Diana Arias: “En Colombia, humanizamos la guerra cuando la contamos desde el cine”
El Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos, que se realizará del 10 al 17 de agosto en 10 ciudades del país, también tiene otras actividades como talleres, clases magistrales, charlas y obras de teatro. Entrevista con su directora.
Danelys Vega Cardozo
Este año el Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos-Colombia (Ficdeh) llega a su décima edición. ¿Cómo surgió este festival?
Surgió en Bogotá bajo dos premisas principales. Una de ellas es que conocíamos muchos realizadores que tenían películas sobre temas sociales y de derechos humanos, así que nos dimos cuenta de una necesidad en el sector: no existía un espacio de circulación y exhibición exclusivo para este tipo de contenidos. También entendimos que, más allá de contar con ese espacio, había una necesidad de acercarse al público desde una plataforma masiva, porque en ese momento lo que existían eran espacios universitarios o autogestionados. Además, los realizadores nos contaron que tenían muchos problemas para que las salas de cine comercial, incluso otros festivales, aceptaran este tipo de contenidos, que sentíamos eran urgentes de exhibirse y que el público los conociera, porque creíamos que había algo muy poderoso dentro de esas historias en cuanto a contar nuestra memoria y reconocer estos formatos en el cine.
¿Para qué sensibilizar a las personas sobre los derechos humanos desde el cine?
Hemos descubierto y afianzado la idea de que el cine es una herramienta muy poderosa, porque al público le llega directamente esa historia de un personaje, protagonista, líder social o activista, quienes están luchando por dignificar la vida. Cuando la gente lo ve retratado en una ficción o en un testimonial de un documental, sentimos que ocurre algo. Por ejemplo, en Colombia, humanizamos la guerra cuando contamos desde el cine la historia de exguerrilleros o exparamilitares, porque al verlas en la pantalla sentimos que hay un clic, un reconocimiento de que el otro también es un ser humano. Es muy difícil medir qué tanto hemos cambiado la percepción de las personas, pero sí vemos que ocurre un cambio, que al menos quedan cuestionamientos sobre la historia del país o de ese personaje. Creemos que, en Colombia, en ese proceso que estamos de encontrar la paz, estos contenidos se convierten en una herramienta.
¿Cómo se relacionan los derechos humanos con la búsqueda y sostenimiento de la paz?
Creo que vivir en paz es un derecho y si tenemos la garantía por lo menos de los derechos fundamentales, podemos lograrlo. Entonces, para vivir en paz, pienso que hay una correlación totalmente directa entre garantizar los derechos, que lo tienen que hacer los Estados, y el hecho de respetar los derechos de otros ciudadanos. Por eso es importante que la gente conozca sus derechos, porque en realidad no tenemos una cultura sobre ellos en los colegios o una pedagogía en los sistemas de comunicación pública.
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¿Qué criterios tienen en cuenta para la selección de los productos audiovisuales que participan en este festival?
Un propósito que tiene el festival para acercar al público a este tipo de contenidos es que vayan más allá del documental, porque el imaginario de la gente es que, al ser un festival de derechos humanos, se exhiben documentales largos, aburridos y dolorosos. Entonces, una de las directrices que tiene esa curaduría es encontrar mucha ficción y comedia, porque sentimos que esos caminos son más interesantes para el público y permiten otro razonamiento de esos contenidos. También nos interesa promocionar los derechos humanos a través de estas historias y no convertirnos es un espacio de denuncia, que sería el camino más fácil para hablar de estos temas. Si bien la mayoría de las historias parten de una violación a un derecho, nos interesa que los realizadores vayan un poco más allá y enaltezcan la labor de los defensores de derechos humanos, activistas y los casos positivos, como cuando una comunidad se reúne y logra sacar una multinacional para dignificar la vida de su comunidad.
¿Qué pasa si se denuncian, pero no se promueven los derechos humanos?
La denuncia es quizás también una forma de promoción. Sin embargo, no es que no tengamos contenidos exclusivamente de denuncia, pero lo que vemos es que los productos audiovisuales vayan más allá de una noticia o una crónica, que tengan un valor agregado en cuanto a la narrativa, en donde sintamos que hay una promoción. Como te decía, creo que todas las historias están basadas en una violación de algún derecho y eso inspira a contarlas o documentar por un tema de memoria del país. No obstante, lo que creemos que puede ser más constructivo es que tenga otro mensaje o sea más objetiva esa mirada de X o Y tema.
