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Fabio Sgroi es un diseñador, ilustrador y director de arte brasileño que lleva más de veinte años apoyando con su arte y su oficio la educación y la divulgación de causas sociales, como el cuidado del medio ambiente y la protección de la infancia. Su trabajo tiene una intención clara: comunicar, difundir y propagar sus contenidos a través de todos los lenguajes de los que pueda echar mano, tanto gráficos como verbales. Por ello vemos que sus ilustraciones e infografías se apoyan en el collage, el lettering y técnicas mixtas, “análogas” y digitales.
Lo invitamos a leer un extracto del libro “El último duelo del hombre pez”, de Rodolfo Celis
Ser humano es…, publicado por Panamericana Editorial, recurre a esa convergencia de lenguajes. Es un libro que recrea nada más y nada menos que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, algo que han hecho con mayor o menor éxito muchos libros antes. Y es que, aunque es un tema de vital importancia dentro y fuera de la escuela, no resulta tan fácil explicar conceptos como ‘derecho’, ‘privacidad’, ‘libertad’ o ‘seguridad’. El documento de la ONU escrito en un mundo recién salido de la guerra pretende ser universal, pero su lenguaje se le escapa hoy al ciudadano particular, a los individuos de a pie y, muchas veces, a los mismísimos ministros que deberían defender nuestros derechos. De ahí la necesidad de que se sigan publicando libros como este, que ayuden a docentes y mediadores a conversar sobre los derechos humanos con los niños, apelando a distintos registros y medios gráficos.
A lo largo del libro, el autor plantea un diálogo entre los artículos de la declaración y un texto poético sobre lo que es ser humano, traduciendo en verbos el contenido del documento de la Naciones Unidas. Así, “Todas las personas tienen derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad” (Artículo 3.º) se convierte en “Ser humano es (…) jugar en un jardín sin rejas y sin portones. Nada de cachetadas, coscorrones o prisiones”; una simplificación que transmite algo cercano al contenido de los artículos en términos que los niños pueden aprehender, pero que de todas formas requieren la mediación de los adultos con los que lean este libro.
A este diálogo entre la poesía y los artículos se suman las imágenes que ilustran cada aspecto abordado en la declaración. Son escenas en las que se mezclan personajes cuyos rasgos representan humanos de distintas etnias, condiciones y géneros, pero en las que ninguno de ellos tiene color, son todos del color del papel del libro. Este es un detalle que da cuenta de todos los niveles en los que Fabio y sus editores pensaron la publicación.
Pero hay más, este contrapunteo entre la poesía, los artículos y la imagen se amplía a través de otras referencias culturales. En las primeras imágenes vemos a un personaje aturdido por los sonidos de la guerra y en estas composiciones el autor reproduce fragmentos de dos obras universales y dramáticas: Guernica de Picasso y El grito de Munch. Además, al inicio del texto nos encontramos con una cita de Charles Chaplin sobre el deber que tenemos de hacer felices a nuestro prójimo y una definición del diccionario de lo ‘humano’ que incluye las acepciones “bondadoso” y “compasivo”. Estas referencias funcionan como marcos para el lector, impresiones que pueden cobrar mayor sentido en una segunda lectura, luego de haber asimilado todo el contenido del libro.
Si le interesa leer más de Cultura, le sugerimos “Dagón”, relato de Howard Phillips Lovecraft
Pero… hay más. Luego de pasear por las imágenes y los textos poéticos, Fabio nos ofrece dibujos de su hijo Víctor que se enganchan con el relato gráfico, un texto informativo sobre la declaración de la ONU, otro texto autobiográfico que explica el origen del libro y una reflexión de la escritora Penélope Martins sobre lo ‘legal’, la ley y los derechos de los niños (valga decir que en portugués brasileño ´legal´ es una expresión común para decir que algo es fantástico o chévere, por lo que al lector en español le puede costar entender el contexto desde el que parte Martins).
Ser humano es… nos enfrenta entonces a la pluralidad: pluralidad de contenido y pluralidad de formas y registros. Pero además lo hace desde un documento histórico que a su vez fue pensado como base para refundar sociedades más plurales; así como desde la representación multicolor de una sociedad inclusiva y tolerante. Todos estos recursos, lenguajes y propuestas nos hace preguntarnos por los lectores de este libro, por cómo recibirán, leerán o asimilarán tanta pluralidad. Y quizás la respuesta es que deban leerlo como un carnaval, como una celebración de la diversidad a la que no solo están invitados los niños, sino también los mediadores, los profesores, el individuo de a pie y los mismísimos ministros que deberían defendernos. Cada uno se internará en esta comparsa de una forma distinta, pero lo esencial es que la discutan, la debatan, la deconstruyan y la recreen hasta que todos interioricen, a su manera, aquello que debe ser universal: el respeto y la solidaridad por el otro.
*Es editor independiente y traductor.