“Pobres gentes” fue la primera obra publicada por Dostoyevski. Dos años después se publicó "Noches blancas". / Getty
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Hay encuentros que son una suerte de casualidad. Hay encuentros que se agradecen, por más dolor que conlleve el futuro desencuentro. Hay encuentros que auxilian, dan esperanza y devuelven la vida. Hay encuentros que están condenados a morir, pero aun así asumimos el riesgo de acudir a ellos, y hasta estamos dispuestos a hacerlo las veces que sean necesarias. Y hay amores que no pueden ser como quisiéramos que fueran. Hay amores en donde siempre ocupas el puesto de espectador y debes conformarte con mirar. Con mirar de lejos. Con “migajas”....
Por Danelys Vega Cardozo
Comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana con énfasis en periodismo internacional y comunicación política, y un diplomado en comunicación y periodismo de moda. Perteneció al semillero de investigación Acción social y Comunidades, bajo el proyecto Educaré.danelys_vegadvega@elespectador.com