Más allá de la proyección de películas, el Ficdeh ofrece talleres, clases magistrales, charlas, obras de teatro, entre otros. ¿Por qué abarcar tantos espacios?
Queremos ser identificados como un espacio de promoción de los derechos humanos, un espacio en donde los derechos humanos se convierten en una fiesta, en algo para celebrar, porque siempre nos han hablado de ellos desde el otro lado. Entonces sentimos que invitar a otras expresiones artísticas, como la música, la danza y el teatro, complementa ese sentido de convertirnos en una fiesta por los derechos humanos, y queremos hablar desde ahí: desde lo propositivo y lo positivo, acercándonos a la gente. Creemos que el camino de la revictimización no construye ni sensibiliza.
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¿Cómo cree que se ha transformado como persona gracias a este festival?
De manera profunda. Cuando empezó el festival, yo identifiqué una necesidad, pero más allá de eso, me convenció de que quería dedicarme a esto 100 %. Sin embargo, dejaré la dirección cuando pierda la sensibilidad sobre estos temas, porque como todo el tiempo tengo que ver muchas películas, me preocupa que algún día al verlas no sienta nada. Estas historias me han transformado mucho, me han ayudado a comprender un poco más la humanidad, aunque también caigo en depresión, porque las historias son muy duras, así que muchas veces he dicho: “Tenemos una idea de sensibilizar, cambiar y promover, pero la realidad nos muestra que este mundo no tiene arreglo”. Pero cuando estamos en el festival y me encuentro con el público, me vuelven a despertar las ganas, porque veo la reacción y cómo la gente encuentra un espacio para hablar. He defendido el festival de muchos espacios en donde no es reconocido, porque aún hay personas que sienten desprecio hacia estos temas.
Para usted, ¿qué significan los derechos humanos?
Vivir dignamente. He aprendido estos años que lo único que buscan los defensores de derechos humanos y esos 30 derechos fundamentales, que se han ido actualizando, es que vivamos dignamente y en paz.
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Este año el Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos-Colombia (Ficdeh) llega a su décima edición. ¿Cómo surgió este festival?
Surgió en Bogotá bajo dos premisas principales. Una de ellas es que conocíamos muchos realizadores que tenían películas sobre temas sociales y de derechos humanos, así que nos dimos cuenta de una necesidad en el sector: no existía un espacio de circulación y exhibición exclusivo para este tipo de contenidos. También entendimos que, más allá de contar con ese espacio, había una necesidad de acercarse al público desde una plataforma masiva, porque en ese momento lo que existían eran espacios universitarios o autogestionados. Además, los realizadores nos contaron que tenían muchos problemas para que las salas de cine comercial, incluso otros festivales, aceptaran este tipo de contenidos, que sentíamos eran urgentes de exhibirse y que el público los conociera, porque creíamos que había algo muy poderoso dentro de esas historias en cuanto a contar nuestra memoria y reconocer estos formatos en el cine.
¿Para qué sensibilizar a las personas sobre los derechos humanos desde el cine?
Hemos descubierto y afianzado la idea de que el cine es una herramienta muy poderosa, porque al público le llega directamente esa historia de un personaje, protagonista, líder social o activista, quienes están luchando por dignificar la vida. Cuando la gente lo ve retratado en una ficción o en un testimonial de un documental, sentimos que ocurre algo. Por ejemplo, en Colombia, humanizamos la guerra cuando contamos desde el cine la historia de exguerrilleros o exparamilitares, porque al verlas en la pantalla sentimos que hay un clic, un reconocimiento de que el otro también es un ser humano. Es muy difícil medir qué tanto hemos cambiado la percepción de las personas, pero sí vemos que ocurre un cambio, que al menos quedan cuestionamientos sobre la historia del país o de ese personaje. Creemos que, en Colombia, en ese proceso que estamos de encontrar la paz, estos contenidos se convierten en una herramienta.
