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Don’t Look Up (2021): “¡No levante la cabeza, obedezca!”

El filme Don’t Look Up (2021) o No mires arriba, de Adam McKay, con Jennifer Lawrence, Leonardo DiCaprio, Meryl Streep y Jonah Hill, con el pretexto de defender la ciencia, se revela como apelación descarada, malandrina, a la ciencia del ultraimperialismo yanqui, concebida como religión o creencia, de acuerdo con la ideología del puritanismo y su abismo esencial, basado en el “excepcionalismo yanqui”, indisociable del Destino Manifiesto (1845) (1).

Luis Carlos Muñoz Sarmiento* y Luis E. Soares**
13 de enero de 2022 - 05:56 p. m.
Leonado DiCaprio (foto) durante el estreno de la película “La isla siniestra” en el Festival de Cine Internacional de Berlín. El actor es el protagonista del largometraje “No mires arriba”, el cual obtuvo cuatro nominaciones a los Premios Globo de Oro, celebrados el pasado 9 de enero.
Leonado DiCaprio (foto) durante el estreno de la película “La isla siniestra” en el Festival de Cine Internacional de Berlín. El actor es el protagonista del largometraje “No mires arriba”, el cual obtuvo cuatro nominaciones a los Premios Globo de Oro, celebrados el pasado 9 de enero.
Foto: Creative Commons
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Según el cual los EEUU (no ‘América’) han sido elegidos por la ‘Divina Providencia’ para expandirse desde el Atlántico hasta el Pacífico, lo que les permitiría conservar relativa tranquilidad/seguridad frente a una eventual agresión de la Europa parapetada tras la ‘Santa Alianza’, especie de ONU de las monarquías de Rusia, Austria y Prusia que tras la derrota de Napoleón, c. 1815, adoptó un statu quo totalitarista con el propósito de impedir surgir o propagar movimientos revolucionarios o seculares. Antes de ir con el análisis, se aclara: el ultraimperialismo yanqui no es ni ha sido nunca homogéneo, teniendo dos versiones dominantes: la globalista, relativa al gran patio, y la continentalista, aplicable al patio trasero.

La primera, versión del Lebensraum o ‘espacio vital’ (2) sin límites nazi, al modo de un ruin Alejandro Magno y que podría relacionarse con el Partido Demócrata; la segunda, versión acomodaticia para convertir, no mágica sino mafiosamente, a un país en un continente, a partir de la Doctrina Monroe (1823) o “América para los americanos” (3), vinculada, por extrapolación, al Partido Republicano, el mismo del bandido Richard Nixon, por (pésimo) ejemplo. Esta es tierra; aquella, es cielo y ambas forman una dialéctica de la dominación yanqui, inseparables una de la otra. Y ya que se habla de cielo, hay que comenzar por el título: “No mire arriba”. Ahora bien, es evidente que dicho título remite a una división interna (a una polarización conveniente, si se quiere, ya que permite aplicarla, también adentro; recuérdese a Carlos Fuentes: “EEUU es Dr. Jeckyll en casa y Mr. Hyde por fuera”), ampliada en modo farsa o tragedia al planeta, entre el ultraimperialismo continentalista y el globalista.

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Así, “No mire arriba”, literalmente, en su ironía, significa “no mire al continente o, en otros términos, al ultraimperialismo estilo Cowboy (nombre, curioso, de uno de los personajes de Full Metal Jacket, uno de los filmes antibélicos por excelencia, junto a esa obra maestra que es Paths of Glory, también antimilitarista, ambos de Stanley Kubrick) (4): es decir, no miren a la miseria yanqui, con su cotidiano decadente, destruido, caricaturalmente/paródicamente anticientífico, anti ideológico, acrítico. El filme es, por tanto, un panfleto, antes que un dilema o una ambigüedad, a favor de la versión del ultraimperialismo globalista, de manera que “no mire arriba” quiere decir: miren, sí, y tengan fe, infundada, en la versión científica del ultraimperialismo globalista yanqui. Es un filme en el que la ciencia es religión, para retomar la versión religiosa de la ciencia, de finales del siglo XIX, tan genialmente satirizada por Machado de Assis en su cuento El alienista. La historia del Dr. Simão Bracamarte, quien a los 40 años se casó con doña Evarista Da Costa y Mascarenhas, dama de 25 años, viuda de un juez municipal, ni bonita ni simpática pero que, por contraste, era apta para darle hijos robustos sanos e inteligentes: no fue así. Si, además, era fea, él no solo no se sentía lastimado, sino que le “agradecía a Dios” ya que no corría el riesgo de dilatar los intereses de la ciencia por preferir contemplar a la consorte. Como Evarista no le dio hijos robustos ni tampoco enclenques, el Dr. Bracamarte se sumergió por entero en el estudio y la práctica de la medicina, de la patología cerebral, e hizo en la Rua Nova, de Itaguaí, una casa de orates. (5)

