“En Francia me empecé a sentir un escritor peruano”: Vargas Llosa en la Academia
El Nobel de Literatura ingresó oficialmente a la Academia Francesa. En su discurso, bajo la cúpula de la institución, se refirió a Gustave Flaubert como el maestro por el cual se convirtió en escritor.
Mario Vargas Llosa ha puesto el segundo pie dentro de la Academia Francesa. Hoy, bajo la cúpula de la institución y vestido con un traje bordado con ramas de olivos verdes y dorados, le agradeció a los escritores franceses que lo formaron y lo acompañaron desde su juventud: Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Simone de Beauvoir. Aseveró que fueron estos existencialistas franceses los que lo salvaron del estalinismo y que militó por un año en el partido comunista peruano. El discurso fue redactado con la ayuda del traductor francés del novelista, Albert Bensoussan.
El Nobel de Literatura 2010 reconoció que es gracias a aquel país se descubrió como latinoamericano: “Aspiraba secretamente en convertirme en un escritor francés. Estaba convencido de que era imposible ser escritor en Perú, un país sin editoriales y con escasas librerías. Soñaba con Francia y París. Llegué en 1959 y descubrí que los franceses, fascinados por la revolución cubana, habían descubierto la literatura latinoamericana antes que yo. Leían a Borges, Cortázar, Onetti, Octavio Paz y, más tarde, a Gabriel García Márquez. Así que gracias a Francia descubrí otra visión de América Latina, el problema común de esos países, la herencia horrible de los golpes militares, el subdesarrollo, la guerrilla y el sueño compartido de liberación. Así que en Francia, qué paradoja, me comencé a sentir un escritor peruano y latinoamericano”.
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Recordó, como suele hacerlo, la marca indeleble que dejó en él Gustave Flaubert. “Quizás lo más importante fue haber descubierto en Francia a Gustave Flaubert, que ha sido y siempre será mi maestro, desde que compré un ejemplar de ‘Madame Bovary’ la noche misma que llegué, en una librería de Barrio Latino, hoy extinta, que se llamaba ‘La alegría de leer’. Sin Flaubert jamás habría sido el escritor que soy, ni habría escrito lo que he escrito, ni de esa manera. Lo leí y releí con infinita gratitud y puedo decir que gracias a él hoy me reciben en la Academia Francesa”, aseguró el autor de “La ciudad y los perros”.
Hizo memoria de esa noche, en su habitación del hotel: “fue como un sueño del que jamás desperté”. Destacó cómo lo cautivó la elegancia y la precisión de la escritura de Flaubert, a quien ha releído incontables veces y contó que fue a llevarle flores a su tumba, para agradecerle por todo lo que ha hecho por él. Después habló de Victor Hugo y “Los miserables”, un libro que hizo del personaje Jean Valjean un compañero inolvidable.
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Como es tradición, el autor se refirió al miembro que antes ocupaba su lugar, el sillón 18: Michelle Serres (1930-2019). Aunque nunca lo conoció, aseguró que por él tenía un “sentimiento de solidaridad y simpatía”.
A la ceremonia asistió Juan Carlos I, el rey emérito español, que en 2011, nombró marqués a Vargas Llosa. Ayer, durante la entrega de la espada que se le otorga a los miembros de la institución académica, la secretaria permanente de la Academia, Hélène Carrère d’Encausse, dijo “Ciertamente, algunos expresaron su queja de que usted no escriba en francés [...] Pero ignoran que para ser recibido en la Academia Francesa, hay que, y cito: ‘caer bien a Monseñor el Protector, tener buen humor, buena reputación, inteligencia [...] y poder servir para las funciones académicas’”.
El discurso también tuvo su tinte político. El escritor peruano Mario Vargas Llosa afirmó que “la novela salvará la democracia o se hundirá con ella y desaparecerá”.
“Siempre quedará -¿cómo dudarlo?- esta caricatura que los países totalitarios nos venden como novelas, pero que solo existen tras haber atravesado la censura que los mutila” como muestra “el ejemplo de la Rusia de Vladimir Putin [...] Vemos como ataca a la desafortunada Ucrania, y como se sorprende sobremanera cuando esta nación resiste, a pesar de su superioridad militar, sus bombas atómicas y sus tropas multitudinarias”, agregó criticando a Rusia.
Vargas Llosa finalizó su discurso hablando sobre el futuro de la literatura: “será lo que nosotros queramos”. “La literatura tiene necesidad de libertad por existir [...]¿Puede desaparecer? Sería posible, sin duda, pero un mundo sin soñadores sería pobre y de los tristes”, concluyó.
