"Un alma, dos, cien. Mil almas, dos mil, tres mil. La Muerte las va contando como ovejas saltando una verja. Un alma le dice “espera, necesito despedirme”, pero la Muerte no da espera. Otra le dice “tengo muchos años por delante todavía”, pero la Muerte no lee el futuro y poco le importa. Otra alma le pregunta “¿vas a permitir que mis hijos queden desamparados?”, y la Muerte dejará niños desamparados porque todos, irremediablemente, llegaremos a ella tarde o temprano, seamos ricos, pobres, amparados o desamparados".
Foto: Rodrigo Cabral Godoy - @rodrigo_cabral_godoy
La Muerte intentó matar a Ciro Montilla poco antes de que lo encerraran. Que recuerde, no sintió nada extraordinario. Fue una semana como cualquier otra. Se levantó, se vistió sin ayuda, el sobrino de Clara fue y pasearon un par de tardes, tomó café en la tienda de al frente, donde acostumbraba a hablar con la dueña durante horas, nada raro. Su vida siguió siendo el aburrimiento hecho rutina, como debía ser. Había vencido a la Muerte sin siquiera proponérselo.
Por Juliana Vargas
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