El auge de los espectáculos en vivo: entre la euforia contenida y la nueva cultura

Como un saludo al pasado, específicamente a los años 20 del siglo anterior, el 2022 fue un año para volver a sentirse vivo. Miguel Santacoloma, director de comunicaciones de Páramo Presenta, nos recuerda que la historia es cíclica y que, después de la gripa española, tras la incertidumbre, la enfermedad y la crisis, el mundo se levantó y el ocio se volvió protagonista. El jazz y el cine se popularizaron y se convirtieron en industrias durante décadas.

Este año, el público colombiano también se levantó. El estadio El Campín explotó eufórico, entre luces de colores y efectos de humo, para recibir a bandas de la talla de Coldplay y Guns N’ Roses. Otras salas de conciertos hicieron lo propio. A las calles y los parques de varias ciudades del país regresaron las ferias y festivales. Y, como era de esperarse, este auge tiene una traducción en materia económica.

De acuerdo con Piedad Urdinola, directora del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la sección que incluye las actividades artísticas, de entretenimiento y recreación y otras actividades de servicios tuvo una contribución al crecimiento del PIB del tercer trimestre de 2022 de 1,1 puntos porcentuales. “Esto hace de esta rama de actividad la segunda con mayor aporte al crecimiento, después de la rama de comercio, transporte, almacenamiento, alojamiento y servicios de comida, que aportó 1,6 puntos porcentuales”. Se trata de un crecimiento sustancial. “En 2021, frente a 2020, el crecimiento de la rama de actividades artísticas, de entretenimiento y recreación y otras actividades de servicios fue del 38,8 %. Esto es atípico en la serie de crecimiento en volumen del sector, pues el promedio entre 2006 y 2018 es de 4,4 %”, continúa Urdinola.

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Para Santacoloma, este incremento que hoy se refleja en los números del DANE corresponde tanto al fenómeno de la pandemia como a una serie de cambios en la cultura del público colombiano. “Como fenómeno mundial, esa energía contenida explotó en el 2022. Había muchas giras represadas durante estos dos años, pero también sentimos que ya hay una consolidación del público colombiano, un cambio de chip mental de cómo se relacionan con los eventos en vivo. En otras generaciones los conciertos eran una excepción, pero desde hace 10 años esa tendencia cambió y se consolidó en el 2022”.

Desde el punto de vista de Urdinola también se puede entender que esta es una situación que trasciende la coyuntura del covid-19. “Cuando aislamos el efecto de la pandemia y vemos el crecimiento bienal (2021 comparado con 2019), observamos una tasa de crecimiento del 29,6 %; es decir, aislando la pandemia, es como si esta rama del PIB hubiera crecido 14,8 % en 2020 y 2021; significa esto que en los últimos años se observan crecimientos de dos dígitos en el sector, mientras que de 2017 hacia atrás las tasas de crecimiento eran de un solo dígito”.

Los espectáculos en vivo llegaron a su cúspide en septiembre, debido a las nuevas temporadas de obras de teatro y a los conciertos masivos de artistas internacionales y nacionales, entre ellos, Dua Lipa, Ricardo Arjona, Demi Lovato, y Andrés Cepeda. La confianza que depositan las agencias de músicos de esta categoría “hace parte de un proceso de muchos años, sobre todo de la consolidación y la profesionalización de la industria de los espectáculos en vivo en Colombia”, dice el vocero de Páramo Presenta. “El hecho de que las tiqueteras hayan reportado unos números tan impresionantes forma una cadena. A través de diferentes eventos que se han realizado en los últimos años, las empresas de producción han cultivado una confianza que, sumada a una venta de entradas, resuelven la mitad de la ecuación”, agrega Chucky García, miembro del equipo organizador de Festivales Al Parque. Sin embargo, esto no viene sin una advertencia frente a los costos añadidos de las entradas, como el cargo por servicio, que pueden afectar la relación del público y que “no es amigable con el ecosistema de la música en vivo”.

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La participación del público en los eventos en vivo demuestra un interés renovado por aprovechar la oferta que artistas y presentaciones que este año llegaron al país. Aunque ha sido un período de crecimiento y éxito, hay quienes creen que esta tendencia se puede ver en la cuerda floja en el futuro cercano. Según García, los precios de las entradas a ciertos eventos son un factor que genera incertidumbre en cuanto a proyecciones para 2023, pues “no se sabe si eso vaya a coincidir con un pico alto de consumo”.

Aunque García no opina que la tendencia eufórica que marcó el 2022 se repita el próximo año, considera que el comportamiento de aforo y asistencia a los festivales organizados por Idartes se puede mantener. A pesar de haber luchado con un dólar al alza y contra el presupuesto establecido, vieron un aforo sorprendente. “Nos dimos cuenta de que no importa tanto la división estricta de qué música se toca en cada festival. Al final la música es el pretexto, pero lo que importa es el encuentro”.