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Mario Vargas Llosa ha puesto el segundo pie dentro de la Academia Francesa. Hoy, bajo la cúpula de la institución y vestido con un traje bordado con ramas de olivos verdes y dorados, le agradeció a los escritores franceses que lo formaron y lo acompañaron desde su juventud: Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Simone de Beauvoir. Aseveró que fueron estos existencialistas franceses los que lo salvaron del estalinismo y que militó por un año en el partido comunista peruano. El discurso fue redactado con la ayuda del traductor francés del novelista, Albert Bensoussan.
El Nobel de Literatura 2010 reconoció que es gracias a aquel país se descubrió como latinoamericano: “Aspiraba secretamente en convertirme en un escritor francés. Estaba convencido de que era imposible ser escritor en Perú, un país sin editoriales y con escasas librerías. Soñaba con Francia y París. Llegué en 1959 y descubrí que los franceses, fascinados por la revolución cubana, habían descubierto la literatura latinoamericana antes que yo. Leían a Borges, Cortázar, Onetti, Octavio Paz y, más tarde, a Gabriel García Márquez. Así que gracias a Francia descubrí otra visión de América Latina, el problema común de esos países, la herencia horrible de los golpes militares, el subdesarrollo, la guerrilla y el sueño compartido de liberación. Así que en Francia, qué paradoja, me comencé a sentir un escritor peruano y latinoamericano”.
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Recordó, como suele hacerlo, la marca indeleble que dejó en él Gustave Flaubert. “Quizás lo más importante fue haber descubierto en Francia a Gustave Flaubert, que ha sido y siempre será mi maestro, desde que compré un ejemplar de ‘Madame Bovary’ la noche misma que llegué, en una librería de Barrio Latino, hoy extinta, que se llamaba ‘La alegría de leer’. Sin Flaubert jamás habría sido el escritor que soy, ni habría escrito lo que he escrito, ni de esa manera. Lo leí y releí con infinita gratitud y puedo decir que gracias a él hoy me reciben en la Academia Francesa”, aseguró el autor de “La ciudad y los perros”.
Hizo memoria de esa noche, en su habitación del hotel: “fue como un sueño del que jamás desperté”. Destacó cómo lo cautivó la elegancia y la precisión de la escritura de Flaubert, a quien ha releído incontables veces y contó que fue a llevarle flores a su tumba, para agradecerle por todo lo que ha hecho por él. Después habló de Victor Hugo y “Los miserables”, un libro que hizo del personaje Jean Valjean un compañero inolvidable.
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Como es tradición, el autor se refirió al miembro que antes ocupaba su lugar, el sillón 18: Michelle Serres (1930-2019). Aunque nunca lo conoció, aseguró que por él tenía un “sentimiento de solidaridad y simpatía”.
A la ceremonia asistió Juan Carlos I, el rey emérito español, que en 2011, nombró marqués a Vargas Llosa. Ayer, durante la entrega de la espada que se le otorga a los miembros de la institución académica, la secretaria permanente de la Academia, Hélène Carrère d’Encausse, dijo “Ciertamente, algunos expresaron su queja de que usted no escriba en francés [...] Pero ignoran que para ser recibido en la Academia Francesa, hay que, y cito: ‘caer bien a Monseñor el Protector, tener buen humor, buena reputación, inteligencia [...] y poder servir para las funciones académicas’”.
El discurso también tuvo su tinte político. El escritor peruano Mario Vargas Llosa afirmó que “la novela salvará la democracia o se hundirá con ella y desaparecerá”.
“Siempre quedará -¿cómo dudarlo?- esta caricatura que los países totalitarios nos venden como novelas, pero que solo existen tras haber atravesado la censura que los mutila” como muestra “el ejemplo de la Rusia de Vladimir Putin [...] Vemos como ataca a la desafortunada Ucrania, y como se sorprende sobremanera cuando esta nación resiste, a pesar de su superioridad militar, sus bombas atómicas y sus tropas multitudinarias”, agregó criticando a Rusia.
Vargas Llosa finalizó su discurso hablando sobre el futuro de la literatura: “será lo que nosotros queramos”. “La literatura tiene necesidad de libertad por existir [...]¿Puede desaparecer? Sería posible, sin duda, pero un mundo sin soñadores sería pobre y de los tristes”, concluyó.
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