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La investigación que publica hoy Science y está encabezada por la Universidad de Oxford se centra en obras en neerlandés, francés, islandés, irlandés, inglés y alemán.
Los resultados destacan como un dato no esperado que más de tres cuartas partes de las historias medievales en islandés e irlandés sí sobreviven, en un patrón inusual que sugiere que los “ecosistemas” insulares ayudaron a preservar la cultura.
El grupo calcula que se ha perdido más del 90% de los manuscritos medievales con narraciones caballerescas y heroicas y que “alrededor del 32% de estas obras de la Edad Media se ha perdido a lo largo de los siglos”, indicó Katarzyna Kapitan, una de las autoras.
El equipo tomó prestado un modelo de la ecología sobre “especies nunca vistas” para estimar el tamaño de la población original de la literatura europea medieval y la naturaleza de las pérdidas que sufrieron estas obras culturales.
Grandes cantidades de literatura que fueron un pilar de la cultura en la Europa medieval no han sobrevivido, debido a los incendios de las bibliotecas y a que la gente se deshizo de ellas o las recicló de forma creativa.
En un caso famoso, señalaron los autores, los restos de una novela romántica medieval se utilizaron para reforzar la mitra de un obispo, por ello, los estudiosos no saben hasta qué punto la literatura que se conserva es representativa de la que existió en su día.
Se trata de un fenómeno conocido como sesgo de supervivencia, lo que significa que corren el riesgo de subestimar la diversidad de la producción cultural de las sociedades medievales.
El equipo asumió que las obras literarias podían tratarse como especies en ecología y que las copias de documentos manuscritos de obras individuales podían tratarse como avistamientos de una especie.
Consideraron como “perdidas” las obras de las que ya no sobrevivía ninguna de las copias de los documentos que, en tiempos, las preservaron.
Este enfoque les permitió estimar el tamaño de la población original de obras y de documentos, así como las pérdidas que sufrieron estos dominios culturales en las seis lenguas vernáculas consideradas.
El estudio indica que los 3.648 documentos medievales que aún se pueden observar hoy en día constituyen una muestra de una población que originalmente habría contado con 40.614 ejemplares, lo que se traduce en una tasa de supervivencia del 9 %.
En lo que respecta a las obras, estiman que sobrevivió alrededor del 68 %, aunque observaron una considerable variación intervernacular, como la relativamente escasa supervivencia de las obras inglesas (38,6 %).
Para sorpresa del equipo, las obras de dos de las culturas más insulares, la islandesa y la irlandesa, estaban relativamente intactas, con tasas de supervivencia del 77,3 % y el 81 %, respectivamente.
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Los análisis adicionales revelaron que estas literaturas insulares tenían una “mayor uniformidad, o una distribución más uniforme” de los ejemplares de una obra determinada, lo que ayudó a crear estabilidad frente a desastres como los incendios de bibliotecas.
Kapitan consideró que las similitudes entre Islandia e Irlanda pueden deberse además “a las duraderas tradiciones de copiar textos literarios a mano mucho después de la invención de la imprenta”.
Sin embargo, la literatura francesa medieval, a pesar de ser más amplia, presentaba una baja tasa de supervivencia de las obras, que los autores atribuyen a que muchas eran poco abundantes (carecían de uniformidad), lo que las hacía más susceptibles de sufrir pérdidas inmateriales.
El equipo puso también de relieve la utilidad este innovador método para aplicaciones más amplias en las ciencias del patrimonio, desde las monedas antiguas hasta los pintores olvidados.