“El arte es una herramienta de vida que permite también salvar vidas”

La exposición “La esquina redonda”, que se realizará hasta el 22 de agosto, en el edificio de la Facultad del Bronx Distrito Creativo, rescata la historia de la antigua calle del Bronx y su transformación, a partir de 150 objetos destinados a la conservación de la memoria.

Danelys Vega Cardozo
15 de julio de 2022 - 02:24 a. m.
En la imagen, a la derecha, algunos jóvenes observan una maqueta, con 12 habitaciones y cuatro pisos, que recrea cómo era la vida en la antigua calle del Bronx.
En la imagen, a la derecha, algunos jóvenes observan una maqueta, con 12 habitaciones y cuatro pisos, que recrea cómo era la vida en la antigua calle del Bronx.
Foto: El Espectador - Óscar Pérez
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Caen un par de gotas, pero todavía no llueve como ha sido la regla de los últimos días. Me dirijo, casi por intuición, a aquel lugar que en mi vida he pisado. Porque ni antes de la intervención de 2016, cuando era un espacio donde dicen que los crímenes eran el pan de cada día, ni desde su transformación, había tenido la oportunidad de asistir. Hay unas cuantas sillas dentro de una carpa blanca, así como una pequeña tarima, y por un momento la soledad brilla por su presencia, pero dentro de una hora los asientos estarán ocupados, relatos de jóvenes que vivieron en aquel lugar se tomarán los micrófonos y hasta a Angélica Mayolo, ministra de Cultura, le dará tiempo para pasar un rato, y claro, las cámaras de televisión y de fotografía tampoco faltarán. Todos reunidos alrededor de un mismo evento: la inauguración de la exposición “La esquina redonda: memoria, creación y cuidado en el Bronx Distrito Creativo”, esa que nos transporta al antiguo Bronx y nos lleva a su transformación.

La verdadera acción -donde los objetos, tejidos, fotografías, retratos, dibujos, videos e incluso cartas, entre otros, parecieran que cobraran vida, que tuvieran la habilidad de devolvernos al pasado y contarnos la historia que resguardan- sucede en un edificio, ese en donde está la muestra, dividida en dos salas separadas por una pared. En la primera de ellas me encuentro con unos cuantos asistentes, en ese momento la mayoría son jóvenes, como las cinco personas que portan una chaqueta naranja y que sirven de guía de la exhibición, aquellos que también participaron con obras de su propia autoría. Entonces, una chica, que no es parte como tal de la exposición, toma la vocería, se presenta ella, pero también a su amiga: Heidy Sánchez, quien es la encargada de explicar la idea detrás de un tapiz, elaborado con imágenes que muestran la vida de tres personas, del barrio Santa Fe, desde su infancia hasta su adultez, porque a Sánchez la conmovió en especial una de esas historias.

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Esa que versa sobre un chico que se volvió trans, ese mismo que no tenía apoyo, ni amigos, y se la pasaba con trabajadoras sexuales e inmerso en un mundo de violencia. “Me gusta ser un centro de escucha para otra persona, para que así pueda ser sanada por ella misma”. Pero también hubo otro relato que la marcó y lo plasmó en “Nos están matando”, la obra con la que participó en la exposición que tiene como protagonista a una madre de cinco hijos, quien era trabajadora sexual y habitante de calle, y un día de 1993 desapareció. Hasta el sol de hoy nadie ha vuelto a saber nada.

Aquello no es tan solo un caso aislado, porque precisamente testimonios similares dieron vida al Muro de la presencia, retratos de habitantes de calle y trabajadoras sexuales del centro de Bogotá que desaparecieron tras la intervención del Cartucho y el Bronx. Los dibujos a lápiz fueron realizados por investigadores y artistas que escucharon relatos de quienes tuvieron contacto con estas personas. En esta muestra aparece retratada una mujer de cabello crespo, quien desapareció en 2002, “ella simplemente por el hecho de ser trabajadora sexual quedó en el olvido, y pienso que las cosas no deben quedar en el olvido”, me dice Tatiana Rivera, quien se encargó de convertir aquel dibujo en xilografía. “Quiero transmitir que tratemos de no olvidar a esas personas que ya no están”.

