“El arte es el medio para expresar los valores de la vida”: María Paula Alzate
La artista colombiana fue invitada por el colectivo Artistas Colombianos en Tokio para presentar sus obras entre el 14 y 21 de abril en una galería del distrito Chiyoda, en la capital japonesa.
Andrea Jaramillo Caro
Antes de ser artista estudió literatura, ¿cómo fue ese salto de la literatura al arte?
Hace 15 años, cada vez que entraba a una galería o a una exposición, o a una casa, o un museo sentía mucha emoción y pensaba que me encantaría ser artista, pero mi formación académica estaba en literatura, tanto mi pregrado como mi maestría en Alemania, y no sabía cómo llegar al arte sin haber pasado por la academia. En 2019 visité la Casa Museo de Guayasamín en Ecuador y la experiencia, el recorrido por la casa, pasar por el caballete, la mesa como la dejó, sus últimas pinturas, me impulsó. Fue el empujoncito que necesitaba para saber que cuando volviera a Colombia me dedicaría a estudiar arte. Tenía en mi cabeza el cliché de que arte es igual a óleo y, por fortuna, comencé con clases en este medio en julio de 2019. A partir de ahí no he dejado el pincel de lado. Creo que nunca es tarde para emprender algo que uno tiene en el corazón y que uno tiene como proyecto de vida.
¿Cómo fueron los inicios de su carrera?
Empecé a pintar y tengo una familia grande en la que varios primos me hicieron pedidos y la bola comenzó a rodar y rodar. Hice varias obras por encargo, y con la llegada de la pandemia creo que el mercado del arte fue absolutamente bendecido y ya llevo más de 600 obras digamos producidas, varias exposiciones a nivel internacional, local y nacional, y en Colombia he estado en un par de ciudades. Esta actividad me ha hecho muy feliz y siento que es una manera de trascender en la vida, le he encontrado ese sentido.
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¿Qué le representa el arte?
El arte es un proyecto de vida. Si lo veo a nivel muy personal, es el medio que encontré para expresarme, para expresar las dichas de la vida, también los valores de la vida. Encontré en lo abstracto una manera muy libre de poderle dar significado a lo que me ha pasado, a las reflexiones. Tengo una serie que se llama “Ancestros”, toda la reflexión, lo que para mí significa y que muchos se reconocen en ello, tener abuelos en la vida, lo que son las raíces, también la infancia, la no necesidad de una línea recta. Me aburre un poco lo geométrico, lo perfecto y en mis obras trato de representar temas que nos unen a nosotros como humanidad. He reflexionado sobre el cambio climático, sobre las pérdidas de embarazos que he tenido, y el arte ha sido un vehículo reparador y sanador no solo para mí, sino también para mis clientes. En cada encargo le pregunto al cliente por la intención que quiere poner en la obra y pasan cosas muy lindas, porque se genera un vínculo con la obra.
¿De dónde saca la inspiración para sus obras y series?
Para “Ancestros” fue la reflexión alrededor de lo que significó para mí tener abuelos en la vida, me marcaron mucho como en conocimiento, en experiencia de vida, en visión del mundo. Es un homenaje a ellos de alguna manera y entender por qué somos lo que somos, de dónde venimos y hacer una reflexión sobre ellos, sobre lo que nos gusta de todos estos códigos genéticos que uno hereda y los rechaza a veces. Esta se volvió una serie donde está esa reflexión y también el homenaje, lo uno no excluye lo otro y al final somos seres humanos y nos aceptamos como tales.
¿Cómo elige su paleta de colores y trabaja con ellos?
Es un tema muy intuitivo, no es que haya estudiado la paleta cromática, los círculos cromáticos. Siento que la inspiración está en el mundo, por ejemplo, si veo un árbol con flores amarillas, encuentro que el verde y el amarillo se complementan y comienza una exploración muy intuitiva que me encanta. El arte abstracto me permite, a través de sus formas, a través de sus pincelazos, sus patulazos, o el uso de las manos, empleo mucho los dedos como pinceles vivos, formar una paleta que va llegando.
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¿Cómo es su proceso creativo?
