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“Antes tragaba por mí, por la bronca, porque les molestaba y les daba vergüenza. Decían que la tierra es sucia, que se me iba a hinchar la panza como a un sapo… Después empecé a comer tierra por otros que querían hablar. Otros, que ya se fueron”. (Fragmento de Cometierra).
Con su primera novela, Cometierra, Dolores Reyes ha logrado estremecer a los lectores de España y poco a poco a los de Latinoamérica. La historia es de una adolescente que tiene un don muy peculiar de comer tierra y descubrir el paradero de mujeres desaparecidas, en su mayoría asesinadas. Reyes toca un tema que preocupa a la sociedad de hoy, en especial a las mujeres: el feminicidio, haciendo que esta realidad social ocupe un espacio literario a través de la ficción; además de unirse al grupo de escritoras argentinas que están marcando pauta en los últimos años en los premios y círculos literarios como Selva Almada, María Gainza, Mariana Enríquez y Samanta Schweblin.
La pasión por la escritura y la literatura empezó en Reyes desde muy joven, se acercó a los textos clásicos, de ciencia ficción y mitológicos. Si bien hice estudios en letras, donde tuve la oportunidad de acercarme a los libros antiguos, traducir y generar escritos de carácter crítico, sentía que por ahí no estaba la búsqueda como autora: “Mi gusto primario era escribir ficción, gracias a los talleres literarios descubrí qué textos quería producir, cómo producirlos y desde dónde”.
De hecho, Cometierra nació en el taller literario de Selva Almada, luego fue publicado por la editorial argentina Sigilo y ahora en Colombia por Rey Naranjo. La autora confiesa que siempre sintió atracción por el tema de la muerte y recuerda que desde pequeña, con sus amigos, le gustaba visitar los cementerios y leer los epitafios de las tumbas, gusto que sigue aún, en especial cuando no puede escribir; de alguna manera Reyes ha encontrado en esos pequeños enunciados que honran a los difuntos un disparador creativo muy potente.
El tema principal de “Cometierra” es el feminicidio, pero cómo nació su interés.El interés viene desde niña. Recuerdo el caso de María Soledad Morales, que ocurrió en la provincia de Catamarca; en esa oportunidad toda la población se levantó para pedir justicia. Eso me marcó y me quedó una inquietud que lamentablemente se renueva todos los días con una nueva víctima. Así que decidí que la literatura se convirtiera en un instrumento para contar, a través de la ficción, todo ese material que proviene de la sociedad.
Para los lectores de “Cometierra” puede ser una novela en el género policial, fantástica o feminista.La novela soporta distintas lecturas. Eso me encanta, pero tampoco se puede encasillar en un solo género. Cuando empecé a escribir sí me interesó incorporar en la historia diferentes elementos para que el lector quedara atrapado, que no soltara el libro hasta el final. Pensé en especial en el público joven, que su atención está dividida en Instagram, Netflix y tantos disparadores de atención que son más inmediatos que la literatura. Creo que quizá los jóvenes son los lectores más legítimos, porque Cometierra y Walter tienen la misma edad de ellos y precisamente son los jóvenes quienes pueden empezar a cambiar todo lo que ocurre alrededor de la violencia de género.
Usted pertenece a una gran tradición literaria y ahora al grupo de escritoras argentinas que están destacando con sus formas particulares de narrar.Somos una generación que se formó en universidades e institutos terciarios, donde en los programas de literatura solo se leían hombres, si acaso Alejandra Pizarnik, Alfonsina Storni o Silvia Ocampo; entonces parecía que en Argentina no había escritoras, estaban en la invisibilidad, circularon en su momento y no volvieron a ser editadas, pienso ahora también en Sara Gallardo. Hemos ido descubriendo poetas y narradoras, sin olvidar el impacto de los últimos años de la literatura de mujeres.
Si algo caracteriza a esta generación de narradores en Argentina es el realismo gótico.Cuando uno escribe no piensa, al menos en mi caso, en qué se parece a otros. Uso los elementos fantásticos, porque para mí son más potentes para contar que un realismo chato. De alguna forma, la realidad agota la narrativa y lo fantástico permite ver esa realidad de una forma más profunda, más política y con un alcance mayor. Fíjate que en el caso de Cometierra todo empieza cuando su protagonista puede ver más allá que el Estado, que los particulares; entonces, gracias a su don, observa lo que la realidad no muestra.
Las experiencias de lecturas cambian, a diferencia de esa joven apasionada por la literatura y que estudió letras. ¿Qué busca hoy en sus nuevas lecturas.Estoy interesada en lo que se hace ahora, en las nuevas poéticas y formas de narrar, en los híbridos de géneros. Ahora que empiezo a salir de Argentina quiero ver qué están haciendo en otros países, qué están escribiendo las mujeres. Como lector uno busca esos libros que son unas joyas, que a veces no son tan visibles. Si bien hay muchas editoriales independientes, que están publicando libros hermosos, sabemos que su alcance no es masivo, que es limitado.
Y, finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Dolores Reyes?Trato de mirar con mis ojos y los ojos de los otros. Escribiendo Cometierra anotaba las conversaciones de las cocineras del colegio donde trabajo, de las madres del barrio, quería ver las cosas cotidianas bajo otra mirada. Con los años, en el oficio de escritora, he aprendido a escuchar y mirar desde lo propio y también desde lo ajeno.