va bien, de lo contrario será castigada (History of World Literature, The Great Courses).
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La palabra Tanakh es uno de los nombres judíos que se le ha otorgado al texto. Está formada por las iniciales de las palabras hebreas Torá, Nebi’ím, Ketubím, que significan ley, profetas y escritos. Los primeros cinco libros del Tanakh se unificaron aproximadamente en el siglo X a. C. y se les da el nombre de la Torá (libro de la ley de los judíos). La Torá o la ley se encuentra en los cinco primeros libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
El Génesis nos cuenta la creación del mundo, el paraíso, el diluvio, la torre de Babel y muchas historias maravillosas; sigue con los patriarcas, las tribus y la formación del pueblo judío. Éxodo (uno de los más cuestionados por la historiografía y la geografía) relata la historia de la inmigración hebrea a Canaán alrededor del año 2000 a. C. Abram, Sarai y Lot parten de Mesopotamia y viajan hacia Canaán, de donde surgen después los grandes patriarcas del judaísmo: Abraham, Isaac y Jacob. Luego de una hambruna en Canaán, varios judíos se dirigen a Egipto, donde son esclavizados y luego rescatados por Moisés, que los lleva de vuelta hacia la tierra prometida. Esta forma de épica de éxodo se ha utilizado como herramienta para la identidad de los pueblos en muchas formas literarias posteriores (La eneida, de Virgilio, por ejemplo). Levítico contiene las formas de culto y las leyes éticas y morales del pueblo judío. Números sigue con la peregrinación y la organización social y política. Deuteronomio se podría considerar la herencia de Moisés, que revisa la historia y plasma tradiciones.
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En resumen, es un referente narratológico para toda la literatura occidental posterior, ya que muchos relatos se seguirán elaborando teniendo en cuenta los valores judeocristianos que se convirtieron en la base cultural de Occidente y, por ende, será ese código ético del que se sirve gran parte de la literatura venidera, a medida que pasa el tiempo y las influencias religiosas se van acomodando.
Al referirse al texto como literatura fundamental después de las exigencias medievales del cristianismo, Gregorio del Olmo Lete dice: “El influjo de la biblia hebrea continuará vivo en épocas posteriores: Barroco, Romanticismo, época moderna, con una utilización ya más libre y arquetípica de los temas y personajes bíblicos. La biblia hebrea continúa siendo un referente indispensable de nuestra cultura. El resultado es un puñado de creaciones literarias de primera magnitud, dentro de un horizonte temático y creacional mucho más vasto y libre que el de siglos anteriores (Byron, Gide, Steinbeck, Unamuno, Mann…), en el que es el hombre y su problemática empírica el objeto de análisis y plasmación creacional, reducido lo religioso, fe y moral a un componente más de su situación” (La literatura admirable, Pasado & Presente, 2018, p. 38).