¿Cómo se relacionan los derechos humanos con la búsqueda y sostenimiento de la paz?
Creo que vivir en paz es un derecho y si tenemos la garantía por lo menos de los derechos fundamentales, podemos lograrlo. Entonces, para vivir en paz, pienso que hay una correlación totalmente directa entre garantizar los derechos, que lo tienen que hacer los Estados, y el hecho de respetar los derechos de otros ciudadanos. Por eso es importante que la gente conozca sus derechos, porque en realidad no tenemos una cultura sobre ellos en los colegios o una pedagogía en los sistemas de comunicación pública.
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¿Qué criterios tienen en cuenta para la selección de los productos audiovisuales que participan en este festival?
Un propósito que tiene el festival para acercar al público a este tipo de contenidos es que vayan más allá del documental, porque el imaginario de la gente es que, al ser un festival de derechos humanos, se exhiben documentales largos, aburridos y dolorosos. Entonces, una de las directrices que tiene esa curaduría es encontrar mucha ficción y comedia, porque sentimos que esos caminos son más interesantes para el público y permiten otro razonamiento de esos contenidos. También nos interesa promocionar los derechos humanos a través de estas historias y no convertirnos es un espacio de denuncia, que sería el camino más fácil para hablar de estos temas. Si bien la mayoría de las historias parten de una violación a un derecho, nos interesa que los realizadores vayan un poco más allá y enaltezcan la labor de los defensores de derechos humanos, activistas y los casos positivos, como cuando una comunidad se reúne y logra sacar una multinacional para dignificar la vida de su comunidad.
¿Qué pasa si se denuncian, pero no se promueven los derechos humanos?
La denuncia es quizás también una forma de promoción. Sin embargo, no es que no tengamos contenidos exclusivamente de denuncia, pero lo que vemos es que los productos audiovisuales vayan más allá de una noticia o una crónica, que tengan un valor agregado en cuanto a la narrativa, en donde sintamos que hay una promoción. Como te decía, creo que todas las historias están basadas en una violación de algún derecho y eso inspira a contarlas o documentar por un tema de memoria del país. No obstante, lo que creemos que puede ser más constructivo es que tenga otro mensaje o sea más objetiva esa mirada de X o Y tema.
Más allá de la proyección de películas, el Ficdeh ofrece talleres, clases magistrales, charlas, obras de teatro, entre otros. ¿Por qué abarcar tantos espacios?
Queremos ser identificados como un espacio de promoción de los derechos humanos, un espacio en donde los derechos humanos se convierten en una fiesta, en algo para celebrar, porque siempre nos han hablado de ellos desde el otro lado. Entonces sentimos que invitar a otras expresiones artísticas, como la música, la danza y el teatro, complementa ese sentido de convertirnos en una fiesta por los derechos humanos, y queremos hablar desde ahí: desde lo propositivo y lo positivo, acercándonos a la gente. Creemos que el camino de la revictimización no construye ni sensibiliza.
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¿Cómo cree que se ha transformado como persona gracias a este festival?
De manera profunda. Cuando empezó el festival, yo identifiqué una necesidad, pero más allá de eso, me convenció de que quería dedicarme a esto 100 %. Sin embargo, dejaré la dirección cuando pierda la sensibilidad sobre estos temas, porque como todo el tiempo tengo que ver muchas películas, me preocupa que algún día al verlas no sienta nada. Estas historias me han transformado mucho, me han ayudado a comprender un poco más la humanidad, aunque también caigo en depresión, porque las historias son muy duras, así que muchas veces he dicho: “Tenemos una idea de sensibilizar, cambiar y promover, pero la realidad nos muestra que este mundo no tiene arreglo”. Pero cuando estamos en el festival y me encuentro con el público, me vuelven a despertar las ganas, porque veo la reacción y cómo la gente encuentra un espacio para hablar. He defendido el festival de muchos espacios en donde no es reconocido, porque aún hay personas que sienten desprecio hacia estos temas.
Para usted, ¿qué significan los derechos humanos?
Vivir dignamente. He aprendido estos años que lo único que buscan los defensores de derechos humanos y esos 30 derechos fundamentales, que se han ido actualizando, es que vivamos dignamente y en paz.
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