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                                                                                                                                Contenido Patrocinado
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                                                                                                                                “Son pequeños árboles, pero grandes sueños están por detrás”: Merceano Melo

                                                                                                                                Lo que comenzó como un recorrido guiado por El dragón dorado, el museo del bonsái en La Calera, pronto se volvió una clase de filosofía. “No se trata de una técnica de alambrado, sino de la vida, la muerte y la humanidad…”, afirmó su fundador, Merceano de Jesús Melo.

                                                                                                                                Daniela Cristancho

                                                                                                                                Periodista sección Política
                                                                                                                                Merceano Melo explica que el nombre El dragón dorado responde a que esta es una figura que simboliza la protección y los sueños.
                                                                                                                                Foto: Mauricio Alvarado
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El equilibrio trasciende las decisiones materiales, es un símbolo de lo humano, incluso y sobre todo, de aquellos que hemos condenado en Occidente. Luz y oscuridad. “Los árboles crecen desde la oscuridad hacia la luz. Las raíces están en la tierra oscura y las necesitan para sentir la necesidad de buscar la luz. Eso somos nosotros. Pero en Occidente hemos hecho mucho énfasis en la luz y el amor, y se nos olvida que también somos oscuridad”.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Le recomendamos: Gabriel García Márquez cuenta cómo Gina Lollobrigida venció a Sofía Loren (I)

                                                                                                                                Merceano Melo llegó al bonsái a través de la filosofía, la ética y el pensamiento comparado. “Como maestro he buscado puntos de referencia, y mi forma de enseñar el pensamiento de la humanidad es comparando Oriente con Occidente”. Hoy tiene más de mil árboles, aunque realmente nunca los ha contado. El bonsái te hace, como dice su poema. “A mí me ha cambiado totalmente la vida, empezando por este lugar”, dice sentado en el patio japonés de El dragón dorado, el museo del bonsái, un terreno vasto en el Rincón de la Calera, donde también se encuentra su casa. “Vivía en un apartamento y empecé a tener tantos bonsái que ocupé mi terraza, la terraza del vecino. Entonces cambié mi apartamento por este espacio. Ellos me trajeron acá, donde llevo 14 años”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                El tiempo entonces se vuelve el maestro. “El bonsái lo podríamos mirar como una práctica dominación de la naturaleza, pero también una práctica de dominación de uno mismo. El tiempo hace que los árboles se vuelvan escultura, pero mi obsesión no puede ser que haya una escultura de un momento a otro. Llevo 20 años y hasta ahora veo cosas interesantes”. El ritmo de la naturaleza es diferente al de los deseos humanos.

                                                                                                                                Merceano de Jesús Melo - Museo del Bonsai
                                                                                                                                Foto: Mauricio Alvarado / El... - Mauricio Alvarado

                                                                                                                                Melo recuerda al filósofo coreano Byung-Chul Han, de quien fue compañero cuando estudiaban en Alemania. “El tiempo del jardín es un tiempo de lo distinto. El jardín tiene su propio tiempo, sobre el que no puedo disponer. Cada planta tiene su propio tiempo específico. En el jardín se entrecruzan muchos tiempos específicos. (...) Durante mi trabajo en el jardín me he enriquecido de tiempo. La espera es incierta, la paciencia necesaria, el lento crecimiento, engendran un sentido especial del tiempo”, asegura Han en Loa a la tierra.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le podría interesar: Historia de la literatura: Lolita

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                                                                                                                                El museo del bonsái es también un museo de memorias. Como lo haría una pintura, estas esculturas son una colección de momentos y sentimientos. Así lo asegura el filósofo alemán Friedrich Schiller: “Ellos (animales y plantas) son lo que nosotros fuimos; son lo que hemos de volver a ser. Fuimos naturaleza como ellos, y nuestra cultura debe llevarnos de vuelta a la naturaleza… Por eso aquellos son al mismo tiempo una imagen de nuestra infancia perdida, que eternamente seguirá siendo para nosotros lo más querido”. Observamos un bonsái cuyo tronco y ramas crecen hacia la derecha, como azotadas por la ventisca. “Esto me lleva a mi infancia. Cuando tenía 9 o 10 años me llevaban a Vagueira, una playa en Portugal, es como la Venecia portuguesa. Y veía unos árboles llevados por el viento. Esa es la imagen mental que traté de recrear con el bonsái. No son la misma especie, pero es la representación”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                *El dragón dorado, museo del bonsái queda en el Rincón de la Calera, Vereda el Verjón. Para reservar una visita guiada puede escribirle a Merceano Melo al 3123899585.

