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                                                                                                                                El camino sin retorno de Virginia Woolf

                                                                                                                                El 25 de enero de 1882, hace ciento cuarenta años, nació Virginia Woolf, autora de la novela “La señora Dalloway”, entre otras. A pesar de los episodios depresivos que la llevaron más de una vez a estar recluida en un centro psiquiátrico, la escritura la acompañó hasta el día de su muerte.

                                                                                                                                Danelys Vega Cardozo

                                                                                                                                Periodista de El Magazín Cultural
                                                                                                                                Virginia Woolf (foto) afirmaba que “No hay necesidad de apresurarse. No hay necesidad de brillar. No es necesario ser nadie más que uno mismo”.
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Le invitamos a leer: Una casa encantada (Cuentos de Virginia Woolf)

                                                                                                                                Pero ese plan ideado por Adolf Hitler —el cual nunca se finiquitó— no era lo único que atormentaba a Woolf. Desde sus trece años una enfermedad la acompañó. Esa que comenzó a emerger cuando su madre, Julia Stephen, falleció debido a una fiebre reumática. La enfermedad se llevó a su progenitora, mientras que la depresión hacía su aparición. Pero dos años después las cosas no tendieron a mejorar, sino a empeorar. Porque su hermana Stella terminó corriendo la misma suerte que su madre a causa de una peritonitis. Dos pérdidas para Virginias Woolf…Y faltaba una más. En 1905 sus estados depresivos empeoraron y la llevaron a una crisis nerviosa que la terminó recluyendo en un hospital psiquiátrico. El origen de todo aquello al parecer venía de su padre, quien murió ese año de cáncer.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Le invitamos a leer: Un día como hoy nació Virginia Woolf

                                                                                                                                A pesar de los abusos de los que fue víctima y de la desconfianza hacía los hombres que estos desencadenaron en ella, se casó en 1912, a sus treinta años, con el escritor y economista Leonard Woolf, a quien solía frecuentar gracias al “Círculo de Bloomsbury”, del que ambos formaban parte. Y es que para 1907 la casa de Virginia Woolf se convirtió en la sala de reuniones en donde confluían diversos intelectuales, desde escritores, filósofos, pintores hasta críticos de arte y psicoanalistas. La mayoría de ellos eran miembros de una sociedad secreta conocida como “Apóstoles de Cambridge”. Los integrantes de aquel círculo se caracterizaban por atribuirle un gran valor a las artes. Abogaban por la libertad, la igualdad y el placer individual. El novelista E. M. Forster —quien hacía parte de este grupo— llegó a afirmar que, “si tuviera que elegir entre traicionar a mi país y traicionar a mi amigo, debería tener las agallas para traicionar a mi país”.

                                                                                                                                Cuando Virginia Woolf llevaba diez años de casada, en coherencia con las ideas del “Círculo de Bloomsbury”, aquellas que se apartaban de la exclusividad sexual, decidió sostener una relación amorosa con la escritora Victoria Mary Sackville-West, quien era esposa de Harold Nicolson. Ninguna de las dos disolvió su matrimonio, a pesar de que su romance se sostuvo por varios años. Luego de que la relación llegara a su fin, la amistad de ambas mujeres se mantuvo hasta el día de la muerte de Woolf.

                                                                                                                                Le invitamos a leer: La carta que escribió Virginia Woolf antes de suicidarse

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Las ideas feministas también fueron parte de aquel círculo y fueron expresadas a través de los ensayos de Virginia Woolf. En 1929, publicó “Una habitación propia”, que recogía las conferencias que había dado en diferentes universidades de mujeres, en donde planteó que “una mujer debe tener dinero y una habitación propia si quiere dedicarse a escribir ficción”. Más tarde, en 1938, reafirmaría su pensamiento con su obra “Tres guineas”. Aunque Woolf escribió sobre diferentes temáticas, ha sido catalogada como una figura representativa del feminismo.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Sus episodios depresivos no fueron un impedimento para que escribiera nueve novelas, cinco cuentos y numerosos libros de no ficción. Tampoco le arrebató los momentos de felicidad, esos que decía ella que los había vivenciado al lado de su esposo, así se lo hizo saber a él por medio de la carta que le dejó como despedida cuando se suicidó “Tú me has dado la máxima felicidad posible. Has sido en todos los sentidos todo lo que cualquiera podría ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices, hasta que vino esta terrible enfermedad”.

                                                                                                                                Como en su novela “El faro”, llegó el día en que “de nuevo se sintió sola ante su eterna antagonista: la vida”. Y aunque Virginia Woolf decidió emprender en 1941 ese camino sin retorno: el de la muerte —para evitar los “demonios” que habitaban en su cabeza— lo cierto es que, a pesar de que ella tal vez no lo vio, hay más de un sendero, y en su mayoría son luminosos y llenos de vida, aunque la mente esté concentrada en el más oscuro y carente de vida. Hay que encender la luz por más que cueste.

                                                                                                                                Por Danelys Vega Cardozo

                                                                                                                                Comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana con énfasis en periodismo internacional y comunicación política, y un diplomado en comunicación y periodismo de moda. Perteneció al semillero de investigación Acción social y Comunidades, bajo el proyecto Educaré.danelys_vegadvega@elespectador.com
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