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Aquella obra la tituló Flor marchita, “porque pienso que así como las flores alguna vez caen, al poco tiempo vuelven a florecer, y creo que así somos todas las personas. Tenemos momentos en donde por x o y motivo, o problemáticas de la vida, sentimos que ya no podemos más, pero después de cierto tiempo nos vemos con esa obligación de pararnos y de decir: ‘Bueno, hay que seguir adelante’”. Seguir adelante parece ser que también fue el camino que tomó Méyer Sneyder Cuéllar, un joven de 21 años que habitó en el antiguo Bronx, y ahora recuerda aquellas calles a través de Meyermán, un superhéroe que creó y que aparece en los cómics que se encuentran en un espacio de una pared de la exhibición. “Para poder explicar algo tuve que haberlo vivido”, me explica Brandon Palencia, quien no residió en aquel lugar, pero que menciona que ha estado en situaciones de vulnerabilidad por no tener “un cartón”.

“Nuestra arma no mata”, dice la frase que está acompañada de una mano alzando un lápiz, bordada en un trozo de tela. “Las Farc somos seres que amamos y sentimos todos, como Edwin, excombatiente”, se lee en las letras bordadas con hilo blanco y rojo en una tela negra, y un corazón acompaña aquellas palabras. Estas obras son parte de la muestra (Des) tejiendo miradas, de la sección “Transformaciones”, en la que participaron excombatientes de las Farc y sus familias, pertenecientes a la zona de San José de León y el Urabá antioqueño. “A través de 100 piezas bordadas se diseñaron narrativas textiles sobre las esperanzas e incertidumbres de un paso de la vida armada a la civil”, se lee en un letrero blanco con letras negras.

Y entonces Palencia, quien participó en la “Esquina redonda” con una obra de El bobo del tranvía, me cuenta que espera que la exposición ayude a visibilizar a los habitantes de calle. “Todos los días los veo, todos los días estoy cerca de ellos, así no sean familiares o amigos, convivo con ellos. Y es frustraste ver que la gente tiene clara la situación en la que se encuentran y aun así los siguen señalando, los siguen estigmatizando”. Y es que como menciona Ángel Salazar, integrante de la agrupación de hip hop Todo Copas, “tenemos que buscar maneras de dignificar esa vida y de buscar que dejen de ser excluidos y vulnerados, que también tengan acceso como cualquier ciudadano a los derechos y a los deberes que tenemos como sociedad”.

El arte de Palencia, que principalmente es el grafiti, se basa en las situaciones que viven a diario los seres humanos, “para poder ser artista, primero debí aprender a ser persona”. Entonces, menciona que la intención es que con esta muestra se logre conservar la memoria de los bogotanos. “Nosotros morimos, pero lo que siempre va a quedar acá es la memoria”. Memoria que, para Salazar, se ha logrado mantener con la transformación del Bronx. “No se ha perdido el sentido social porque se sigue manteniendo el tema de la memoria, no ha sido solo cómo llegar y renovar el espacio, y simplemente sacar a los diferentes actores del espacio, sino que se han integrado, y se ha hecho una construcción colectiva que hoy podemos verla reflejada en esta exposición”.

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Salazar ha sido testigo del cambio que ha tenido este lugar, porque desde 2007 y hasta 2015 realizó dentro del Bronx el Festival de Arte Callejero, “donde lo que pretendíamos era llevar la música, el arte y la cultura a sociedades que históricamente han sido excluidas por su condición de habitabilidad de calle”. Quizás entiende aquella situación más que cualquier otro, porque le tocó vivirla en carne propia. “Por medio de la música es que logro superar mi etapa de calle, porque este festival también nace como una iniciativa de personas que estuvimos en la calle y que también dijimos, en algún momento: ‘Parce, pues vamos a devolver un poco a la calle todo esto’”.

Y por eso ha continuado haciendo cada diciembre el Festival de Arte Callejero en otros puntos de la ciudad, como la Plaza España, la localidad de Los Mártires y el barrio San Bernardo. Espera que quienes asistan a la exposición “puedan reconocer que este no solo era un espacio de droga, donde había violencia, donde había realmente muchas situaciones malas, que aquí también había vida, almas que soñaban, que creían en una nueva oportunidad”. Oportunidad que un día tuvo gracias a lo que él mismo llama su vida. “El arte es una herramienta de vida que permite también salvar vidas”.

Danelys Vega Cardozo

Por Danelys Vega Cardozo

Comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana con énfasis en periodismo internacional y comunicación política, y un diplomado en comunicación y periodismo de moda. Perteneció al semillero de investigación Acción social y Comunidades, bajo el proyecto Educaré.danelys_vegadvega@elespectador.com

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