El reto fue presupuestal para una serie de eventos que se realizan de forma gratuita; sin embargo, García cuenta que una de las secciones que más generó ventas en los festivales fue la de emprendimientos, en la que varias marcas pudieron exhibir sus productos, que resalta como algo positivo junto a la zona de consumo responsable, cuyos ingresos son invertidos en el mejoramiento del festival. “La zona de emprendimientos de Rock al Parque tuvo un reporte de ventas cercano a los $300 millones. En un festival que no tiene un fin de lucro, me parece que es un ejercicio muy positivo”, asegura. Más allá de la música, desde el sector del teatro, Marcela Valencia, cofundadora del Teatro Petra, afirma que el público ha reaccionado muy bien al hecho de retornar a eventos en vivo de manera presencial, aunque sigue siendo un ambiente desafiante. “Con la pandemia, la gente, al sentirse encerrada, comenzó a asistir a muchos eventos. Pero volvemos a lo mismo de antes de la pandemia: al teatro independiente o al teatro que tenga otro tipo de temática diferente a la comercial, siempre le va a ser difícil crear público, es una labor titánica”.

A pesar de que Valencia ve con ojos positivos el interés del público por regresar a las salas de teatro, afirma que para el sector es difícil o casi imposible competir con eventos masivos o gratuitos, especialmente para el teatro independiente. La cofundadora del Teatro Petra cuenta que durante el último mes vieron un decrecimiento en la asistencia que no habían experimentado durante el año. “A la gente no se le puede dar un mensaje de gratuidad. Es muy bueno que haya eventos que alcancen a sectores vulnerables; en este país la desigualdad es tan grande y el arte tan importante para la sociedad. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado con eso y a quien va dirigido porque, por lo menos las salas de Bogotá, hemos visto que con tantos eventos gratuitos se afectan las temporadas”.

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Durante los 37 años que lleva trabajando en este proyecto, junto a Fabio Rubiano, Valencia afirma que han cultivado un público fiel que asiste a las funciones del Teatro Petra, pero que entre octubre y diciembre la asistencia a las salas de teatro independientes se redujo en un 50 %. Obras como Labio de liebre, Sara dice, y la coproducción con el Teatro Colón de Historia de una oveja fueron algunas de las funciones que más aforo tuvieron durante el año. A pesar de los desafíos que este año planteó, Valencia ve de forma positiva que hoy en día, a comparación de años anteriores, las salas de teatro puedan abrir, mientras que otros eventos como partidos de fútbol suceden de manera simultánea.

El 2022 finaliza y con él una serie de eventos que lograron posicionar, por primera vez, a las actividades artísticas, de entretenimiento y recreación como la segunda actividad económica que más aportó al PIB en el último trimestre. Aunque solo el tiempo determinará si las tendencias se mantienen, este año demostró la disposición de los colombianos por encontrarse alrededor de la cultura.

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Como un saludo al pasado, específicamente a los años 20 del siglo anterior, el 2022 fue un año para volver a sentirse vivo. Miguel Santacoloma, director de comunicaciones de Páramo Presenta, nos recuerda que la historia es cíclica y que, después de la gripa española, tras la incertidumbre, la enfermedad y la crisis, el mundo se levantó y el ocio se volvió protagonista. El jazz y el cine se popularizaron y se convirtieron en industrias durante décadas.

Este año, el público colombiano también se levantó. El estadio El Campín explotó eufórico, entre luces de colores y efectos de humo, para recibir a bandas de la talla de Coldplay y Guns N’ Roses. Otras salas de conciertos hicieron lo propio. A las calles y los parques de varias ciudades del país regresaron las ferias y festivales. Y, como era de esperarse, este auge tiene una traducción en materia económica.

De acuerdo con Piedad Urdinola, directora del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la sección que incluye las actividades artísticas, de entretenimiento y recreación y otras actividades de servicios tuvo una contribución al crecimiento del PIB del tercer trimestre de 2022 de 1,1 puntos porcentuales. “Esto hace de esta rama de actividad la segunda con mayor aporte al crecimiento, después de la rama de comercio, transporte, almacenamiento, alojamiento y servicios de comida, que aportó 1,6 puntos porcentuales”. Se trata de un crecimiento sustancial. “En 2021, frente a 2020, el crecimiento de la rama de actividades artísticas, de entretenimiento y recreación y otras actividades de servicios fue del 38,8 %. Esto es atípico en la serie de crecimiento en volumen del sector, pues el promedio entre 2006 y 2018 es de 4,4 %”, continúa Urdinola.

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Para Santacoloma, este incremento que hoy se refleja en los números del DANE corresponde tanto al fenómeno de la pandemia como a una serie de cambios en la cultura del público colombiano. “Como fenómeno mundial, esa energía contenida explotó en el 2022. Había muchas giras represadas durante estos dos años, pero también sentimos que ya hay una consolidación del público colombiano, un cambio de chip mental de cómo se relacionan con los eventos en vivo. En otras generaciones los conciertos eran una excepción, pero desde hace 10 años esa tendencia cambió y se consolidó en el 2022”.

Desde el punto de vista de Urdinola también se puede entender que esta es una situación que trasciende la coyuntura del covid-19. “Cuando aislamos el efecto de la pandemia y vemos el crecimiento bienal (2021 comparado con 2019), observamos una tasa de crecimiento del 29,6 %; es decir, aislando la pandemia, es como si esta rama del PIB hubiera crecido 14,8 % en 2020 y 2021; significa esto que en los últimos años se observan crecimientos de dos dígitos en el sector, mientras que de 2017 hacia atrás las tasas de crecimiento eran de un solo dígito”.