Una de las evidencias de lo que decimos, puede ser verificada en el momento en el que el Dr. Randall Mindy, caracterizado por DiCaprio, se encuentra con la presidenta de USA y abUSA, Janie Orlean, encarnada por Meryl Streep. Si se observa bien, ella sostiene un cuaderno de un supuesto científico que él supone ser. Ese cuaderno de un ‘hombre de ciencia’ es, de modo ambiguo, presentado como una biblia. La escena no permite ver con claridad si se trata de un cuaderno o de una biblia y esa ambigüedad existe para ser realmente ambigua; para que la ciencia sea concebida como una biblia, esto es, como una religión. Lo que va sin citar la arrogancia yanqui del filme y por presentar, como ya se dijo, a los EEUU como el centro del mundo (sí, es la ciencia de ellos; acaso, ¿será la nuestra?): el filme, en realidad, patentiza la decadencia total del ultraimperialismo yanqui, por dos motivos: 1. Porque el ultraimperialismo globalista, encarnando la tal ciencia, está en lucha fratricida contra el ultraimperialismo continentalista, concebido como anticientífico o negacionista: esto, dentro del mismo filme. 2. Porque es una apelación panfletaria para que nosotros, los esclavos de USA, volvamos a tener fe en ellos o, de lo contrario, el mundo será destruido, en seis meses: lo cual, de por sí, entraña una permanente e infinita, aunque finita, amenaza para el mundo.

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Otro aspecto interesante que puede constatarse a partir del filme es: lo que llaman “ciencia en la pandemia yanqui en la que estamos”, es la ciencia de ellos, de tal forma que hoy, al creer en esa ciencia, estamos “mirando al cielo”, es decir, ahí sí es válido “mirar hacia arriba”. Con esto, por supuesto, no queremos decir que debamos estar con el ultraimperialismo continentalista. Por lo contrario, queremos decir: la lucha fratricida de ellos no nos interesa para nada y nuestra ciencia es la ciencia contra el ultraimperialismo continentalista y globalista: en su orden, contra el del patio trasero y contra el del gran patio. Es la ciencia en defensa del mundo entero, implacablemente destruido por las dos versiones religiosas del ultraimperialismo sionista/gringo, volcadas (y devotas) contra la soberanía de los pueblos. De ahí lo dicho: no se trata de que alguien levante la cabeza o mire al cielo, hacia arriba, sino de que la agache, hacia abajo, pero no a la Tierra, sino que se someta y obedezca: sin chistar, a riesgo de que le caiga FB o el FBI, lo maten o el mundo desaparezca en muy poco tiempo.

Notas y Bibliografía:

(1) Recuérdense aquí que Manifest Destiny, New Deal, Plan Marshall, avanzada militarista de Eisenhower y Kennedy, son todos síntomas de vocación imperialista, con apariencia de igualdad y por paranoia, a causa de un supuesto comunismo invasor.

(2) Lebensraum: ‘Espacio vital’ de un estado, imprescindible para poder existir; su teoría predica que, si el estado no lo posee, lo asiste el derecho de extender su influencia física/cultural/comercial y política.

