El arte en los muros de París, más allá del Louvre
Ya sea para ilustrar un lobo dócil junto a una caperucita empoderada o para criticar la hipocresía de Emmanuel Macron, los muros de París son un escaparate artístico “democrático y poderoso” que abarca a un público más amplio que el de los clásicos museos de la capital.
Antonio Torres del Cerro
“El arte urbano derriba todas las barreras sociales, porque lo admira desde una persona sin techo hasta el burgués del oeste de París”, contó a Chrixcel, autora de la recién publicada obra “Tribunas urbanas, muros de la reivindicación”.
Capital de la alta gastronomía, de la moda, ejemplo de la arquitectura racionalista "haussmanniana" y sede de varios de los museos más conocidos del mundo (Louvre, Pompidou, Orsay), la capital gala busca ahora recuperar el tiempo perdido respecto a otras capitales del arte urbano, como Berlín, Nueva York o Sao Paulo.
A pesar del temor de muchos parisinos a que "ensucien" su glamurosa ciudad, las artes visuales callejeras, que engloban grafitis, cartelería y collage, entre otras expresiones, han acabado por imponerse y ya están reconocidas como un patrimonio de la ciudad (su Ayuntamiento socialista organizó en 2022 una gran exposición sobre los 60 años de arte urbano).
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Para Chrixcel, nombre artístico de esta fotógrafa aficionada que conoce al dedillo los muros de la capital, las tendencias puramente estéticas conviven con las de un cariz más reivindicativo, como muestra en su libro editado por Alternatives, un sello de la prestigiosa Gallimard.
Los "chalecos amarillos", las crisis de los refugiados y del covid, la guerra de Ucrania y ahora el conflicto en Gaza e Israel, son algunos de los asuntos que se tratan. Temas incómodos en los que es difícil expresarse en "lugares tan tensos como las redes sociales", explica.
"Los muros son algo real, de un material como la piedra, el cemento, contrariamente a las redes sociales", enfatiza Chrixcel, para ahondar en la idea de que los mensajes del arte urbano son mucho más genuinos.
El artista Jaëraymie y su proyecto "Distortions" ha sido uno de los que más ha marcado en París a est especialista en arte urbano y que ilustra la portada de su libro.
Lanzado unos meses antes de las elecciones presidenciales de 2022, Jaëraymie chocó a muchos franceses por las intervenciones que hizo en las fotos de los principales candidatos en aquella contienda.
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Macron vestido con un chaleco amarillo con el ojo morado (una denuncia a la violencia policial contra ese movimiento popular) o la ultraderechista Marine Le Pen ataviada como una musulmana, con un velo de color azul, fueron dos de los simbólicos retratos que más dieron que hablar.
Un lobo dócil
El rico y diverso ecosistema del arte urbano parisino tiene a los carteles de "El lobo y Caperucita" como uno de sus exponentes. Esta reinterpretación del tradicional cuento, que tiene una serie de obras sobre todo por el norte y este de la capital, genera, a primera vista, un cierto desconcierto.
“Queríamos mostrar a un lobo menos dominante, agresivo y violento que el de la historia, y con Caperucita queríamos una niña que sea libre para hacer lo que quiera, si quiere pasearse en ropa interior, que lo haga”, explica a Thomas, el artista detrás de “Loup-y-es-tu” que trabaja como profesor de educación física en una escuela pública.
Junto a "Little chaperon rouge", una creadora que prefiere mantener el anonimato, Thomas dibuja el lobo y su compañera Caperucita. Lo hacen en los papeles de cartelería y usan pintura acrílica o tinta china.
"Caperucita tiene rasgos que son bastante rígidos, que pueden incluso crear miedo, mientras que el lobo tiene unos rasgos más redondos, con una posición más dócil", explicó el artista.
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Una vez hechos los originales -no utilizan copias-, los pegan, a veces en zonas insospechadas, como en la Villa de l'Ermitage, un genuino rincón de casitas bajas y vías empedradas situado en el corazón del distrito XX de París.