Los espectáculos en vivo llegaron a su cúspide en septiembre, debido a las nuevas temporadas de obras de teatro y a los conciertos masivos de artistas internacionales y nacionales, entre ellos, Dua Lipa, Ricardo Arjona, Demi Lovato, y Andrés Cepeda. La confianza que depositan las agencias de músicos de esta categoría “hace parte de un proceso de muchos años, sobre todo de la consolidación y la profesionalización de la industria de los espectáculos en vivo en Colombia”, dice el vocero de Páramo Presenta. “El hecho de que las tiqueteras hayan reportado unos números tan impresionantes forma una cadena. A través de diferentes eventos que se han realizado en los últimos años, las empresas de producción han cultivado una confianza que, sumada a una venta de entradas, resuelven la mitad de la ecuación”, agrega Chucky García, miembro del equipo organizador de Festivales Al Parque. Sin embargo, esto no viene sin una advertencia frente a los costos añadidos de las entradas, como el cargo por servicio, que pueden afectar la relación del público y que “no es amigable con el ecosistema de la música en vivo”.

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La participación del público en los eventos en vivo demuestra un interés renovado por aprovechar la oferta que artistas y presentaciones que este año llegaron al país. Aunque ha sido un período de crecimiento y éxito, hay quienes creen que esta tendencia se puede ver en la cuerda floja en el futuro cercano. Según García, los precios de las entradas a ciertos eventos son un factor que genera incertidumbre en cuanto a proyecciones para 2023, pues “no se sabe si eso vaya a coincidir con un pico alto de consumo”.

Aunque García no opina que la tendencia eufórica que marcó el 2022 se repita el próximo año, considera que el comportamiento de aforo y asistencia a los festivales organizados por Idartes se puede mantener. A pesar de haber luchado con un dólar al alza y contra el presupuesto establecido, vieron un aforo sorprendente. “Nos dimos cuenta de que no importa tanto la división estricta de qué música se toca en cada festival. Al final la música es el pretexto, pero lo que importa es el encuentro”.

El reto fue presupuestal para una serie de eventos que se realizan de forma gratuita; sin embargo, García cuenta que una de las secciones que más generó ventas en los festivales fue la de emprendimientos, en la que varias marcas pudieron exhibir sus productos, que resalta como algo positivo junto a la zona de consumo responsable, cuyos ingresos son invertidos en el mejoramiento del festival. “La zona de emprendimientos de Rock al Parque tuvo un reporte de ventas cercano a los $300 millones. En un festival que no tiene un fin de lucro, me parece que es un ejercicio muy positivo”, asegura. Más allá de la música, desde el sector del teatro, Marcela Valencia, cofundadora del Teatro Petra, afirma que el público ha reaccionado muy bien al hecho de retornar a eventos en vivo de manera presencial, aunque sigue siendo un ambiente desafiante. “Con la pandemia, la gente, al sentirse encerrada, comenzó a asistir a muchos eventos. Pero volvemos a lo mismo de antes de la pandemia: al teatro independiente o al teatro que tenga otro tipo de temática diferente a la comercial, siempre le va a ser difícil crear público, es una labor titánica”.

A pesar de que Valencia ve con ojos positivos el interés del público por regresar a las salas de teatro, afirma que para el sector es difícil o casi imposible competir con eventos masivos o gratuitos, especialmente para el teatro independiente. La cofundadora del Teatro Petra cuenta que durante el último mes vieron un decrecimiento en la asistencia que no habían experimentado durante el año. “A la gente no se le puede dar un mensaje de gratuidad. Es muy bueno que haya eventos que alcancen a sectores vulnerables; en este país la desigualdad es tan grande y el arte tan importante para la sociedad. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado con eso y a quien va dirigido porque, por lo menos las salas de Bogotá, hemos visto que con tantos eventos gratuitos se afectan las temporadas”.

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Durante los 37 años que lleva trabajando en este proyecto, junto a Fabio Rubiano, Valencia afirma que han cultivado un público fiel que asiste a las funciones del Teatro Petra, pero que entre octubre y diciembre la asistencia a las salas de teatro independientes se redujo en un 50 %. Obras como Labio de liebre, Sara dice, y la coproducción con el Teatro Colón de Historia de una oveja fueron algunas de las funciones que más aforo tuvieron durante el año. A pesar de los desafíos que este año planteó, Valencia ve de forma positiva que hoy en día, a comparación de años anteriores, las salas de teatro puedan abrir, mientras que otros eventos como partidos de fútbol suceden de manera simultánea.

El 2022 finaliza y con él una serie de eventos que lograron posicionar, por primera vez, a las actividades artísticas, de entretenimiento y recreación como la segunda actividad económica que más aportó al PIB en el último trimestre. Aunque solo el tiempo determinará si las tendencias se mantienen, este año demostró la disposición de los colombianos por encontrarse alrededor de la cultura.

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