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                                                                                                                                El arte como botín de guerra

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                                                                                                                                María Paula Lizarazo

                                                                                                                                Periodista de Amazonia y Ambiente
                                                                                                                                Del millón de obras que se movilizaron en Cataluña, más de cien piezas de arte románico y gótico fueron trasladadas en tres expediciones desde Olot (Cataluña) hacia una exposición en París, buscando alejarlas del riesgo de destrucción.
                                                                                                                                Foto: Ilustración: Eder Leandro Rodríguez
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO

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                                                                                                                                Foto: Ilustración: Eder Leandro Rodríguez
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                                                                                                                                Apenas habían pasado tres días del fallido golpe de Estado que dio lugar a la Guerra Civil Española, cuando las iglesias de una ciudad como Girona, al centro de Cataluña, ya habían sido saqueadas y quemadas. El estallido provino del sur con las tropas militares españolas que se alzaron desde África, lideradas por Francisco Franco, en contra de las reformas propuestas por el gobierno de la Segunda República, al que se oponían los sectores conservadores. El 20 de julio de 1936, aquel estallido ya había copado todo el país.

                                                                                                                                Joaquim Folch i Torres (1886-1963) era el director del entonces Museo de Arte de Cataluña (hoy Museo Nacional de Arte de Cataluña), que fundó en 1934 y en donde custodiaba desde obras de arte románico hasta frescos de Picasso y otras piezas contemporáneas. Pero en el 36 el Museo no había completado aún toda su proyección.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Si le interesa leer más sobre arte, le sugerimos: “La langosta azul”, de Cepeda Samudio, se luce en el Met

                                                                                                                                Su propuesta museográfica para Cataluña estaba relacionada con una de las reflexiones que aparecen en su Historia general del arte (1928): “El esfuerzo moderno para construir la historia artística es comparable al esfuerzo de los naturalistas en el siglo XVIII para conocer la tierra y la vida. Resto quizás análoga la desproporción de nuestros medios de estudio con los que cuentan los estudiosos de otras tierras. Historiar en catalán se convierte también en la medida pequeña en que es posible una historia catalana”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Le invitamos a leer la tercera entrega de: Anna Ajmátova: Unos cuantos versos rusos contra el horror nazi (III)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Mientras la prensa señalaba a los republicanos de causar daños en el patrimonio arquitectónico y artístico religioso de España, este sector publicó, en junio de 1937, el libro ¡Queman, roban y asesinan… en tu nombre! Religión y fascismo, donde aportaron fotografías de los daños a esas infraestructuras causados por los franquistas y replicaron la alocución del sacerdote Leocadio Lobo en la que cuestionaba el apoyo de la Iglesia a los sublevados: “Yo no entiendo cómo algunos católicos han podido sumarse a esta sublevación; yo no sé cómo se puede disparar contra el pueblo. Deberían caerse al suelo las armas y el corazón, antes de matar y haber matado un solo obrero español, cualquiera que fuera su ideología”.

                                                                                                                                De Olot a París

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La Salvaguardia del patrimonio catalán incluía piezas de arte recogidas de iglesias y otros edificios religiosos, de colecciones privadas y espacios públicos. Las obras llegaban al Museo de Arte de Cataluña y allí se clasificaban y se ponían en custodia de la Generalidad. Así lo contó Folch i Torres en 1939: “A pesar de las dificultades que el salvamento ofrecía, el personal del Museo (y algunos colaboradores voluntarios que al mismo se habían unido) no cejaron en la noble empresa que se les había señalado, y ello sin disponer de fuerza armada que les protegiera [...]. En cada una de las poblaciones no faltó, en el momento de mayor peligro, un pequeño núcleo de ciudadanos amigos del arte, que acudió a evitar la destrucción. Alrededor del personal del museo local (donde lo había) o de la Escuela de Bellas Artes (donde existía), se sumaron los voluntarios, constituyendo comités o sin constituirlos, que hicieron comprender a los revolucionarios que incendiaban la barbaridad que iban a cometer”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En septiembre de 1936, dos meses después del estallido de la guerra y habiendo agrupado centenares de piezas, la posibilidad de destrucción seguía siendo una amenaza. Folch i Torres decidió que se trasladaran las obras concentradas en el Museo a un espacio no urbano, en el que disminuyera el riesgo de ser objetivo militar. El primer depósito al que se trasladaron fue la iglesia de Sant Esteve d’Olot, cerca de la frontera con Francia. Las obras fueron llevadas en camiones por un equipo técnico encargado y dispuestas en las estanterías interiores de la iglesia. Del Museo de Arte de Cataluña salieron obras de arte románico, gótico, del Renacimiento, Barroco y moderno, entre retablos, esculturas, óleos, cerámicas y colección numismática. Se destacan algunas de El Greco, Giambattista Tiepolo, Joaquim Sunyer, Isidre Nonell, Joaquim Mir y Picasso.

                                                                                                                                Con el desplazamiento del inventario, la Comisaría General de Museos de Cataluña también se desplazó a Olot y se instaló en la Casa Solà Morales, adonde se llevaron los documentos de archivo de las obras y el taller de restauración del Museo, liderado por Manel Grau: en aquel contexto, de paso se adelantó un proceso de restauración y conservación que nunca antes se había hecho en Cataluña.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Mientras Folch i Torres lideraba toda esa logística, también gestionaba la posibilidad de exponer algunas de las obras en París, con el fin de darlas a conocer y alejarlas aún más. Y lo consiguió.