Creo mucho en los espacios de ritual. Cuando voy a comenzar una obra, contemplo mucho el lienzo en blanco, me encanta porque el lienzo en blanco es esa oportunidad que tenemos los artistas para crear una y otra vez, y también se lo debo a mis clientes y a mis coleccionistas. Cada vez que una obra se va al taller es la oportunidad también de dialogar con un nuevo lienzo en blanco y prendo una vela, pienso esas intenciones de las que hablaba, conecto con eso y arranco. A veces los procesos son de días, incluso de meses, porque uno como artista también necesita alejarse de la obra, no estar teniendo la necesidad de la inmediatez.
¿Cuál es el último pensamiento que tiene antes de empezar a pintar?
Es de mucha emoción, porque siento que es un nuevo proceso que está por nacer y lo disfruto mucho. Creo que más que racional, es algo emocional, como la alegría que me da desde arrancar, es de impulso. Siento que es algo que el arte me ha permitido mucho explorar, no tanto la consciencia, lo racional, sino más bien el impulso de la intuición.
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¿Cómo fue empezar a experimentar con otros medios diferentes al óleo?
Me costó mucho porque el óleo es lo más difícil para empezar y, afortunadamente, sigo produciendo obras en óleo porque siento que el óleo lo valoran mucho, por lo que significa, por el tipo de calidad que tiene el óleo, esos brillos. Pasar al acrílico me costó mucho, lo logré gracias a una maestra con la que estuve antes de pandemia estudiando, no pude aprovechar tanto los planes, fue muy corto este tiempo, pero empecé a entenderlo porque al principio no lo comprendía, no entendía cómo lograr técnicamente ciertos resultados, que sí he logrado con el óleo, he logrado con el acrílico. La magia del acrílico, para mí, está en el agua. Cuando entendí que el acrílico y el agua son muy buenos amigos, se generan unas obras preciosas y me encanta poder jugar entre esos dos mundos, entre el óleo y el acrílico. Así, las obras en técnica mixta despertó en mí una sed de conocimiento y curiosidad con el que hice un salto muy bello del pincel físico al digital. Siempre le había sacado el cuerpo a la tecnología, pero en 2021 me monté al boom de los NFT y de pronto te enfrentas a un pincel digital, en donde ya no solamente manejas óleo o acrílico, sino que manejas pinceles para acuarela, sprays de lata digitales, y eso ha sido muy bello porque siento que en mi vida el mundo del arte es un mundo infinito, donde todos los días tengo la oportunidad de explorar técnicas nuevas y eso creo que es de las cosas más ricas que me ha aportado mi arte.
Antes de ser artista estudió literatura, ¿cómo fue ese salto de la literatura al arte?
Hace 15 años, cada vez que entraba a una galería o a una exposición, o a una casa, o un museo sentía mucha emoción y pensaba que me encantaría ser artista, pero mi formación académica estaba en literatura, tanto mi pregrado como mi maestría en Alemania, y no sabía cómo llegar al arte sin haber pasado por la academia. En 2019 visité la Casa Museo de Guayasamín en Ecuador y la experiencia, el recorrido por la casa, pasar por el caballete, la mesa como la dejó, sus últimas pinturas, me impulsó. Fue el empujoncito que necesitaba para saber que cuando volviera a Colombia me dedicaría a estudiar arte. Tenía en mi cabeza el cliché de que arte es igual a óleo y, por fortuna, comencé con clases en este medio en julio de 2019. A partir de ahí no he dejado el pincel de lado. Creo que nunca es tarde para emprender algo que uno tiene en el corazón y que uno tiene como proyecto de vida.
¿Cómo fueron los inicios de su carrera?
Empecé a pintar y tengo una familia grande en la que varios primos me hicieron pedidos y la bola comenzó a rodar y rodar. Hice varias obras por encargo, y con la llegada de la pandemia creo que el mercado del arte fue absolutamente bendecido y ya llevo más de 600 obras digamos producidas, varias exposiciones a nivel internacional, local y nacional, y en Colombia he estado en un par de ciudades. Esta actividad me ha hecho muy feliz y siento que es una manera de trascender en la vida, le he encontrado ese sentido.
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¿Qué le representa el arte?