Thomas recorre las calles de la capital desde hace años y ha notado una mayor apertura al arte urbano, a pesar de que hay reticencia de muchos vecinos a las intervenciones abstractas.
“Tengo la impresión de que el covid ha cambiado radicalmente muchas cosas. Los museos estaban cerrados y la gente ha buscado arte, este es un momento estupendo para su democratización”, considera.
“El arte urbano derriba todas las barreras sociales, porque lo admira desde una persona sin techo hasta el burgués del oeste de París”, contó a Chrixcel, autora de la recién publicada obra “Tribunas urbanas, muros de la reivindicación”.
Capital de la alta gastronomía, de la moda, ejemplo de la arquitectura racionalista "haussmanniana" y sede de varios de los museos más conocidos del mundo (Louvre, Pompidou, Orsay), la capital gala busca ahora recuperar el tiempo perdido respecto a otras capitales del arte urbano, como Berlín, Nueva York o Sao Paulo.
A pesar del temor de muchos parisinos a que "ensucien" su glamurosa ciudad, las artes visuales callejeras, que engloban grafitis, cartelería y collage, entre otras expresiones, han acabado por imponerse y ya están reconocidas como un patrimonio de la ciudad (su Ayuntamiento socialista organizó en 2022 una gran exposición sobre los 60 años de arte urbano).
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Para Chrixcel, nombre artístico de esta fotógrafa aficionada que conoce al dedillo los muros de la capital, las tendencias puramente estéticas conviven con las de un cariz más reivindicativo, como muestra en su libro editado por Alternatives, un sello de la prestigiosa Gallimard.
Los "chalecos amarillos", las crisis de los refugiados y del covid, la guerra de Ucrania y ahora el conflicto en Gaza e Israel, son algunos de los asuntos que se tratan. Temas incómodos en los que es difícil expresarse en "lugares tan tensos como las redes sociales", explica.
"Los muros son algo real, de un material como la piedra, el cemento, contrariamente a las redes sociales", enfatiza Chrixcel, para ahondar en la idea de que los mensajes del arte urbano son mucho más genuinos.
El artista Jaëraymie y su proyecto "Distortions" ha sido uno de los que más ha marcado en París a est especialista en arte urbano y que ilustra la portada de su libro.
Lanzado unos meses antes de las elecciones presidenciales de 2022, Jaëraymie chocó a muchos franceses por las intervenciones que hizo en las fotos de los principales candidatos en aquella contienda.
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Un lobo dócil
El rico y diverso ecosistema del arte urbano parisino tiene a los carteles de "El lobo y Caperucita" como uno de sus exponentes. Esta reinterpretación del tradicional cuento, que tiene una serie de obras sobre todo por el norte y este de la capital, genera, a primera vista, un cierto desconcierto.
“Queríamos mostrar a un lobo menos dominante, agresivo y violento que el de la historia, y con Caperucita queríamos una niña que sea libre para hacer lo que quiera, si quiere pasearse en ropa interior, que lo haga”, explica a Thomas, el artista detrás de “Loup-y-es-tu” que trabaja como profesor de educación física en una escuela pública.
Junto a "Little chaperon rouge", una creadora que prefiere mantener el anonimato, Thomas dibuja el lobo y su compañera Caperucita. Lo hacen en los papeles de cartelería y usan pintura acrílica o tinta china.
"Caperucita tiene rasgos que son bastante rígidos, que pueden incluso crear miedo, mientras que el lobo tiene unos rasgos más redondos, con una posición más dócil", explicó el artista.
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Una vez hechos los originales -no utilizan copias-, los pegan, a veces en zonas insospechadas, como en la Villa de l'Ermitage, un genuino rincón de casitas bajas y vías empedradas situado en el corazón del distrito XX de París.
Thomas recorre las calles de la capital desde hace años y ha notado una mayor apertura al arte urbano, a pesar de que hay reticencia de muchos vecinos a las intervenciones abstractas.
“Tengo la impresión de que el covid ha cambiado radicalmente muchas cosas. Los museos estaban cerrados y la gente ha buscado arte, este es un momento estupendo para su democratización”, considera.