                                                                                                                                El recorrido de las 115 obras que salieron de Olot hacia la galería Jeu de Paume, en París.
                                                                                                                                Foto: Ilustración: Eder Leandro Rodríguez

                                                                                                                                En febrero de 1937 comenzaría la organización de la exposición El arte catalán del siglo X al XV. Dos camiones con 115 obras románicas y góticas saldrían de Olot el 27 de febrero y el 9 de marzo rumbo al museo y galería nacional Jeu de Paume. Los costos del traslado fueron asumidos por el gobierno francés, siendo la primera vez que el arte medieval catalán se exhibía en el extranjero.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El arte catalán del siglo X al XV estuvo en Jeu de Paume solo durante marzo y abril por la inauguración de la Exposición Universal en la que, de hecho, se expondrían el Guernica, de Picasso, y El segador, de Joan Miró, en el pabellón español.

                                                                                                                                Le sugerimos: Pintar en vivo y retratar el amor, el propósito de Maggie Smith

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                De Jeu de Paume, las obras catalanas se trasladaron al castillo de Maisons-Laffitte en una prórroga de la exposición entre junio y noviembre. A esta segunda parte de la muestra se sumaron más obras traídas desde Olot, dando un total de 164, y se realizó una publicación especializada en este arte, en la que escribieron André Dezarrois, director del Jeu de Paume; Christian Zervos, fundador de la revista Cuadernos de Arte; y Paul Vitry, conservador del Museo del Louvre.

                                                                                                                                La exposición "El arte catalán del siglo X al XV" fue la primera muestra internacional del patrimonio artístico medieval de Cataluña.
                                                                                                                                Foto: Ilustración: Eder Leandro Rodríguez
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Entre tanto, las obras que quedaron en Olot seguían siendo motivo de preocupación para Folch i Torres en la distancia. Se buscaron más depósitos para repartirlas, incluso más al norte de Olot: se llevaron a Darnius, Agullana, Viladrau, Bescanó, Peralada y Figueras, alejándolas de las rutas más transitadas y las zonas objetivo militar de la aviación franquista. En diciembre, las obras que estuvieron en París fueron trasladas a depósitos en Suiza. Cataluña devendría cada vez en un lugar menos apto para salvaguardar tantas obras: en 1938, Juan Negrín, presidente del gobierno de la Segunda República, trasladaría su sede a esa comunidad.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Desde que la Generalidad apoyó la salvaguardia del patrimonio, se contabilizaron en total más de 150 camiones que desde 1936 desplazaron las obras de diferentes zonas de Cataluña a Barcelona, luego de Barcelona a Olot, de Olot a Darnius, Agullana, Viladrau, Bescanó, Peralada y Figueras, y de Olot hacia París. Se ha encontrado el rastro de que después de terminada la guerra, entre 100 y 109 camiones regresaron las obras a Barcelona, en 69 expediciones. En un informe al comisariado general de museos, Folch i Torres había escrito que, en la primera agrupación de Olot, “la masa de objetos de arte reunida sobrepasa, en el fichero de clasificación y de procedencia que se ha establecido por las oficinas de nuestro servicio, la cifra de un millón”.

                                                                                                                                El silencio del franquismo

                                                                                                                                Los franquistas llegaron a Darnius y, según investigaciones del actual Museo Nacional de Arte de Cataluña*, inventaron que fueron ellos quienes se hicieron cargo de preservar las colecciones catalanas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tras el final de la guerra, en 1939, con el triunfo franquista, las obras regresarían a Barcelona en ese centenar de camiones antes mencionado. El franquismo accionó dos estrategias coordinadas: tapar el proceso de organización, preservación y restauración que se había adelantado en los últimos años en Cataluña y castigar a los responsables de ese proceso de salvaguarda.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Del casi millón de obras que se seguían conservando, algunas regresaron al Museo y otras a las colecciones privadas y públicas a las que pertenecían. Entre todos los trayectos de esos años, se perdieron algunas, entre las más famosas: dos pinturas de Isidre Nonell y Joaquim Mir, de las cuales se tiene constancia en los inventarios de salida de Barcelona, pero no de regreso.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Hacia 1945, con Folch i Torres encarcelado, aún no se tenía inventario de las obras que estaban perdidas: cuántas eran, cuáles ni en qué posible traslado desaparecieron. Una de las posibilidades era el mercado negro de arte: según algunas versiones, el bando republicano habría vendido y exportado ábsides de iglesias y otras piezas artísticas para comprar municiones, aunque el gobierno republicano intentó contener ese mercado.

                                                                                                                                El triunfo del franquismo impuso un cambio de narrativas sobre la suerte del arte español durante la Guerra Civil.
                                                                                                                                Foto: Ilustración: Eder Leandro Rodríguez
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El caso del patrimonio artístico y específicamente del catalán, se tuvo en cuenta para el documento de la Causa General con el que el gobierno de Franco buscó justificar el golpe de Estado, evidenciando los supuestos hechos delictivos ocurridos en el país durante la Segunda República, entre 1931 y 1939: un documento por el que fueron fusiladas 85.940 personas, según sus propios registros. Los pocos documentos que pudo haber sobre el rastro de las obras perdidas finalmente fueron archivados.

                                                                                                                                Del regreso de las piezas a Barcelona en 1939, se encontró que estas fueron catalogadas en su revés con una etiqueta de los Servicios de Defensa del Patrimonio Nacional —que ahora custodiaba el nuevo gobierno franquista— que decía: “recuperado del enemigo por el ejército español”.

                                                                                                                                *Dichas investigaciones se recogen en la actual exposición ¡Museo en peligro! Salvaguarda y orden del arte catalán durante la guerra civil, del Museo Nacional de Arte de Cataluña.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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