El arte es un proyecto de vida. Si lo veo a nivel muy personal, es el medio que encontré para expresarme, para expresar las dichas de la vida, también los valores de la vida. Encontré en lo abstracto una manera muy libre de poderle dar significado a lo que me ha pasado, a las reflexiones. Tengo una serie que se llama “Ancestros”, toda la reflexión, lo que para mí significa y que muchos se reconocen en ello, tener abuelos en la vida, lo que son las raíces, también la infancia, la no necesidad de una línea recta. Me aburre un poco lo geométrico, lo perfecto y en mis obras trato de representar temas que nos unen a nosotros como humanidad. He reflexionado sobre el cambio climático, sobre las pérdidas de embarazos que he tenido, y el arte ha sido un vehículo reparador y sanador no solo para mí, sino también para mis clientes. En cada encargo le pregunto al cliente por la intención que quiere poner en la obra y pasan cosas muy lindas, porque se genera un vínculo con la obra.
¿De dónde saca la inspiración para sus obras y series?
Para “Ancestros” fue la reflexión alrededor de lo que significó para mí tener abuelos en la vida, me marcaron mucho como en conocimiento, en experiencia de vida, en visión del mundo. Es un homenaje a ellos de alguna manera y entender por qué somos lo que somos, de dónde venimos y hacer una reflexión sobre ellos, sobre lo que nos gusta de todos estos códigos genéticos que uno hereda y los rechaza a veces. Esta se volvió una serie donde está esa reflexión y también el homenaje, lo uno no excluye lo otro y al final somos seres humanos y nos aceptamos como tales.
¿Cómo elige su paleta de colores y trabaja con ellos?
Es un tema muy intuitivo, no es que haya estudiado la paleta cromática, los círculos cromáticos. Siento que la inspiración está en el mundo, por ejemplo, si veo un árbol con flores amarillas, encuentro que el verde y el amarillo se complementan y comienza una exploración muy intuitiva que me encanta. El arte abstracto me permite, a través de sus formas, a través de sus pincelazos, sus patulazos, o el uso de las manos, empleo mucho los dedos como pinceles vivos, formar una paleta que va llegando.
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¿Cómo es su proceso creativo?
Creo mucho en los espacios de ritual. Cuando voy a comenzar una obra, contemplo mucho el lienzo en blanco, me encanta porque el lienzo en blanco es esa oportunidad que tenemos los artistas para crear una y otra vez, y también se lo debo a mis clientes y a mis coleccionistas. Cada vez que una obra se va al taller es la oportunidad también de dialogar con un nuevo lienzo en blanco y prendo una vela, pienso esas intenciones de las que hablaba, conecto con eso y arranco. A veces los procesos son de días, incluso de meses, porque uno como artista también necesita alejarse de la obra, no estar teniendo la necesidad de la inmediatez.
¿Cuál es el último pensamiento que tiene antes de empezar a pintar?
Es de mucha emoción, porque siento que es un nuevo proceso que está por nacer y lo disfruto mucho. Creo que más que racional, es algo emocional, como la alegría que me da desde arrancar, es de impulso. Siento que es algo que el arte me ha permitido mucho explorar, no tanto la consciencia, lo racional, sino más bien el impulso de la intuición.
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¿Cómo fue empezar a experimentar con otros medios diferentes al óleo?
Me costó mucho porque el óleo es lo más difícil para empezar y, afortunadamente, sigo produciendo obras en óleo porque siento que el óleo lo valoran mucho, por lo que significa, por el tipo de calidad que tiene el óleo, esos brillos. Pasar al acrílico me costó mucho, lo logré gracias a una maestra con la que estuve antes de pandemia estudiando, no pude aprovechar tanto los planes, fue muy corto este tiempo, pero empecé a entenderlo porque al principio no lo comprendía, no entendía cómo lograr técnicamente ciertos resultados, que sí he logrado con el óleo, he logrado con el acrílico. La magia del acrílico, para mí, está en el agua. Cuando entendí que el acrílico y el agua son muy buenos amigos, se generan unas obras preciosas y me encanta poder jugar entre esos dos mundos, entre el óleo y el acrílico. Así, las obras en técnica mixta despertó en mí una sed de conocimiento y curiosidad con el que hice un salto muy bello del pincel físico al digital. Siempre le había sacado el cuerpo a la tecnología, pero en 2021 me monté al boom de los NFT y de pronto te enfrentas a un pincel digital, en donde ya no solamente manejas óleo o acrílico, sino que manejas pinceles para acuarela, sprays de lata digitales, y eso ha sido muy bello porque siento que en mi vida el mundo del arte es un mundo infinito, donde todos los días tengo la oportunidad de explorar técnicas nuevas y eso creo que es de las cosas más ricas que me ha aportado mi arte.