                                                                                                                                Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖

                                                                                                                                Merceano Melo explica que el nombre El dragón dorado responde a que esta es una figura que simboliza la protección y los sueños.
                                                                                                                                Foto: Mauricio Alvarado
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El equilibrio trasciende las decisiones materiales, es un símbolo de lo humano, incluso y sobre todo, de aquellos que hemos condenado en Occidente. Luz y oscuridad. “Los árboles crecen desde la oscuridad hacia la luz. Las raíces están en la tierra oscura y las necesitan para sentir la necesidad de buscar la luz. Eso somos nosotros. Pero en Occidente hemos hecho mucho énfasis en la luz y el amor, y se nos olvida que también somos oscuridad”.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                El tiempo entonces se vuelve el maestro. “El bonsái lo podríamos mirar como una práctica dominación de la naturaleza, pero también una práctica de dominación de uno mismo. El tiempo hace que los árboles se vuelvan escultura, pero mi obsesión no puede ser que haya una escultura de un momento a otro. Llevo 20 años y hasta ahora veo cosas interesantes”. El ritmo de la naturaleza es diferente al de los deseos humanos.

                                                                                                                                Merceano de Jesús Melo - Museo del Bonsai
                                                                                                                                Foto: Mauricio Alvarado / El... - Mauricio Alvarado

                                                                                                                                Melo recuerda al filósofo coreano Byung-Chul Han, de quien fue compañero cuando estudiaban en Alemania. “El tiempo del jardín es un tiempo de lo distinto. El jardín tiene su propio tiempo, sobre el que no puedo disponer. Cada planta tiene su propio tiempo específico. En el jardín se entrecruzan muchos tiempos específicos. (...) Durante mi trabajo en el jardín me he enriquecido de tiempo. La espera es incierta, la paciencia necesaria, el lento crecimiento, engendran un sentido especial del tiempo”, asegura Han en Loa a la tierra.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Y a veces el tiempo también se agota. Aunque los bonsái pueden ser casi eternos, a veces los vegetales terminan su ciclo y mueren. “Es el arte de la transformación. El bonsái nos enseña sobre la impermanencia de las cosas. Hay belleza en lo efímero y, por lo tanto, en la muerte”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Oriente y Occidente, y su dispar relación con la naturaleza, se hacen evidentes en la poesía. Melo cita a Matsuo Basho, poeta japonés: “Cuando miro con cuidado. ¡Veo florecer la nazuna. ¡Junto al seto!”. Lo compara con un homólogo inglés, Alfred Tennyson: “Flor en la pared agrietada, / te arranco de las grietas./ Te tengo aquí, raíz y todo, en mi mano. / Pequeña flor, pero si pudiera entender/ lo que eres, raíz y todo, y todo en todo,/ sabría lo que es Dios y el hombre”. El primero contempla, el segundo arranca lo que considera suyo.

                                                                                                                                Le podría interesar: Historia de la literatura: Lolita

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                                                                                                                                El museo del bonsái es también un museo de memorias. Como lo haría una pintura, estas esculturas son una colección de momentos y sentimientos. Así lo asegura el filósofo alemán Friedrich Schiller: “Ellos (animales y plantas) son lo que nosotros fuimos; son lo que hemos de volver a ser. Fuimos naturaleza como ellos, y nuestra cultura debe llevarnos de vuelta a la naturaleza… Por eso aquellos son al mismo tiempo una imagen de nuestra infancia perdida, que eternamente seguirá siendo para nosotros lo más querido”. Observamos un bonsái cuyo tronco y ramas crecen hacia la derecha, como azotadas por la ventisca. “Esto me lleva a mi infancia. Cuando tenía 9 o 10 años me llevaban a Vagueira, una playa en Portugal, es como la Venecia portuguesa. Y veía unos árboles llevados por el viento. Esa es la imagen mental que traté de recrear con el bonsái. No son la misma especie, pero es la representación”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El recorrido por el museo del bonsái terminó dentro de la casa del filósofo, con café, panes y quesos. En una de las paredes hay una pintura de un bonsái. Tiene forma de hongo y sobre él hay una nube de humo. Representa la historia de un árbol que se encontraba en Miyajima, cerca de Hiroshima, en 1945, y sobrevivió a la bomba. Hoy reposa en el Museo Nacional Bonsái y Penjing, en Washington D.C. Fue donado por Japón a Estados Unidos como regalo por su bicentenario de independencia. “El espíritu humano está en la poesía, en el arte. El espíritu es la cultura, aquello que podemos hacer y que la naturaleza no puede imitar. De alguna manera, hemos creado una naturaleza distinta de la naturaleza, un mundo distinto a los mundos. Nos gusta el amanecer y el atardecer, porque nos dicen que somos seres de la media luz, entre el cielo y la tierra. No somos dioses ni piedras. Y ese es el recordatorio del bonsái: la naturalidad de las cosas. Son pequeños árboles, pero grandes sueños están por detrás”.

                                                                                                                                *El dragón dorado, museo del bonsái queda en el Rincón de la Calera, Vereda el Verjón. Para reservar una visita guiada puede escribirle a Merceano Melo al 3123899585.

                                                                                                                                Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖

                                                                                                                                Por Daniela Cristancho

                                                                                                                                Periodista y politóloga de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en resolución de conflictos e investigación para la paz.@danielacsidcristancho@elespectador.com
                                                                                                                                Ver todas las noticias
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