(3) Doctrina Monroe: aunque supuestamente es el principio de la política exterior gringa para impedir una eventual intromisión europea en asuntos internos del hemisferio americano, es de total cuño yanqui.

(4) En su orden, no cronológico, La chaqueta metálica (1987) y Senderos de gloria (1957), filmes centrados en la guerra, la violencia, la muerte, con un evidente trato antibélico y antimilitarista y acerca del caos.

(5) MACHADO DE ASSIS, Joaquim Maria. O alienista o El alienista. Frailejón editores, s. f. En esta edición, con una poco fiable traducción de Elkin Obregón, aparece ‘Bacamarte’ en vez de Bracamarte, como en realidad es el apellido del médico fundador de la Casa Verde (Vargas Llosa dixit) de la locura.

* (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de EE, 2012, y columnista, 23/mar/2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución fue lanzado por UFES, el 20/feb/2021. Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en el portal Rebelión. E-mail: lucasmusar@yahoo.com

** (Rio Pomba, MG, Brasil, 1966) Pos doctorado en Literatura Comparada (UFMG), desde 2004 es profesor (Asociado II, hoy) de Teoría de la Literatura y Literaturas en Lengua Portuguesa, en la U. Federal de Espíritu Santo (UFES). Poeta, escritor, ensayista. Líder de los grupos de investigación Literatura, Industria Cultural y Lectoescritura Crítica y Literatura, Idea de Comunismo y Kynismo. Autor de José Lezama Lima: Anacronía, lepra, barroco y utopia (2008, Edufes); El evangelio según Satanás (2008, El perro y la rana), América Latina, Literatura y política (2012, Edufes); La sociedad de control integrado: Franz Kafka y Guimarães Rosa (2014, Edufes). En febrero de 2020 se publicó el libro Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica (Edufes), coescrito con su amigo/colega y tocayo colombiano Luis Carlos Muñoz Sarmiento. E-mail: corvadia@gmail.com

Por Luis Carlos Muñoz Sarmiento* y Luis E. Soares**

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PedroP(95808)14 de enero de 2022 - 08:53 p. m.
Invito a los críticos de cine del Espectador a que vean la película... Sus comentarios no corresponden con el argumento de la película ... Estan tan obsesionados en contra del imperialismo yanqui que no son objetivos en su crítica a esta película.
Carlos(09266)14 de enero de 2022 - 04:30 p. m.
La película representa un mensaje más profundo para TODOS : Políticos, Prensa y cada ser humano. Si se reemplaza el Asteroide con el cambio climático notara que es real y que no estamos afrontando seriamente un problema que amenaza la supervivencia de la humanidad entera.
correo(06362)14 de enero de 2022 - 12:59 p. m.
La persona que escribió este artículo tiene una versión de la realidad sesgada rayando en el fundamentalismo. Es probable que el escritor crea en su vida diaria cosas absurdas como que lo rastrean con chips colocados en sus zapatos nikes. El escritor es una persona super “informada” de lecturas y datos sesgados que refuerzan diariamente la doctrina que cree. Vió en la peli, lo que quizo ver.
Elkin(86177)13 de enero de 2022 - 06:41 p. m.
Malinterpretaron totalmente la película. Esto no tiene nada que ver con el "imperialismo Yanqui", es una crítica a como los políticos y las personas que los siguen, ignoran las advertencias de los científicos basado en datos, por ejemplo, cambio climático, todo representado como un asteroide.
  • PedroP(95808)14 de enero de 2022 - 08:50 p. m.
    Totalmente de acuerdo con Elkin... Los críticos de cine del Espectador no vieron la película...
  • Harold(24275)13 de enero de 2022 - 06:51 p. m.
    Correcto, que la vuelvan a ver
Juan(82019)13 de enero de 2022 - 06:20 p. m.
Nunca había leído en mi vida una crítica de cine tan ridícula. Hasta le meten Alejandro Magno. Un par de mediocres sofistas con argumentos traídos de los cabellos. Parecieran que son de esos fanáticos anticiencia, que están convencidos, sin fundamento alguno, que lo del COVID es mentira y que el cambio climático no existe. Pobre par de diablos.
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